miércoles, 15 de mayo de 2013

Vísperas de nada ante el paso de los sindicatos por Moncloa

Antonio Casado Alonso
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM

En vísperas de su encuentro con los agentes sociales (patronal y sindicatos), el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha declarado, mirando a Bruselas, que no tiene la menor intención de modificar la reforma laboral. La carga de la frase está en la explicación: “Estamos satisfechos de cómo ha funcionado”. Lo que parece un desplante a los jerarcas europeos, que le vienen sugiriendo una vuelta de tuerca más a la flexibilización del mercado de trabajo, se convierte en un insulto a los seis millones de trabajadores españoles en paro.

¿Qué sentido tiene presumir de una reforma laboral con la que se han destruido más de un millón de empleos y la previsión del propio Gobierno es la de acabar la legislatura con más paro del que había cuando el PP ganó las elecciones de noviembre de 2011?
Una visión diametralmente opuesta a la de los representantes sindicales, que acudirán mañana a Moncloa con escasas esperanzas de entenderse con un Gobierno y una patronal convencidos de que, efectivamente como creen en Bruselas, todavía se puede ir más allá en una reforma laboral aún con ciertas rigideces en materia de contratación y negociación. Por no hablar del llamado factor de sostenibilidad de las pensiones, donde también se está fraguando un nuevo sacrificio de las clases pasivas en nombre de las reformas estructurales invocadas a todas horas por el presidente del Gobierno.

No son buenos tiempos para ejercer la representación de los trabajadores. Tal y como están las cosas, apenas puede rebasar el ámbito de lo declamatorio pedirle al Gobierno que lidere un gran pacto para implicar a toda la sociedad en la batalla por superar la situación de emergencia nacional que vive un país agobiado por la recesión, el paro, la pobreza y el desaliento de la ciudadanía. La reacción del Gobierno ante el ofrecimiento sindical, públicamente formulado por Fernández Toxo (CCOO) y Cándido Méndez (UGT) con motivo del reciente Día Internacional del Trabajo, ha sido tan fría y tan distante como la dedicada al plan del PSOE para la reactivación de la economía y el empleo. Y no hay ningún signo previo de que el encuentro de mañana en Moncloa vaya a alterar el discurso oficial. Consiste en buscar adhesiones al Plan Nacional de Reformas aprobado el pasado 26 de abril y ya remitido a Bruselas.

Como ya anticipó la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros del pasado 3 de mayo, en realidad no se trata de ir hacia un gran pacto del Ejecutivo con los agentes sociales. Como mucho, de “acercar posiciones entre todos”. De lo que se trata, vino a decir la número dos del Gobierno, es de hacer balance de la política económico-social que está llevando a cabo el Ejecutivo y analizar conjuntamente con sindicatos y patronal el impacto de las distintas medidas adoptadas en los planes de saneamiento del sistema productivo a fin de que, más pronto que tarde, la economía pueda empezar a crecer sobre bases sanas y, por tanto, a crear empleo. Lo dicho: vísperas de nada.

No hay comentarios: