miércoles, 29 de mayo de 2013

Las cuentas de Rajoy pasan la ITV de la UE

Antonio Casado
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM

Mientras nos enredamos en absurdos debates de cercanías (que Aznar haya marcado la agenda de los últimos días es aberrante), la recesión, el paro, la pobreza y la desigualdad siguen galopando bajo la atenta mirada de Europa. Una mirada conminatoria que se lleva por delante el espíritu y la letra del artículo primero de la Constitución: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Mentira, y gorda. Hoy toca dosis de recuerdo: chequeo del Gobierno de la UE a la economía española.

La Comisión Europea se reúne en Bruselas para decirnos lo que hemos de hacer si queremos superar nuestros desequilibrios. Un dictamen en forma de recomendaciones-imposiciones a los países del pelotón de los torpes. Ahí están haciendo méritos España y Eslovenia. Penoso. Pero más penoso es el catecismo obligatorio que nos aplican. Me refiero a la jerarquización de objetivos y, en consecuencia, a las recetas manufacturadas en los despachos de Bruselas. La tarea consiste en conseguir que el Norte cobre lo que le ha prestado al Sur. En las relaciones de poder, los bancos acreedores alemanes pesan más que los parados españoles. Y en el orden de prioridades, el bienestar de los ciudadanos importa menos que la disciplina presupuestaria.
Si hoy se hiciera público un expediente sancionador a España, que no va a ser el caso, podría ser por habernos pasado en déficit o en deuda, nunca por habernos pasado en paro o índices de pobreza. Tampoco viene a cuento llamarse a engaño. Ese era el desafío de Maastricht que Aznar superó con nota cuando cambiamos de siglo. Y en esas coordenadas encajará el dictamen que hoy se hace público sobre la marcha de la economía española a la luz de las duras medidas tomadas por el Gobierno de Mariano Rajoy (“dolorosas pero inevitables”, repitió ayer en Paris) y las frías recomendaciones de Bruselas.

Hoy se renuevan esos 'consejos'. Según parece, incluyen un reproche a la indolencia del Gobierno en las reformas pendientes: energía, liberalización de servicios y Administraciones Públicas. Además, se recomienda una vuelta de tuerca más a la reforma laboral, recorte de las pensiones (“factor de sostenibilidad” es la coartada) y revisión del sistema fiscal. Más pasos adelante en la poda del Estado del bienestar. Siempre en la misma clave de austeridad como palanca de saneamiento. Esta vez con ciertas concesiones, como la flexibilización del calendario para alcanzar en 2016 el comprometido 3% de déficit público y, eso sí, un sonoro rasgado de vestiduras por las “inaceptables” cifras de paro en España. Especialmente el paro juvenil, pendiente de ese plan europeo de 6.000 millones cuya urgente aplicación reclamó ayer en París el presidente Rajoy.

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