domingo, 31 de julio de 2011

quebradas, rios y valles en la morfologia del norte argentino

Panorama Científico

Quebradas, ríos y valles en la morfología del norte argentino
Puntaje (0 votos): 0.0Tu Puntaje: No rating set 1 2 3 4 5 Por RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas


Lunes 22 de Noviembre de 2010 Opinión



Una de las preguntas habituales de los montañistas y los guías de turismo es qué se entiende por quebrada. Y, en el mejor de los casos, qué diferencias existen entre una quebrada y un valle. Y también cuál es la diferencia entre una quebrada que lleva el nombre del río que circula por ella y otra en la que esto no ocurre.

Las preguntas se multiplican en todas direcciones relativas al origen y evolución de esos rasgos erosivos; al tipo de rocas que las sostienen; al clima que actúa sobre ellas; a los sucesivos climas que intervinieron en su formación, tanto en el pasado histórico, como prehistórico o geológico; a la estructura tectónica de las rocas que atraviesan; y así, sucesivamente.

Lo primero que hay que advertir es que no existe una definición clara y concreta sobre qué es una quebrada. El diccionario de la Real Academia Española precisa que es un “paso estrecho entre montañas” o una “hendidura de una montaña” y, recién en su acepción número 13, aclara que es un americanismo empleado para nombrar un “arroyo o riachuelo que corre por una quiebra”.

En el Diccionario de Regionalismos de Salta, José Vicente Solá describe al quebradeño como al habitante de la quebrada, pero nada dice de la definición de ésta. Tampoco hay precisiones en escritos de Fernando Figueroa, Andrés Fidalgo, Lafone Quevedo ni Atilio Cornejo.

Sí encontramos una definición y formas de uso en la literatura regional, en el voluminoso diccionario de Osan de Pérez Sáez y Pérez Sáez. En él, los autores dicen que es una “hendidura prolongada entre montes, especialmente el lecho de un río o torrente, o el arroyo que corre por ella”.

A falta de una definición técnica explicamos aquí que una quebrada es una geoforma o rasgo erosivo del relieve que comprende un valle relativamente estrecho y profundo, recorrido por un curso fluvial, con el piso cubierto por sedimentos de diferentes granulometrías (gravas, arenas, limos, arcillas), generalmente con una fuerte pendiente entre los dos extremos, que profundiza o atraviesa una montaña (o cadena de montañas), pudiendo o no coincidir con una falla, un conjunto de fallas o un lineamiento de la corteza terrestre. En el NOA lo usamos en forma generalizada para cualquier curso, arroyo o río, sea cual fuere su tamaño, más allá de las que son íconos geográficos como las de Humahuaca, Escoipe, Toro o Las Conchas.

Gran parte de la economía del NOA se desarrolla en valles y quebradas. De acuerdo con su orientación, las quebradas pueden cortar transversalmente un cordón montañoso o correr encajonadas entre dos cordones montañosos. Su tamaño varía desde algunos centenares de metros hasta decenas de kilómetros. La Quebrada de Humahuaca, por ejemplo, corre en sentido norte a sur, encajonada entre grandes bloques montañosos (Sierra Alta-Del Mal Paso, al oeste, y Sierras de Tilcara-Horconal al este), surcada por el río Grande de Jujuy, que tiene anchos variables y que recibe otras quebradas laterales de distintos tamaños y profundidades (ríos Guerrero, Yala, León, Purmamarca, Huichaira, Jueya, Yacoraite, etc.).

Las quebradas se desarrollan en rocas de cualquier litología, sean estás ígneas, sedimentarias o metamórficas, aunque, en general, están asociadas a fracturas o fallas que han debilitado a dichas rocas. Los cauces de las quebradas pueden estar secos gran parte del año o tener agua en forma permanente. En el norte argentino, el flujo de los ríos es de dirección variable.

Si bien la mayoría corre hacia el sur (Luracatao, Calchaquí, Grande de Jujuy) y están alimentados por otros transversales a ellos con dirección oeste-este, o viceversa, también se dan casos de ríos que fluyen de sur a norte como el río Santa María, la Quebrada de las Arcas y el Río de las Conchas.

El otro término de amplio uso es valle y en el caso del norte argentino se corresponden con fosas tectónicas en compresión, por cuyo fondo plano y generalmente fértil corren ríos que cruzan los bloques de montañas a través de quebradas y que, finalmente, conectan a un valle con el otro.

Un perfil transversal en Salta nos muestra el Valle Calchaquí, surcado por el río homónimo, que se une al río Santa María para formar ambos el Río de las Conchas, que atraviesa la quebrada homónima (mal llamada de Cafayate), para atravesar el Valle de Lerma como río Guachipas. Este se une al río Arenales para formar el Juramento y así atravesar el cañón homónimo hacia el este, hasta alcanzar el Valle de Siancas y, finalmente, atravesar las estibaciones australes de las Sierras Subandinas para internarse en la llanura chaqueña. Desde el este hacia el oeste, los valles son cada vez más anchos. Así, el Valle de Luracatao es más estrecho que el Valle Calchaquí, que a su vez es más estrecho que el Valle de Lerma, y éste, a su vez, es más estrecho que el Valle de Siancas.

Dicho de otra manera, desde el borde de la Puna hacia el oriente los valles son cada vez más anchos, hasta alcanzar la amplia planicie sedimentaria del Chaco salteño. Con respecto a las toponimias, generalmente las quebradas reciben la denominación del río que corre por ellas (Calchaquí, Toro, Escoipe, Capillas, Las Arcas, etc.). La excepción la encontramos en el río Grande de Jujuy, que corre por la Quebrada de Humahuaca. Es interesante resaltar que en algunos casos existe un fuerte control tectónico o de composición de las rocas (litológico) o ambos. Por ejemplo la Quebrada del Toro, que contiene al río homónimo, circula en gran parte asociada al lineamiento tectónico llamado de Calama-Olacapato-Toro. En su último tramo, entre Ingeniero Mauri y Campo Quijano, corre profunda y estrechamente encajonada en las rocas precámbricas marinas de lajas grises de la Formación Puncoviscana. Mientras que aguas arriba de Ingeniero Mauri, lo hace sobre rocas blandas de gravas jóvenes de edad terciaria, menos consolidadas, con lo cual la quebrada se abre y se hace más ancha y menos profunda.

El río Grande de Jujuy, que corre por la emblemática Quebrada de Humahuaca, de grande sólo tiene el nombre, ya que se trata de un curso anastomosado de poco caudal.

Esa fue la razón de que ya el famoso viajero inglés Joseph Andrews, en su paso por el norte argentino camino a Potosí, en 1826, se preguntara por su origen y llegara a la conclusión de que no podría haberse formado de otra manera que no fuese como un gigantesco canal por el cual se vaciaron las aguas del ¡Diluvio Universal!

Más allá de lo anecdótico y las definiciones, quebradas, ríos y valles constituyen elementos vitales del relieve por su gran valor paisajístico, biológico, económico, histórico, geológico, hídrico y turístico, dentro de la fisiografía del norte argentino.



Las quebradas se desarrollan en rocas de cualquier litología, sean estás ígneas, sedimentarias o metamórficas.


El río Grande de Jujuy, que corre por la emblemática Quebrada de Humahuaca, de grande sólo tiene el nombre.


Una de las preguntas habituales de los montañistas y los guías de turismo es qué se entiende por quebrada.

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