martes, 12 de enero de 2016

La primera ley salteña de petróleo

Ricardo N Alonso
dr en Ciencias Geologicas
Unsa - Conicet


Una historia que describe a la Salta de trece décadas atrás y muestra problemas de subdesarrollo plenamente vigentes.
Es interesante señalar el paralelismo sincrónico existente entre los pedidos de privilegio para explorar petróleo en Salta y Jujuy, en los primeros años de la década de 1880.
Por un lado, Teófilo Sánchez de Bustamante (1828-1884), creó una compañía con su nombre y se asoció a empresarios de Buenos Aires, los señores Altgelt, Méndez y Dudigñac, a los fines de extraer petróleo de la Laguna de la Brea en Jujuy. Pero al mismo tiempo, dos de los socios de Sánchez de Bustamante, Altgelt y Méndez, con o sin anuencia de este, no lo sabemos, iniciaron trámites para pedir exclusividad de exploración por petróleo en Salta.
El pedido comprendía desde los Valles Calchaquíes por el sur hasta las sierras que limitan con Bolivia y la llanura chaqueña por el norte. Esta vasta extensión, prolijamente detallada en la presentación al Gobierno de Salta, abarcaba lo que hoy se conoce como la Cordillera Oriental y las Sierras Subandinas.
 
En suma solicitaron toda la zona de la provincia de Salta, en que se conocía, o bien se suponía, la existencia de yacimientos petrolíferos, para explorarlos bajo ciertas condiciones y privilegios.
Fue así como estos empresarios lograron que se les otorgara por ley la primera concesión del Gobierno de Salta en materia petrolífera. La ley, previo paso por la legislatura, fue promulgada el 4 de agosto de 1882 por el gobernador Dr. Miguel S. Ortíz. Todos los trámites relativos a la solicitud fueron llevados a cabo por Blas María Arias, a la sazón apoderado de los empresarios porteños y se presentaron ante el Poder Ejecutivo el 27 de julio de 1882.
La Ley N§ 95, firmada por Manuel S. Sosa y Nicolás Arias, por la Cámara de Senadores, y Felipe D. Pérez y Emilio F. Cornejo, por la Cámara de Diputados; junto con el correspondiente decreto firmado por el gobernador Ortíz y su ministro Manuel Solá, dieron el puntapié inicial a la industria salteña de los hidrocarburos que alcanzó su apogeo a mediados del siglo XX.
Los diarios salteños de la época se hicieron eco de los debates parlamentarios en torno a esta nueva riqueza que para entonces hacía florecer importantes ciudades en los Estados Unidos.
 
Dicha información fue rescatada en un interesante folleto del historiador salteño Miguel Solá, titulado "Antecedentes Petrolíferos de la Provincia de Salta (1882-1957)", con prólogo de Ernesto M. Aráoz y que fuera publicado en Buenos Aires por la imprenta López.
 
Agradezco el obsequio de este raro folleto a la señora Susana Castellanos de Klix.
Es interesante remarcar que Manuel Solá, en su magnífica y todavía útil "Memoria Descriptiva de la Provincia de Salta" (1888), se queja que hasta esa fecha y habiendo transcurrido ya un lustro desde que Altgelt y Méndez obtuvieran la concesión exclusiva de petróleo en la provincia, dicha empresa "no ha hecho todavía ninguna manifestación de preocuparse de tan importante negocio".
Este comentario, expresado por alguien muy bien informado y cuya firma de ministro formó parte del documento de concesión, probaría que para entonces la empresa ya había fracasado.
 
El Art. 2, del decreto del Poder Ejecutivo aclaraba que: "El privilegio durará 17 años, de los cuales los dos primeros años se conceden para los trabajos preparatorios de exploración científica e instalación de maquinarias". Por su parte el Art. 3, señalaba que: "El privilegio caducará si a los dos años primeros no se hubiese dado comienzo a la explotación práctica". El Art. 4, tenía que ver con la eximición total de impuestos por los primeros cuatro años.
Resulta interesante bucear en las biografías, hoy prácticamente desconocidas, de aquellos primeros empresarios petroleros.

"La Ley Nº 95, dio el puntapié inicial a la industria salteña de los hidrocarburos, la cual alcanzó su apogeo a mediados del siglo XX".
Uno de ellos era el alemán Adam Karl Adolf Altgelt Scheuten (1829-
1905), quien se radicó en Buenos Aires y casó con una dama porteña, doña Laura Micaela Tornquist Camusso con quien tuvo cinco hijos, entre ellos Carlos, Rosa Laura, Isabel Laura, Laura y Cristian Hugo Altgelt Tornquist. Tenía un hermano, Johann Wilhelm Altgelt y provenían de Krefeld (Rheineland) en la antigua Prusia.
 
Adam Altgelt llegó a Buenos Aires a mediados del siglo XIX y se dedicó a los negocios y más tarde a las finanzas. Fundó una empresa importadora y exportadora dedicada al comercio de lana, cueros y maquinaria agrícola (Altgelt, Ferber y Cía.). Luego fue uno de los fundadores de la banca "Eberfeld, Altgelt y Bunge", y gozó de prestigio como banquero y hombre de las altas finanzas. Su hija Rosa Altgelt se casó con el famoso banquero Ernesto Tornquist, de quién además ella era prima hermana.
El otro socio de Altgelt y Méndez, era Teófilo Méndez, que junto a sus hermanos Nicanor y Agustín, fueron quienes instalaron el primer sistema de tranvías de Buenos Aires con tracción a sangre. Estos hermanos, hijos de don José María Méndez y Zelada y de doña Aniceta Melian, desarrollaron una vasta actividad comercial y empresaria. De ellos, quien se puso a cargo de las cuestiones petroleras, fue Teófilo Méndez (1838-1891). Existen serias dudas sobre los resultados obtenidos por la empresa petrolera Altgelt y Méndez, ya que las referencias a un pozo por ellos perforado, que alcanzó los 92 m de profundidad, sin haber atravesado la marga que recubre a la formación petrolífera, sería en realidad el pozo ejecutado por Teófilo Sánchez de Bustamante en Laguna de la Brea, o sea en Jujuy y no en Salta. De todos modos debe tenerse presente lo que ya fuera señalado en el sentido que Algelt y Méndez, junto a un tal Ezequiel Dudigñac, eran a la vez socios de Sánchez de Bustamante en Jujuy.
Otro dato valioso es la referencia en el Boletín del Departamento Nacional de Arquitectura de 1884 (Tomo VIII, páginas 526 y 567) donde se menciona que habían llegado al puerto de Rosario máquinas de perforación de una empresa de capitales alemanes, las cuales estaban listas para ser enviadas a destino.
 
Al otorgarse en 1882 la concesión a Algelt y Méndez, un artículo en el diario salteño "La Reforma", del 1 de noviembre de 1882, finalizaba con palabras que siguen siendo válidas: "Una nueva industria... probará a propios y extraños lo que vale el Norte argentino, tan ignorado y tan desdeñado por los hombres del Litoral y especialmente por nuestros grandes estadistas nacidos en el puerto".
Remachaba con un "He aquí una razón más para acelerar los trabajos de prolongación del ferrocarril". Y concluía diciendo: "La vía férrea es la base sobre la que reposan y se desenvolverán centenares de empresas que necesitan del transporte rápido y barato para mover las maquinarias y sacar los productos". Han pasado más de 130 años y estos conceptos, aún en otro contexto, tienen plena vigencia.