lunes, 26 de diciembre de 2011

¿Qué son las tierras raras?

RICARDO N. ALONSO. Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-CONICET)

lunes 26 de diciembre de 2011 Opinión



Las tierras raras son óxidos metálicos valiosos, que tienen una gran cantidad de aplicaciones en las modernas tecnologías. Su utilización se va incrementando año tras año con el descubrimiento de nuevos usos, y la República Argentina tiene algunos depósitos descubiertos y un buen potencial para el descubrimiento de otros nuevos.

Las tierras raras o REE (Rare Earth Elements) comprenden un grupo de elementos químicos de la serie de los lantánidos que son: lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometeo, samario (conocidos como las tierras raras livianas o Light Rare Earth Oxides) y el europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio (conocidos como las tierras raras pesadas o Heavy Rare Earth Oxides).




En forma general se consideran también al itrio y el escandio entre las tierras raras. Salvo el prometeo, todos los demás lantánidos se encuentran como óxidos metálicos contenidos en unos 25 minerales, de los cuales los más importantes y que se explotan económicamente son bastnaesita (flúor carbonato de tierras raras), monazita (fosfato de tierras raras) y xenotima (fosfato de itrio).

Las tierras raras son, sin duda, los minerales del futuro ya que día a día entran en nuevas aplicaciones de la sofisticada tecnología moderna. El cerio y el erbio participan de la composición de aleaciones metálicas especiales; el neodimio, holmio y disprosio son necesarios en ciertos tipos de cristales de láser; el samario es un componente esencial de los imanes permanentes más intensos que se conocen y que han abierto el camino para la creación de nuevos motores eléctricos; el iterbio y el terbio tienen propiedades magnéticas que se aprovechan en la fabricación de burbujas magnéticas y dispositivos ópticos-magnéticos que sirven para el almacenaje de datos en las computadoras; y, el europio y el itrio, excita al fósforo rojo en las pantallas a color.

Otras aplicaciones tienen que ver con fenómenos catalíticos en la refinación del petróleo, elaboración de cerámicas superconductoras, fibras ópticas, refrigeración y almacenaje de energía, vidrios de alto índice, polvos de pulido en óptica, baterías nucleares, captura de neutrones, tubos de rayos X, comunicación por microondas, tubos de haz electrónico, equipos de imágenes en medicina, entre otros usos relevantes de las tecnologías modernas.

Sin ir más lejos, los electroimanes que se usan en las turbinas eólicas o en los trenes de levitación magnética de alta velocidad (Mag Lev) están fabricados por una aleación de neodimio y boro. Al presente se ha señalado la presencia de depósitos de tierras raras en rocas alcalinas de Salta, Jujuy y San Luis.

También se han mencionado en Santiago del Estero. Muchas rocas pegmatitícas del ámbito de Sierras Pampeanas tienen concentraciones anómalas.

El interés por las tierras raras en Salta, viene de la época en que un geólogo ya fallecido de la Dirección de Minas local, el Dr. Eduardo Briatura, dio a conocer en la década de 1970, en El Tribuno, la posibilidad de la existencia de esas sustancias -principalmente europio- en los Valles Calchaquíes.

También la Comisión Nacional de Energía Atómica realizó estudios en busca de minerales de torio y otras sustancias radiactivas asociadas con tierras raras en distintos lugares del norte argentino.

La cuestión cobró mayor interés cuando Vicente Méndez, Carlos Lurgo, Eduardo Zappettini, geólogos de la ex Fabricaciones Militares, dieron a conocer el hallazgo de rocas carbonatíticas en la cadena montañosa que limita por el oeste a Salinas Grandes y a la Laguna de Guayatayoc.

Las carbonatitas, que son rocas muy prometedoras para la prospección de tierras raras, se formaron por inyección de un magma rico en carbonatos asociado a rocas graníticas de naturaleza alcalina que se encuentran en las localidades salteñas de Cobres y Rangel, así como en Tusaquillas (Jujuy).

Allí se centraron en la década de 1980 los estudios preliminares del Dr. Hasime Takahashi experto japonés en tierras raras de la JICA (Japan International Cooperation Agency) como parte del llamado plan de “Prospección y exploración de tierras raras en la provincia de Salta”.

Este fue un esfuerzo conjunto del Gobierno provincial con la agencia japonesa. El consumo de tierras raras creció exponencialmente con su utilización en pantallas de televisión y computadoras, en soportes magnéticos, teléfonos celulares, lámparas fluorescentes, láseres de alta velocidad y otros productos de la electrónica moderna.

El principal productor fue Estados Unidos con su mina de Mountain Pass en California.

Sin embargo, cuando los chinos comenzaron a explotar sus grandes yacimientos como el de Bayan Obo, los precios cayeron y los americanos cerraron su mina. China concentra hoy el 90% de las reservas mundiales.

Los Estados Unidos están retrasados en su programa de tierras raras. Japón, que es un gran consumidor, depende de China.

Pero ahora, a raíz de un planteo de soberanía sobre una isla en disputa, China dejó de venderle. Ello obliga a japoneses, coreanos y otros grandes fabricantes de tecnología a salir a abastecerse en países no convencionales con lo cual se abre un futuro promisorio en la prospección de esas sustancias en nuestro país.

Lo interesante a destacar es que las tierras raras forman parte de los nuevos minerales ecológicos ya que entran en la fabricación de una amplia gama de productos de las llamadas tecnologías limpias.

Tecnología automotriz

Los nuevos tipos de autos eléctricos, que no consumen combustibles fósiles y por lo tanto no generan gases contaminantes, tienen en sus componentes numerosos elementos del grupo de los lantánidos o tierras raras. Asimismo, las baterías de autos eléctricos requieren lantano, cerio, praseodimio y neodimio, así como también otro elemento ecológico: el litio.

Lo mismo ocurre con los electroimanes que se utilizan en las turbinas eólicas para la generación de energía eléctrica. Estas turbinas requieren poderosos electroimanes que no pueden lograrse con las aleaciones férricas tradicionales y que en cambio necesitan de praseodimio, neodimio, samario y disprosio.

Lo mismo ocurre con los films de celdas fotovoltaicas los que requieren para su fabricación de elementos químicos raros y escasos, aún cuando no forman parte de las tierras raras, como son el indio, galio y telurio.

De allí entonces que para ir hacia un mundo más verde y menos contaminado, es esencial la minería de las tierras raras, las que se explotan igual que cualquier otra mina a cielo abierto y cuyos óxidos se consiguen por el tratamiento metalúrgico químico de las rocas procesadas.

Así como hoy es imposible prescindir de las tecnologías avanzadas, también resulta imposible prescindir de la minería que es la que le da el sustento de las materias primas esenciales e irremplazables.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Miembre de remes Fundacion Mundial de Escritores en Español

- Alonso, Ricardo N.
- 1954, Salta, Argentina
- Salta, Argentina
- Geólogo, Profesor Universitario




Profesor de la Universidad Nacional de Salta (Argentina).
Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina).

Premio Nacional de Ciencia “BERNARDO HOUSSAY”. CONICET. 1987.
Premio “PROF. AMADEO R. SIROLLI”. Tesis Doctoral. UNSa Asociación Cultural Internacional. 1988.
Premio PERSONA al: “Joven Destacado del Año”. Fundación de Canal 11. 1989.
Premio AGEUS (Asoc. Geol. de Estud. Univ. de Salta). 1989.
“Fellow”. Geological Society of America. 1990 (GSA honor 25 years members: http://rock.geosociety.org/membership/25Yearmembers.asp.
“Fellow”. Society of Economic Geologist. 1991.
Prepidolops alonsoi. Dedicatoria de especie fósil (*)
(*) Pascual, R. (1983). Novedosos marsupiales paleógenos de la Fm. Pozuelos (Grupo Pastos Grandes) de la Puna, Salta, Argentina. Ameghiniana, 20 (3 4): 265 280. Bs. As.
Premio “Ing. Victorio Angellelli”. Asociación Geológica Argentina, Buenos Aires. 1996.
Premio ADEPA, Buenos Aires, 1999 (El Jurado de la Asociación de Entidades Periodísitcas Argentinas estuvo integrado por Dr. Rosendo Fraga, Dr. Armando Alonso Piñeiro, Dr. Juan Luis Gallardo y Prof. Enrique Mayochi).
Premio “Olimpia” en el rubro: Científico. Salta, 2000 (En función de este premio el suscrito recibió una nota personal de felicitaciones por parte del Sr. Gobernador de la Provincia de Salta, Dr. Juan Carlos Romero, con fecha 28-4-2000).
Primer Premio, Monografías, I Jornadas Latinoamericanas de Medio Ambiente, Salta, 2004 (trabajo jurídico-técnico con la colaboración de la Dra. Victoria Mosmann).
Distinción Nacional de Minería. Buenos Aires, 2006. Plaqueta en reconocimiento a la actividad informativa sobre minería y medio ambiente.
Premio Nacional de Minería, “Minero del Año”, Máxima distinción de la Minería Argentina, Panorama Minero, Hotel Hilton, Buenos Aires, 15 de noviembre de 2007. Estatuilla.
Premio “ASOCIACIÓN GEOLÓGICA ARGENTINA 2010”. Año del Bicentenario. Se otorgó “En reconocimiento a la trayectoria en el campo de la Geología de Yacimientos”, Buenos Aires, 17 de diciembre de 2010. Diploma y Medalla.

http://www.eltribuno.info/salta/opinion.aspx
http://www.geologica.org.ar/
http://www.insugeo.org.ar/
http://www.todoeshistoria.com.ar/
http://www.csic.es/web/guest/home


Bibliografía:

Libros:
Alonso, R.N. 1995. DICCIONARIO MINERO. Glosario de voces utilizadas por los mineros de Iberoamérica. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ISBN 84-00-07545-5, 263 p. Madrid.

Alonso R.N., 1998. Los Boratos de la Puna. Con Prólogo del Dr. José A. Salfity (CONICET-UNSa). Edición Cámara de la Minería de Salta. ISBN 987-43-7960-X, 196 pp. Salta (Tesis doctoral del autor publicada por interés del sector minero).

Alonso, R.N., Navamuel, E., y Taruselli, E., 2000. Cabra Corral: Geología, Arqueología e Historia, 144 p., ISBN 987-542-007-7, Ed. Gofica, Salta.

Tomassini, A. y Alonso, R.N., 2000. Esteco, el viejo (1566-1609). ISBN 987-542-020-4, 116 p. Ed. Gofica. Salta

Alonso, R.N., 2003. Las Cordilleras del Poniente. Con prólogo del Dr. Florencio G. Aceñolaza. UNSa-CONICET, ISBN 987-20953-4-5, 110 p., Ed. Crisol. Salta

Alonso, R.N., 2004. Minería y Medio Ambiente. Con prólogo del Ing. Jorge Fillol Casas. Cámara de la Minería de Salta, ISBN 987-20953-8-8, 150 p. Salta

Alonso, R.N. (Ed.), 2004. La Provincia de Salta: Enfoques y Perspectivas. Crisol Ediciones, ISBN 987-1209-01-0, 174 p. Salta

Alonso, R.N., De los Hoyos, L., y González, C.E., 2004. Minería. Propuestas y reflexiones sobre una actividad productiva esencial. Cámara Minera de Jujuy, ISBN 987-21420-1-7, 223 p., Salta (Declarado de Interés Legislativo. Legislatura de Jujuy. Resolución 23/04. 23 de Setiembre de 2004. San Salvador de Jujuy).

Alonso, R.N., 2005. Los Antiguos Mineros. Ensayos para una Historia de la Minería de Hispanoamérica. Crisol Ediciones, ISBN 987-1209-11-9, 168 p. Salta. Tercera Edición: Alonso, R.N., 2010. Los Antiguos Mineros. Ensayos para una Historia de la Minería de Hispanoamérica. Mundo Editorial, ISBN 987-1618-42-2, 196 p. Salta.

Alonso, R.N., 2006. Historia Geológica de Salta y Reflexiones sobre los Andes. Breve ensayo sobre filosofía de la geología. Con prólogo del Dr. Victor A. Ramos. UNSa-CONICET, Crisol Ediciones, ISBN 10 987-1209-16-9; 13 978-987-1209-16-3, 125 p. + ilustraciones, Salta (Declarado de interés por el Gobierno de la Provincia de Salta, Decreto Nº 958, Poder Ejecutivo, 19-Marzo-2007). También segunda edición y primera de Mundo editorial: Alonso, R.N., 2010. Historia Geológica de Salta y Reflexiones sobre los Andes. Breve ensayo sobre filosofía de la geología. Con prólogo del Dr. Victor A. Ramos. UNSa-CONICET, Mundo Editorial, ISBN 978- 987-1618-08-8;, 128 p. + ilustraciones, Salta.

Alonso, R.N., 2007 (Comp., y Ed). Minería de Salta. Prospección, Producción y Exportaciones. Gobierno de Salta, Crisol Ediciones, ISBN 978-987-1209-17-0, 284 p. + ilustraciones, Salta. (Declarado de interés por el Gobierno de la Provincia de Salta, Decreto Nº 1626 del Poder Ejecutivo, 16-Junio-2007).

Alonso, R.N., 2007 (Comp., y Ed). Actividad Minera en Salta (2005-2007). Gobierno de Salta, Crisol Ediciones, ISBN 978-987-1209-39-2, 337 p. + ilustraciones, Salta.

Alonso, R.N., 2007. Dinosaurios: Salteños y Argentinos. Un Fascinante Capítulo en la Historia de la Tierra. Con prólogo del Dr. Fernando Novas. U.N.Sa-CONICET, Crisol Ediciones, ISBN 978-987-1209-330, 180 p. Salta (Seleccionado por el Gobierno de Salta para ser presentado en la Feria del Libro 2009, Bs.As.).

Alonso, R.N., 2008. Rocas y Fósiles del Cerro San Bernardo. Una historia de 500 millones de años. Con prólogo de Gregorio Caro Figueroa. U.N.Sa-CONICET. Crisol Ediciones, ISBN 978-987-1209-41-5, 156 p. Salta.

Alonso, R.N., 2008. La Puna Argentina. Ensayos históricos, geológicos y geográficos de una región singular. Con prólogo de la Dra. Teresa E. Jordan. Crisol Ediciones, U.N.Sa-CONICET, ISBN 978-987-1209-58-3, 320 p., Salta. Segunda Edición: Alonso, R.N., 2010. La Puna Argentina. Ensayos históricos, geológicos y geográficos de una región singular. Con prólogo de la Dra. Teresa E. Jordan. Mundo Editorial, Ediciones del Bicentenario, U.N.Sa-CONICET, ISBN 978-987-1618-32-3, 360 p., Salta.

Sorentino, C.M.R. y Alonso, R.N., 2009. Propiedades de las piedras, alquimia y recetas médicas en un manuscrito del siglo XIX. Quebrada de Humahuaca, Jujuy. Instituto de Investigaciones en Antropología Médica y Nutricional (La Plata-Salta). Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-01-9, 116 p. Salta.

Alonso, R.N., 2009. Geología del Paisaje. Salta y su Patrimonio Natural. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-24898-9-2, 208 p. Salta.

Alonso, R.N., 2010. Breve Historia de la Geología de América Latina. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-04-0, 120 p. Salta.

Alonso, R.N., 2010. Minería para No Mineros. Lecciones básicas sobre Minería y Medio Ambiente. Ediciones del Bicentenario. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-17-0, 184 p. Salta.

Alonso, R.N., 2010. Historia de la Minería de Salta y Jujuy, siglos XV a XX. Mundo Gráfico Salta Editorial, Ediciones del Bicentenario, ISBN 978-987-1618-19-4, 332 p. Salta.

Alonso, R.N., 2011. Los fósiles y el tiempo profundo. Reflexiones en torno a la filosofía de la Paleontología. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-46-0, 168 p. Salta.

Alonso, R.N., 2011. Riesgos geológicos en el Norte Argentino. Terremotos, volcanes, avalanchas, inundaciones, desertización y otros fenómenos naturales. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-50-7, 244 p. Salta.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Los Incas y el medio ambiente

RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)


lunes 21 de noviembre de 2011 Opinión


Perú y Bolivia, que fueron el centro de extracción de oro y plata durante el dominio español, pasaron a depender, a mediados del siglo XIX, del comercio del guano. Los excrementos de aves marinas de la costa peruano-boliviana alcanzaron tal valor en Europa como fertilizantes, que su dominio -junto al de los nitratos-llevó a la Guerra del Pacífico de 1879. A consecuencia de ello, cambió el mapa geopolítico de la América del Sur, con el avance de Chile sobre el desierto de Atacama y la consecuente pérdida del litoral para Bolivia y de las provincias australes para el Perú.

La formación del guano tiene que ver con especiales causas biológicas y geológicas. La actual costa norte chilena y sur peruana es el teatro del intercambio oceanográfico entre la corriente fría de Humboldt, de origen antártico, y la corriente cálida ecuatoriana. La primera es riquísima en nutrientes y pobre en fauna, mientras que la otra es exactamente lo inverso. Por ello, y a expensas de los caldos orgánicos microscópicos, se desarrollan enormes cardúmenes de peces plateados que atraen y sirven de alimento a inmensas colonias de aves marinas que viven en la costa e islotes próximos.


Sus excrementos se acumulan en capas que crecen continuamente en razón de la hiperaridez de la región. No hay que olvidarse de que se trata del desierto más árido del planeta, donde a causa de la elevación de los Andes -que actúa de barrera a los vientos húmedos- y otras razones climáticas, no ha llovido en los últimos millones de años. Gracias a ello, el guano ha podido acumularse hasta alcanzar grandes espesores, convirtiéndose en la parte más profunda en una materia mineral donde se observa cristales de oxalatos, carbonatos, cloruros y sulfatos de amoniaco, así como ácido úrico. El guano de aves marinas es el mejor fertilizante natural conocido, a causa de sus equilibradas proporciones de nitrógeno, fósforo y potasio. Esto lo sabían muy bien los incas, quienes lo explotaban sin alterar a las aves ni el equilibrio ecológico y lo usaban para abonar sus tierras. Garcilaso de la Vega escribió sobre el tema en 1604, acerca del uso del abono y el celo en cuidar a las aves productoras del estiércol “so pena de la vida”.

Los incas cuidaron sus aves y fueron buenos ecologistas o defensores del medio ambiente, como diríamos ahora. Hicieron también una red vial a través de todo el imperio desde Ecuador hasta Mendoza, con epicentro en el Cuzco. El Altiplano y la Puna están llenos de los “caminos del inca” que en muchos casos pasan por yacimientos mineros que ellos descubrieron o explotaron. Los incas fueron grandes mineros y tuvieron una metalurgia descollante. Pedro Cieza de León cuenta en 1535 que cuando llegó al Cuzco encontró un galpón lleno de barretas de cobre que los incas usaban en las faenas mineras. Los incas tenían un léxico abundante para designar los distintos minerales, herramientas, tipos de labores y formas de beneficio.

Llamaban así “cori” al oro, “colqui” a la plata, “llimpi” al mercurio, “anta” al cobre, “tacana” al sulfuro de plata, “soroche” al sulfuro de plomo argentífero, entre otros. El orden en que utilizaron los metales en la región centroandina fue: primero, los minerales preciosos oro y plata, además de cobre, y luego, los bronces en distintas aleaciones arsenicales y estanníferas. Además los incas adoraban los baños en las aguas termales (Incachule, cerca de San Antonio de los Cobres, significa justamente “baños del inca”). Las aguas eran lugares especiales de descanso y, por ello, los caminos incaicos las unían. Los españoles, so pretexto, desconfiaron de los manantiales termales, aduciendo que las aguas sulfuradas y su olor a azufre les recordaban el Averno.

Ahora bien, los españoles que conquistaron Perú encontraron un territorio feraz que había sido transformado en un vergel por el hombre andino. Los incas y sus predecesores vivían en armonía con la naturaleza, siguiendo claras pautas ecológicas en lo que a conservación y manejo de los suelos y las aguas se refiere. Cuidaban celosamente el medio ambiente. Prueba de ello son las increíbles andenerías que se observan por doquier, cuando se recorre el país.

Los andenes fueron la solución inteligente para poder desarrollar cultivos en las escarpadas laderas montañosas. Los andenes consistían en un muro de piedra vertical y el relleno del espacio entre este y la ladera del cerro hasta lograr una superficie horizontal. La construcción se hacía levantando paredes verticales de piedra, rellenando luego el espacio vacío con cascajo, en la parte inferior, y tierra, en la superior. Los muros de contención tenían un frente que, en muchos casos, era de piedra labrada y que demuestra un esmerado trabajo de cantería.

Cuando se observa un andén derruido, es sorprendente ver cómo estaba compuesto su interior. Se trata de la reconstrucción artificial de un suelo verdadero, donde existen una serie de capas estratificadas que evidencian hasta qué punto manejaron la ciencia de la edafología. Así, arriba del cascajo grueso usado como relleno, se disponen unos 60 cm de “tierra”, diferenciada en varios horizontes. Hay capas de arcilla para impermeabilizar y prevenir un drenaje demasiado rápido del agua y capas de materia orgánica abajo y de tierra agrícola en la superficie. Los suelos eran preparados de acuerdo con las regiones y los cultivos que se quería realizar. Las cenizas volcánicas, que a veces constituían parte del terreno, el guano de las aves y los excrementos de camélidos se utilizaban como fertilizantes.

Los andenes respetaban las curvas de nivel, siguiendo un riguroso trazado geométrico. Ello prueba, por un lado, que manejaban técnicas topográficas y, por otro, que tenían claro el problema de la erosión. La erosión es, precisamente, uno de los flagelos de los suelos cultivables del hombre moderno. Además, el sistema de regadío, con el agua bajando gravitatoriamente desde un andén superior a otro inferior, permite ver cuán ajustados estaban los mecanismos de irrigación.

En este sentido, son dignos de apreciar los trabajos de canales, algunos de varias decenas de kilómetros de longitud, que les permitían llevar agua desde las vertientes en las montañas a lejanos sembradíos. Maravilla todavía observar la ligera pendiente de los canales, las obras de arte para sortear escollos, el frenado y acelerado del agua según las circunstancias, que prueba los acabados conocimientos de las ciencias hidráulicas con que contaban los antiguos pueblos peruanos. A ello debe sumarse los trabajos de captación de agua subterránea o las excavaciones (cochas) para acercar los cultivos al nivel freático, todo lo cual se observa en regiones áridas. Los pueblos andinos alcanzaron un alto grado de desarrollo en cuestiones agrícolas y prueba de ello son el millón de hectáreas de andenería que dejaron a la posteridad y de las cuales se aprovecha actualmente una mínima parte.

En verdad, impresiona pensar en la cantidad de energía humana que fue necesaria para llevar adelante las obras, lo cual fue posible por el empleo organizado de la mano de obra, llamado “mittani”. Los incas y sus predecesores fueron excelentes ingenieros, geólogos, arquitectos, agrónomos e hidráulicos, con ideas ecológicas claras, cuya ciencia debería hoy recuperarse en orden a salvar miles de años de experiencia empírica.

lunes, 5 de diciembre de 2011

articulo sobre la zona de vidriales en Zanora, con fotos de Domingo Alonso

Fuga al Valle de Vidriales

Antonio Casado

http://www.diariodirecto.com 28/12/07

Fechas propicias para la evasión y la búsqueda del remanso en el turbulento río que nos lleva. Aprovecho el paréntesis navideño para cerrar bajo siete llaves los asuntos de la actualidad política y fugarme al Valle de Vidriales (Zamora), a la sombra muda del mítico pico Teleno.

En sus pueblos, también en el mío, Ayoó (el Ageo monástico de la repoblación meridional del reino astur-leonés), el monte avanza hacia casas en silencioso, humilde e ignorado contraataque de la Naturaleza frente al insolente reinado del ladrillo en otras partes. Aquí la madre Tierra resiste, pero llora la marcha de sus hijos mientras pasa factura la despoblación en este olvidado feudo de la quietud y el viento enamorado de los chopos.



La escapada, no solo ecológica, comienza en Quiruelas (A-52, autovía de las Rias Bajas) y termina en Ayoó de Vidriales, donde se encuentran las fuentes del arroyo Almucera, cuya cuenca natural es el regazo del Valle, flanqueado a su vez por los Valles del Tera y el Eria. A los políticos no se les ha perdido nada por aquí. Tampoco encontraremos referencias adecuadas en las rutas turísticas de la provincia. Sin embargo, los ahora desanimados pueblos de la comarca han visto pasar la historia. Para dar fe quedan numerosos testimonios en buen estado de conservación, gracias a sus prolongados periodos de aislamiento y el abandono de los poderes públicos.

He dejado la autovía en Quiruelas para adentrarme sin prisa, una vez más, por la carretera comarcal que sigue el humilde curso fluvial del Almucera. Al recorrer el Valle queda a la derecha la sierra de Carpurias. A la izquierda, en la lejanía, el azulado perfil de la Sierra de la Culebra. Y al fondo, el no tan suave contorno de la Cabrera Baja. En primavera te sientes como un ermitaño lascivo. Pero ahora, recién estrenado el invierno, la melancolía deroga cualquier otro estado del alma, como el frío insoportable deroga cualquier otro capricho de la carne.



Antes de llegar a Ayoó de Vidriales, la cabecera del Valle, ya nos habrán salido al paso la sobria belleza de los campanarios, los vestigios prehistóricos de Granucillo, el castro de las Labradas (la 'numancia' de los astures, hoy Arrabalde) y el campamento romano de Petavonium (Rosinos de Vidriales), donde estuvo asentada la Legio X Gemina. Lugares de parada obligatoria. En todos ellos sentiremos la espectral compañía de los habitantes del Valle: eremitas, anacoretas -seguidores de Prisciliano y luego de Fructuoso-, mozárabes y 'foramontanos' venidos a repoblar estos campos siglo y medio después de la invasión árabe de la Península Ibérica.

El camino termina en la cabecera del Valle, donde estuvo enclavado el monasterio de Ageo (Ayoó, en la actualidad). De allí partió San Genadio para refundar al otro lado del Teleno el Monacato berciano (finales del siglo IX), según dejó escrito el propio Genadio en su 'testamento' (año 920) después de ser obispo de Astorga y retirarse al maravilloso Valle del Silencio. Pero esa es otra escapada que, de momento, no toca.

http://www.diariodirecto.com/opinion/casado/2007/12/28/517238795757.html

Ciencia y literatura en la obra de Aristarain

RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)

lunes 05 de diciembre de 2011 Opinión

El Dr. Lorenzo F. Aristarain es ampliamente conocido en la mineralogía mundial, no solo por el raro privilegio de haber descubierto varios minerales nuevos para la ciencia, sino, además, porque en vida le fue dedicado uno de ellos en su nombre: aristarainita, un raro borato hidratado de sodio y magnesio procedente de la mina Tincalayu, en Salta. Lorenzo Francisco Aristarain nació en Buenos Aires el 22 de febrero de 1926. Fue un joven destacado que egresó como licenciado en Ciencias Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en 1953, y que luego de prestar importantes servicios en el viejo Banade decidió continuar sus estudios en la Universidad de Harvard, donde obtuvo un máster en 1960 y se doctoró en Ciencias Geológicas en 1963.

En ese tiempo tomó contacto con uno de los sabios de la mineralogía mundial, el Dr. Cornelius S. Hurlbut (Jr.). Junto a él, y a un grupo de discípulos y colaboradores, descubrieron nuevas especies minerales, en especial boratos, en la Puna salto-jujeña. Minerales como la rivadavita, en honor de Bernardino Rivadavia, y ameghinita, por Florentino Ameghino, ambos boratos descubiertos en la mina Tincalayu; o teruggita, en homenaje al Dr. Mario Teruggi, de la Universidad de La Plata, descubierta en la mina Loma Blanca, en Jujuy. Todos ellos fueron aceptados internacionalmente por la Asociación Mineralógica Mundial y formaron parte de la enorme contribución de Aristarain a la ciencia y, en particular, a la mineralogía. Aristarain tuvo siempre un afecto especial por Salta, a la que dedicó parte de su vida científica. Junto al Dr. Hurlbut, visitaron varias veces la provincia en las décadas de 1960 y 1970, e incluso brindaron una conferencia en el viejo edifico del Copaipa, a la que asistí como joven ingresante en Geología.




Demás está señalar que al jubilarse, Aristarain donó su rica colección de minerales mundiales, con piezas únicas, consistente de 4.100 especímenes a la Universidad Nacional de Salta, que hoy se encuentra expuesta en el hall del edificio de Geología. Fue además el descubridor de otros dos nuevos minerales, entre ellos un fosfato de manganeso, hierro, calcio y magnesio procedente de la provincia de San Luis (beusita) y un muy raro sulfato de selenio y plomo de una mina del distrito Colquechaca en Potosí (Bolivia), al que bautizó como olsacherita, en homenaje al viejo mineralogista de Córdoba, Dr. Juan Olsacher. Aristarain descubrió cinco nuevos minerales para la ciencia que fueron aprobados por la Comisión de Nuevos Minerales y Nuevos Nombres Minerales de la Asociación Mineralógica Internacional (IMA). Téngase presente que un solo nuevo hallazgo ya da fama al mineralogista que lo descubre, y Aristarain no solo descubrió esos cinco, y un sexto le fue dedicado en su nombre, sino que, además, descubrió, estudió y reestudió otros 85 minerales a lo largo y ancho de la Argentina, todo lo cual está documentado en un centenar de trabajos publicados en las principales revistas científicas internacionales.

En estas tareas contó con el apoyo de académicos como R. C. Erd, G. D. Eberlain, H. L. Rosetto, G. H. Cozzi, M. F. W. de Schoo Lastra, H. B. Nicolli, así como su aventajado discípulo, el Dr. Jorge Rusansky. Como profesor Aristarain se desempeñó en las universidades de Buenos Aires y de La Plata, en la Universidad Autónoma de México y en la Universidad de Harvard. También se desempeñó como investigador científico del Conicet, habiendo presidido la comisión asesora de Ciencias de la Tierra en 1971 y actuó además como director de Investigaciones de la Comisión Nacional de Estudios Geo-Heliofísicos en San Miguel, Buenos Aires. En 1969 fue nombrado secretario de Minería de Argentina. Recibió además la prestigiosa beca Guggenheim para realizar estudios sobre geoquímica del boro, en el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) en Menlo Park, California. Por su amplia trayectoria científica fue elegido miembro plenario de The Society of the Sigma XI (Cambridge, USA), así como también fellow de The American Society of Mineralogy y fellow de The Geological Society of America. Pero esta nota quiere enfatizar otro aspecto de la vida y obra de Aristarain. Jubilado como profesor titular de la Universidad de La Plata en 1994 y después de haber ejercido allí la docencia por más de 23 años, se dedicó a la literatura, más concretamente a escribir guiones para su primo, el director de cine Adolfo Aristarain.

Colaboró con algunas ideas al guión de la película “Un lugar en el mundo”, que fuera estrenada en 1992 y protagonizada por Federico Luppi, José Sacristán, Cecilia Roth y Leonor Benedetto. Precisamente, la película trata de un geólogo español que llega a buscar petróleo en un pueblo de la provincia de San Luis (Argentina) y traba relación con una familia del lugar. Pasa un tiempo allí y no logra su objetivo, pero establece fuertes vínculos con los lugareños donde unos y otros de alguna manera están buscando su lugar en el mundo. La película obtuvo numerosos premios, destacándose el Concha de Oro en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y el Premio Goya a la mejor película extranjera de habla hispana, además de haber sido nominada al Oscar. Sin embargo entre los guiones que escribió Aristarain, y que se llevaron al cine, se encuentra el de la película “Lugares comunes” que fuera adaptado de su novela inédita “El Renacimiento”. Lugares comunes narra la historia de Fernando Robles (Federico Luppi), un veterano profesor de literatura, y de Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), su mujer, española, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Es una película sobre el amor, sobre el envejecimiento, sobre la familia, sobre los ideales políticos y sobre el sentido profundo de la vida. Rescato aquí uno de los pasajes del rico diálogo de los actores y que muestra un esbozo de la pluma de Aristarain: “La lucidez es un don y es un castigo. Está todo en la palabra: Lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio. Pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. Lúcido viene de Lucifer y de Lucifer viene lux, de ferous, que quiere decir el que tiene luz, el que genera luz que permite la visión interior.

El bien y el mal, todo junto. La lucidez es dolor, y el único placer que uno puede conocer, lo único que se parecerá remotamente a la alegría, será el placer de ser consciente de la propia lucidez”. Este filme recibió numerosos premios, entre ellos dos premios Goya a la mejor actriz para Mercedes Sampietro, premio al mejor guión adaptado y premio Concha de Plata a la mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Donostia, San Sebastián. La obra literaria de Lorenzo Aristarain, además de su afamada novela “El Renacimiento”, se completa con otra novela inédita (“Francisco y los barriletes”) y varios cuentos que permanecen sin editar: “Inés Cortés”, “El undécimo mandamiento”, “El acompañante”, “El conejo de terracota” y “Cinco cuentos mineros”. Con ello, el Aristarain científico demostró que se puede ser brillante en más de un campo del conocimiento.