lunes, 26 de marzo de 2012

Leonardo Da Vinci y un nuevo misterio

Ricardo N Alonso
Dr. en Ciencias Geologicas
Unsa Conicet

Se ha escrito hasta el cansancio sobre la vida y obra del gran maestro del Renacimiento italiano. Cada tanto alguien descubre algo que había pasado desapercibido, lo publica y logra impactar a la prensa mundial. Es que la figura del genial artista sigue despertando interés al conjunto de la humanidad. Leonardo es recordado no solamente por haber pintado “La Gioconda”, el cuadro más famoso del mundo, sino también por sus estudios en los más importantes campos del saber. Pensó y diseño toda clase de máquinas para volar, sumergirse y desplazarse; así como instrumentos militares de ataque y de defensa. Realizó estudios anatómicos, físicos, geográficos, geológicos y de ingeniería. Trabajó en esculturas famosas y pintó murales soberbios como “La Ultima Cena”. Entre los cientos de especialistas vincianos se destaca la historiadora alemana Maike Vogt-Lerssen, radicada en Australia desde 1995. En su momento Vogt-Lerssen generó un interesante revuelo cuando anunció haber descubierto un autorretrato de Da Vinci en la Galería Nacional de Washington (cuadro erróneamente atribuido a un tal Cariani) y que, según su análisis, se trataría de la única imagen fidedigna de Leonardo. Ella ha escrito ahora en alemán dos gruesos volúmenes que suman más de 700 páginas, que se agregan a tres libros anteriores sobre el tema, y que traen una novedosa historia sobre la vida privada del artista. Ocurre que para la historia oficial Leonardo era homosexual y murió soltero. Sigmund Freud, en 1910, fue el encargado de sentar esa idea. Por el contrario, Vogt-Lerssen, tras más de diez años de investigaciones, viajando seguido a Europa y consultando un sinfín de documentos y archivos inéditos, llegó a la conclusión de que Leonardo Da Vinci estuvo en realidad casado clandestinamente con Isabel de Aragón, viuda del difunto duque de Milán Gian Galeazzo María Sforza II, y con quien habría tenido cinco hijos. Afirma, además, que la famosa “Mona Lisa” o Gioconda, no es otra que Isabel de Aragón. No es la primera vez que un historiador pone en duda la identificación oficial del más célebre cuadro de Da Vinci, generalmente aceptada como la esposa del mercader de seda florentino Francesco del Giocondo. La mayoría de los retratos de la época renacentista no llevan el nombre del autor ni de la persona que posó, lo cual condujo a la investigadora alemana a interrogarse cómo hacían ante tales casos los historiadores del arte para identificar tanto al autor como al retratado. Consideró que la historia de la estilística era inapropiada para identificar el retratado, al autor de la obra y la época de ejecución. Para remediarlo, ella optó por concentrarse en dos criterios más fiables que la estilística y que son los usos y costumbres vestimentarios y ornamentales de la época por un lado y, sobre todo, la heráldica de las familias aristócratas de lo cual hizo su especialidad. Los primeros elementos que permitieron a la autora identificar a la “Gioconda” como un miembro de la casa Visconti-Sforza fueron los detalles del bordado de la porción superior de su vestido. En el se reconocen claramente dos símbolos propios de la dinastía Visconti-Sforza: entre ellos, los círculos entrelazados y la serpentina que representa al dragón serpentiforme devorando a un hombre, símbolo que fue adoptado más tarde por el constructor automovilístico lombardo Alfa-

Romeo. El matrimonio debió permanecer clandestino debido a la diferencia de estatuto, ya que Isabel de Aragón pertenecía a la alta nobleza mientras que Leonardo da Vinci no era más que un pintor y, aunque fuese el pintor oficial de la corte, no dejaba de ser un mero artesano para aquel entonces. Según la historiadora alemana, Leonardo e Isabel tuvieron cinco hijos en el siguiente orden: Francesco da Melzo, Giovanna, María, Antonio e Isabel. Aquí es necesario apuntar al tema de la heráldica de la familia Visconti y los Sforza que les sucedieron. En la iconografía de ambas familias se utilizaba el color rojo para simbolizar a las niñas y el azul para los niños. Ahora bien, en un fresco en el que Isabel de Aragón representa a la Virgen María, aparece con su hijo Francesco II en su regazo y está rodeada de siete ángeles que representan a sus otros hijos, esto es cinco más de los tres que la historia oficial le reconoce. Cinco ángeles tienen alas rojas, dos de los cuales representan a sus dos hijas Bona María e Ippolita María. Los otros dos tienen alas azules lo que indica que no tuvo un solo varón como se cree. En otro fresco que Rafael dedicó a Leonardo y en el cual Leonardo aparece dos veces representando a Juan el bautista y a Jesús, simultáneamente, se ve cerca de ambos a cinco ángeles rodeándolos, dos de ellos con alas azules y tres con alas rojas coincidiendo así con los “ángeles de más” del fresco anteriormente citado. La autora no se contentó con construir su versión de la historia en base a meros colores y símbolos si no que cita, además, diversos documentos en su favor. Entre ellos se conserva una carta de Francesco de Melzi a Leonardo, en la cual lo llama “mi muy querido padre”; asimismo, el 26 de septiembre de 1511, Leonardo anota que Antonio se quebró una pierna. Cabe señalar que Leonardo escribió páginas enteras sobre la vida conyugal, la sexualidad, el parto y la educación de los niños. Consciente de que su libro, por más documentado que esté no alcanzará para convencer a la comunidad científica, esta audaz historiadora inició en abril de 2010 una serie de trámites para obtener autorización para abrir el mausoleo de Isabel de Aragón en la iglesia Domenico Maggiore de Nápoles donde, según afirma, fue enterrada junto a los ocho hijos de sus dos matrimonios y realizar una serie de exámenes genéticos. Si el mausoleo contiene hasta nueve cuerpos en vez de cuatro y si los exámenes genéticos demuestran la filiación materna entre Isabel y las demás personas allí enterradas, habrá ganado la partida. Para ello cuenta ya con el apoyo de varios especialistas entre ellos Donatella Lippi (quien encabeza el proyecto de secuenciamiento genético de los Medicis), Darío Piombino-Mascali, Albert Zink y el periodista Marco Ferri. También atendió la sugerencia de su colega Alexander del Carril, un salteño radicado en París y estudioso de los temas vincianos, en el sentido de mantener en reserva la posibilidad de tramitar la apertura del mausoleo de los Da Vinci en Florencia y extraer el ADN patrilineal de los miembros masculinos de la familia con el fin de demostrar que hay parentesco paterno entre los Da Vinci y los hijos de Isabel de Aragón, que la historia aún no ha catalogado y que la apertura de su tumba pu diera revelar.

Leonardo Da Vinci y un nuevo misterio

Dr Ricardo N Alonso
Dr en Ciencias Geologicas
Unsa Conicet





SE ha escrito hasta el cansancio sobre la vida y obra del gran maestro del Renacimiento italiano. Cada tanto alguien descubre algo que había pasado desapercibido, lo publica y logra impactar a la prensa mundial. Es que la figura del genial artista sigue despertando interés al conjunto de la humanidad. Leonardo es recordado no solamente por haber pintado “La Gioconda”, el cuadro más famoso del mundo, sino también por sus estudios en los más importantes campos del saber. Pensó y diseño toda clase de máquinas para volar, sumergirse y desplazarse; así como instrumentos militares de ataque y de defensa. Realizó estudios anatómicos, físicos, geográficos, geológicos y de ingeniería. Trabajó en esculturas famosas y pintó murales soberbios como “La Ultima Cena”. Entre los cientos de especialistas vincianos se destaca la historiadora alemana Maike Vogt-L�erssen, radicada en Australia desde 1995. En su momento Vogt-L�erssen generó un interesante revuelo cuando anunció haber descubierto un autorretrato de Da Vinci en la Galería Nacional de Washington (cuadro erróneamente atribuido a un tal Cariani) y que, según su análisis, se trataría de la única imagen fidedigna de Leonardo. Ella ha escrito ahora en alemán dos gruesos volúmenes que suman más de 700 páginas, que se agregan a tres libros anteriores sobre el tema, y que traen una novedosa historia sobre la vida privada del artista. Ocurre que para la historia oficial Leonardo era homosexual y murió soltero. Sigmund Freud, en 1910, fue el encargado de sentar esa idea. Por el contrario, Vogt-L�erssen, tras más de diez años de investigaciones, viajando seguido a Europa y consultando un sinfín de documentos y archivos inéditos, llegó a la conclusión de que Leonardo Da Vinci estuvo en realidad casado clandestinamente con Isabel de Aragón, viuda del difunto duque de Milán Gian Galeazzo María Sforza II, y con quien habría tenido cinco hijos. Afirma, además, que la famosa “Mona Lisa” o Gioconda, no es otra que Isabel de Aragón. No es la primera vez que un historiador pone en duda la identificación oficial del más célebre cuadro de Da Vinci, generalmente aceptada como la esposa del mercader de seda florentino Francesco del Giocondo. La mayoría de los retratos de la época renacentista no llevan el nombre del autor ni de la persona que posó, lo cual condujo a la investigadora alemana a interrogarse cómo hacían ante tales casos los historiadores del arte para identificar tanto al autor como al retratado. Consideró que la historia de la estilística era inapropiada para identificar el retratado, al autor de la obra y la época de ejecución. Para remediarlo, ella optó por concentrarse en dos criterios más fiables que la estilística y que son los usos y costumbres vestimentarios y ornamentales de la época por un lado y, sobre todo, la heráldica de las familias aristócratas de lo cual hizo su especialidad. Los primeros elementos que permitieron a la autora identificar a la “Gioconda” como un miembro de la casa Visconti-Sforza fueron los detalles del bordado de la porción superior de su vestido. En el se reconocen claramente dos símbolos propios de la dinastía Visconti-Sforza: entre ellos, los círculos entrelazados y la serpentina que representa al dragón serpentiforme devorando a un hombre, símbolo que fue adoptado más tarde por el constructor automovilístico lombardo Alfa-

Romeo. El matrimonio debió permanecer clandestino debido a la diferencia de estatuto, ya que Isabel de Aragón pertenecía a la alta nobleza mientras que Leonardo da Vinci no era más que un pintor y, aunque fuese el pintor oficial de la corte, no dejaba de ser un mero artesano para aquel entonces. Según la historiadora alemana, Leonardo e Isabel tuvieron cinco hijos en el siguiente orden: Francesco da Melzo, Giovanna, María, Antonio e Isabel. Aquí es necesario apuntar al tema de la heráldica de la familia Visconti y los Sforza que les sucedieron. En la iconografía de ambas familias se utilizaba el color rojo para simbolizar a las niñas y el azul para los niños. Ahora bien, en un fresco en el que Isabel de Aragón representa a la Virgen María, aparece con su hijo Francesco II en su regazo y está rodeada de siete ángeles que representan a sus otros hijos, esto es cinco más de los tres que la historia oficial le reconoce. Cinco ángeles tienen alas rojas, dos de los cuales representan a sus dos hijas Bona María e Ippolita María. Los otros dos tienen alas azules lo que indica que no tuvo un solo varón como se cree. En otro fresco que Rafael dedicó a Leonardo y en el cual Leonardo aparece dos veces representando a Juan el bautista y a Jesús, simultáneamente, se ve cerca de ambos a cinco ángeles rodeándolos, dos de ellos con alas azules y tres con alas rojas coincidiendo así con los “ángeles de más” del fresco anteriormente citado. La autora no se contentó con construir su versión de la historia en base a meros colores y símbolos si no que cita, además, diversos documentos en su favor. Entre ellos se conserva una carta de Francesco de Melzi a Leonardo, en la cual lo llama “mi muy querido padre”; asimismo, el 26 de septiembre de 1511, Leonardo anota que Antonio se quebró una pierna. Cabe señalar que Leonardo escribió páginas enteras sobre la vida conyugal, la sexualidad, el parto y la educación de los niños. Consciente de que su libro, por más documentado que esté no alcanzará para convencer a la comunidad científica, esta audaz historiadora inició en abril de 2010 una serie de trámites para obtener autorización para abrir el mausoleo de Isabel de Aragón en la iglesia Domenico Maggiore de Nápoles donde, según afirma, fue enterrada junto a los ocho hijos de sus dos matrimonios y realizar una serie de exámenes genéticos. Si el mausoleo contiene hasta nueve cuerpos en vez de cuatro y si los exámenes genéticos demuestran la filiación materna entre Isabel y las demás personas allí enterradas, habrá ganado la partida. Para ello cuenta ya con el apoyo de varios especialistas entre ellos Donatella Lippi (quien encabeza el proyecto de secuenciamiento genético de los Medicis), Darío Piombino-Mascali, Albert Zink y el periodista Marco Ferri. También atendió la sugerencia de su colega Alexander del Carril, un salteño radicado en París y estudioso de los temas vincianos, en el sentido de mantener en reserva la posibilidad de tramitar la apertura del mausoleo de los Da Vinci en Florencia y extraer el ADN patrilineal de los miembros masculinos de la familia con el fin de demostrar que hay parentesco paterno entre los Da Vinci y los hijos de Isabel de Aragón, que la historia aún no ha catalogado y que la apertura de su tumba pu diera revelar.


lunes, 19 de marzo de 2012

¿Qué es la bolivianita?

                                                                 Dr. Ricardo N. Alonso
                                                                 Dr.en Ciencias Geologicaas
                                                                       Unsa Conicet


La bolivianita es el nombre de una gema de Bolivia cuya peculiaridad es ser única en el mundo. Se trata de un tipo particular de cuarzo bicolor, trasparente, en que se combinan el morado de la amatista y el amarillo del citrino. De allí también que se la haya bautizado ametrino. El abrazo interno del violeta y el color miel dan una rara gema que una vez lapidada alcanza una belleza armoniosa. La piedra proviene de una región selvática de la Chiquitanía, cerca de la frontera con Brasil. Fue descubierta por los indígenas que se la hicieron conocer a los conquistadores en el siglo XVII. La bolivianita ha crecido en oquedades de una roca calcárea silicificada, atravesada por diques de cuarzo y de unos mil millones de años de antigüedad. Dentro de las oquedades se desarrollaron cristales de cuarzo límpidos y transparentes que alcanzan grandes tamaños y distintos colores.
¿Qué es el cuarzo?
Ahora bien ¿qué es el cuarzo? Desde el punto de vista químico es, simplemente, el óxido de silicio. Dado que el oxígeno y el silicio son dos de los elementos químicos más comunes en la naturaleza, el cuarzo también lo es. Así lo encontramos formando parte de las arenas, de las areniscas, de las vetas y filones, de las areniscas de cuarzo o cuarcitas, en la composición de los granitos, junto a los feldespatos y las micas, y en una infinidad de tipos de rocas.

Normalmente el cuarzo que encontramos como rodados en la mayoría de los ríos de montaña es el llamado cuarzo lechoso, el cual proviene de vetas o filones que atraviesan rocas más antiguas.

Muchas veces viene acompañado de oro nativo o de minerales como la pirita, la que al oxidarse y desaparecer deja los huecos que dan un aspecto de piedra careada. Ese cuarzo lechoso blanquecino es el que usan los chicos para golpearlos en la oscuridad y observar cómo produce chispas gracias a un curioso efecto físico conocido como piezoelectricidad.

Otras propiedades del cuarzo son su dureza de siete en una escala de diez, su peso específico de 2,65 y que puede ser atacado por el ácido fluorhídrico. A veces el cuarzo se encuentra completamente limpio y transparente, dando lugar al cristal de roca.

Desde la antigüedad

Precisamente Aristóteles en la antigua Grecia sospechaba que ese cuarzo cristalino no era otra cosa que hielo petrificado y le dio el nombre de cristal, que proviene de “krios” que significa hielo.
Con cristal de roca se fabricaron las bolas de los médiums en la creencia de que ellas representan un nivel intermedio entre lo visible y lo invisible.

También se usa en colgantes que puso de moda la “new age” como portadores de energías sanadoras.
Los aborígenes australianos y los indígenas de las planicies de América del Norte los utilizaron como talismanes. Existe además una gran variedad de tipos de cuarzo de acuerdo con sus coloraciones, entre ellas el cuarzo rosado, el cuarzo ahumado, el cuarzo rojo (“Jacinto de Compostela”), el cuarzo “Cabello de Venus”, llamado así por los miles de cristales de rutilo que, como cabellos dorados, atraviesan la masa del cristal dando un hermoso efecto, entre otros. Algunas de estas variedades se han encontrado asociadas con la bolivianita y han recibido nombres específicos, como luego se verá.

De todos modos es la combinación de amatista y el citrino la que se reconoce como auténticas bolivianitas. La amatista tiene una coloración que va desde el violeta claro hasta el púrpura profundo.
En la antigüedad se pensaba que era capaz de prevenir la embriaguez y precisamente “amethystos”, en griego, quiere decir que no embriaga. Las copas de amatista se usaban en ese sentido. También como piedra obispal en los anillos de la jerarquía de la Iglesia católica. Aarón, el sumo sacerdote hebreo, llevaba una gran amatista en su coraza.

En nuestro país son famosas las amatistas de la mina de Wanda en Misiones, donde se presenta tapizando cavidades dentro de los basaltos, a las cuales se llama geodas. Similares ocurrencias son comunes en Brasil y Uruguay.

Algunas particularidades

Cuando se la calienta a alta temperatura puede perder el color violeta y tornarse amarillenta. El citrino o citrina es la variedad de cuarzo color amarillo, fácilmente confundida con el topacio, aunque este último tiene mayor dureza. Varía desde un amarillo oro hasta un pardo dorado. Su parecido con el topacio hace que se lo trate de vender como tal inflando el precio.

Cuando se los calienta, la amatista o al cuarzo ahumado tienden a volverse amarillentos y confundirse con el citrino y dado que este es más escaso se busca aprovechar ello como una ventaja comercial. Además de la amatista y el citrino ya mencionados, o la mezcla de ambos -que da lugar a la bolivianita o ametrino-, se han encontrado otras variedades como la “ayoreita”, que toma el nombre de la tribu de los Ayoreos -que habitaron esa región- y que combina el cristal de roca tipo hielo con el violeta de la amatista, dando un brillo fuerte y matices lilas; la “anahita”, en homenaje a una princesa ayorea con tonos lila pastel; y la “milenium”, una mezcla de cuarzo ahumado y cristalino blanco en rayas de notable precisión geométrica. La mina principal es un socavón que penetra en medio de la selva enmarañada y lleva el nombre de Anahí, por la princesa ayorea que, según la leyenda, se enamoró de un conquistador español que se la quiso llevar con él. Su pueblo, para no perderla, decidió matarla y al abrir su mano encontraron una bella gema bicolor que representaba el corazón de Anahí, dividido en el amor por su pueblo y por su amado esposo.

A pesar de ser conocida desde hace varios siglos, recién en la última década ha tomado impulso la comercialización de estas piedras y hoy representan las gemas bolivianas mejor cotizadas internacionalmente. Los cristales se cortan en Hong Kong con instrumentos de última generación que permiten lograr óptimas condiciones ópticas y luego se engarzan en Tailandia, en joyas de exclusivo diseño italiano. No es raro que entre las usuarias de estas joyas se encuentren la reina Sofía de España, la princesa Michiko de Japón y nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a quien se la obsequió el presidente Evo Morales

lunes, 12 de marzo de 2012

El curioso debate sobre la “megaminería” en Argentina




Dr. Ricardo N. Alonso
 
(dr. en Geologia, Unsa-Conicet)
 
 
 
 
 
 
 


Se ha puesto de moda en los últimos años un término inventado, icónico, que funge como neologismo y eslogan: “megaminería”. La raíz griega “mega” hace referencia a grande, como en el caso de nuestro perezoso gigante de las pampas, ahora extinto, llamado megaterio y que viene a significar la gran bestia.
En la actividad de extracción de minerales se reconocen, técnicamente hablando, la gran minería, la minería mediana y la minería pequeña o artesanal. Y esto va a estar en relación con el tamaño del depósito mineral que puede ser grande, mediano o chico, cosa que no decide el hombre sino la naturaleza.
El hombre a través de la ciencia y la técnica define cuál será el método de explotación para obtener y aprovechar racional y de manera sustentable los recursos minerales. Así la minería puede ser, en líneas generales, subterránea o a cielo abierto. Y esto vale para todas las escalas. Un pequeño minero puede realizar socavones en los viejos lechos de los ríos para buscar oro, y una empresa lo puede hacer en las vetas de una montaña.
El carbón necesita generalmente de grandes explotaciones subterráneas y lo mismo, las sales de potasa. La mayoría de los minerales se explotan a cielo abierto, tanto los metálicos como los no metálicos. Las canteras de granito o de calizas son grandes explotaciones a cielo abierto. Y también se explota a cielo abierto el ónix, el yeso, la perlita, el hierro, los boratos, la sal común, las arcillas y un sinfín de minerales. El tamaño de la explotación lo va a dar el volumen original del depósito.
El cobre y el oro pueden estar limitados a vetas ricas y concentradas que se pueden explotar subterráneamente, o bien diseminados en grandes volúmenes de roca que hacen forzosa su explotación a cielo abierto. Un ejemplo de ello es la mina de Chuquicamata en el desierto del norte chileno, uno de los yacimientos de cobre más grande del mundo y que cuenta con un enorme tajo a cielo abierto, llamado en la jerga técnica “open pit”.
Los chilenos están orgullosos de esa mina que produce enormes riquezas y trabajo para el país. Otro de los grandes yacimientos chilenos es La Escondida, no muy lejos de la frontera argentina, que próximamente comenzará una nueva etapa de expansión con una inversión de 4.500 millones de dólares y mano de obra para 10.000 personas. Los chilenos hablan de gran minería y “gran” tiene no solamente el significado de grande sino también de importante. Más de 4.000 minas se encuentran trabajando a lo largo y ancho del país, la mayoría en la región de Atacama, que es el desierto más seco del mundo. Y son minas que trabajan a cielo abierto o subterráneo, con uso de cianuro u otros procesos químicos, en armonía con el medio ambiente y también con el resto de las actividades productivas como la agricultura, la ganadería y el turismo. En muchas de las regiones donde se desarrollan las minas están los mejores viñedos y los mejores vinos. Los chilenos exportan uva y vinos a los mercados más exigentes del planeta. La Cordillera de los Andes es un espejo que divide a nuestro país de Chile y, en líneas generales, las mismas rocas y los mismos tipos de depósitos minerales se encuentran a un lado y al otro de la línea divisoria de las altas cumbres montañosas.
Sin embargo, en la Argentina no hay más de diez yacimientos en explotación y considerados de gran tamaño, y varios de ellos entrarían juntos en un solo yacimiento chileno. Además, en la Argentina arrecia una campaña ambientalista malintencionada que quiere frenar el legítimo desarrollo minero. Se habla de megaminería, pero a nadie se le ocurre hablar de megaagricultura para involucrar a los extensos campos del país cultivados con trigo o soja; ni tampoco de megaganadería, ni de megapetroleras, ni de megarepresas hidroeléctricas, entre otras, aun cuando en buena hora que existan todos esos desarrollos que potencian económicamente a un país.
De todos modos, por “gigantesco” que sea un depósito mineral siempre tiene límites geológicos precisos y definidos. Visto en una imagen satelital, un yacimiento por grande que sea aparece como un puntito. O sea que decir que se van a volar “montañas enteras”, como anuncian catastróficamente algunos personajes, es una falacia.
Decir, como se dijo en Famatina, que se iba a eliminar la cadena montañosa y que se iba a ver Chile del otro lado, es otra falacia. Si así fuera, con las miles de minas que tienen trabajando los chilenos ya se vería desde el otro lado hacia el nuestro, lo cual no deja de ser ridículo. También es una falacia hablar de megaminería contaminante con uso de cianuro. Primero porque la minería, al igual que todas las actividades del hombre, generan un impacto. Pero impacto no es contaminación. Son dos cosas muy distintas.
En la minería moderna se trabaja respetando el medio ambiente y los procesos se realizan en circuitos cerrados, controlados por ingenieros químicos, mineros, metalúrgicos, industriales, en seguridad e higiene, y otros técnicos y profesionales que han estudiado para que eso así ocurra.
Contaminar significaría arrojar deliberadamente sustancias peligrosas al medio ambiente y eso no cabe en el mundo minero actual, aun cuando lamentablemente esas prácticas se mantienen en numerosas otras actividades urbanas e industriales que no están bien reguladas.
En cuanto al cianuro, solo un 10% se usa en minería y el resto en las demás actividades industriales. Pero, además, solo algunos yacimientos necesitan el cianuro en sus procesos (por ejemplo, yacimientos de San Juan y Santa Cruz), mientras que otros no lo necesitan (ej. Bajo de la Alumbrera, en Catamarca).
El ataque sistemático a las minas a cielo abierto resulta un contrasentido, cuando éstas han demostrado ser mucho más seguras y prácticas. Los yacimientos a cielo abierto se diseñan de tal manera que en su arquitectura esté contemplada la dimensión de los bancos de explotación y los ángulos de los pisos individuales y de todo el sistema en función del o los tipos de rocas para lograr altos estándares de seguridad interna.
En definitiva, más allá de los eslóganes efectistas con que se ataca a la ciencia y a la técnica del arte minero, lo verdaderamente cierto es que la “megaminería contaminante”, ni es megaminería ni es contaminante.
 

lunes, 5 de marzo de 2012

Quién es el salteño más viejo?


RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas

¿Quién es el salteño más viejo?

Geólogos norteamericanos acaban de descubrir en Salta un cristal de zircón con una edad de 2.710 millones de años. Ese sería, por ahora, el elemento más antiguo que se encontró en territorio salteño y en el norte argentino. La noticia se desprende de un reciente trabajo científico publicado en la prestigiosa revista “Tectonics” elaborado por investigadores de las universidades de Tucson (Arizona) y de Austin (Texas).
En el número 30 de diciembre de 2011, salió publicado el artículo que versa sobre cómo se fue deformado la región de los Andes del noroeste de Argentina, qué tipo de cuencas se formaron y cómo se produjo la deformación de edificio andino a raíz de la subducción de la placa oceánica de Nazca por debajo de la placa sudamericana.
 
El informe está firmado por reconocidos académicos, entre ellos Peter G. De Celles, Barbara Carrapa, Brian K. Horton y G. E. Gehrels. Estos científicos recorrieron el noroeste argentino en una campaña de muestreo de rocas de los últimos 65 millones de años, esto es desde los tiempos que la región estaba en gran parte al nivel del mar y, en algunos casos, cubierta directamente por el mar. Era una época de mares cálidos que han dejado como registro para la posteridad huellas de dinosaurios plasmadas en las viejas playas, una gran variedad de peces fósiles, algas estromatolíticas, cocodrilos, una interesante variedad de gasterópodos, entre otros muchos restos fósiles. Luego vino la extinción de los dinosaurios, la aparición de los mamíferos y la evolución de la flora y la fauna que llegó hasta nuestros días. Durante todo ese tiempo, los Andes fueron creciendo lentamente y la formación de cadenas montañosas iba acompañada de cuencas o depresiones donde se depositaban los sedimentos que eran erosionados de esas montañas y de otras más antiguas, acumulándose en capas o estratos que guardaban en su interior los restos fósiles de los animales o plantas que vivieron en ese tiempo y también minerales de distinto tipo, entre ellos los zircones.

A medida que los Andes crecían y empujaban su carga rocosa hacia el este, iban deformando y engullendo en su interior las cuencas previamente formadas y abriendo otras nuevas hacia oriente. Si miramos un mapa de los Andes actuales, veremos que hay un límite hasta donde llegan las serranías y luego comienza la gran llanura del Chaco que representa la cuenca de antepaís. O sea, la elevación de los Andes es compensada con el hundimiento del gran Chaco, y todos los materiales rocosos que son desgastados de las montañas occidentales son arrastrados por los ríos o los vientos y llevados a depositar en la cuenca chaqueña, formando mantos de arenas, arcillas y suelos.

Ellos reconstruyeron cómo se formaron esas amplias llanuras de sedimentación a lo largo del tiempo, cómo se rompieron a medida que los Andes crecían, y cómo se fue desplazando la cadena montañosa hacia el este por el arrugamiento tectónico de la corteza superficial. Para lograrlo, tenían que buscar minerales para fechar; esto es, minerales que conservaran guardada en su interior la memoria del tiempo. Nada mejor que los zircones, una especie del grupo de los silicatos cuya composición química es silicato de zirconio, que por su dureza y resistencia se encuentra en rocas de todo el mundo. Se trata de pequeños cristales tetragonales con brillo diamantino, por lo que son muy requeridos en joyería cuando tienen calidad de gema. Pero su mayor valor radica en que son excelentes indicadores del tiempo geológico a raíz del bombardeo que produce la radiactividad en su interior y las marcas que allí deja. Precisamente los elementos más viejos del planeta Tierra son cristales de zircón de 4.400 millones de años, encontrados en las colinas de Jack Hills en Australia.

Téngase presente que la Tierra tiene 4.566 millones de años, o sea que esos cristales vienen desde los tiempos del Hádico, cuando nuestro planeta comenzaba su formación. Los zircones son entonces cronómetros geológicos muy valiosos porque ayudan a comprender muchos fenómenos relativos al origen, evolución, erosión y desaparición de las montañas a lo largo del tiempo, así como los ritmos de elevación, y la aceleración o desaceleración de los procesos dinámicos involucrados. Para llevar adelante la investigación se procesaron 22 muestras de areniscas del noroeste argentino para conseguir los cristales de zircón que fueron analizados en el Centro LaserChron de la Universidad de Arizona. Para obtener sus edades uranio-plomo se utilizó un moderno y sofisticado equipo de ablación láser, denominado espectrómetro de masas multicolector de plasma acoplado inductivamente (LA-MCICPMS). De las muestras tratadas se obtuvieron 1.925 granos de zircón detrítico que fueron analizadas por los métodos del uranio-238/plomo-206 o bien plomo-206/plomo-207.
Diremos brevemente que numerosos elementos químicos se transforman en el tiempo para pasar de unos a otros, tal como ocurre con el uranio que se transforma en plomo, el potasio en argón, el rubidio en estroncio, y así sucesivamente. Gracias a esa transformación, que tiene un tiempo conocido, se puede saber la edad que transcurrió desde que se formó una roca o mineral, cientos o miles de millones de años atrás. Precisamente, en las muestras analizadas aparecían algunos granos de zircón que superaban los mil millones de años de antigüedad. Pero, como dijimos, las rocas en que se encuentran son jóvenes desde el punto de vista geológico, ya que representan solo los últimos 65 millones de años; es decir, desde la extinción de los dinosaurios hasta nuestros días. O sea que esos granos provienen del reciclaje eón tras eón, era tras era, de viejas rocas que han dejado allí sus “zircones fósiles”. Uno de los granos fue el que despertó la curiosidad de los americanos, ya que fue vuelto a datar por el método del plomo 206/207 y resultó que tenía una edad de 2.710 millones de años, o sea que se había formado en el Arcaico, y tiene la mitad de la edad del planeta. El límite entre el Arcaico y el Proterozoico está dado en 2.500 millones de años, o sea que nuestro cristal es aun más viejo. Las rocas en que se encontró son unas areniscas del período Terciario de unos 10 a 15 millones de años de antigüedad que afloran en la región de Tartagal.

Queda claro que el cristal proviene de antiguas rocas arcaicas, como las que forman el viejo núcleo de América del Sur, y que están bien representadas en Brasil. Ese pequeño cristal de zircón estuvo “viajando” en el tiempo, pasando de unas rocas a otras, hasta que fue finalmente encontrado en el norte provincial.