lunes, 5 de diciembre de 2011

Ciencia y literatura en la obra de Aristarain

RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)

lunes 05 de diciembre de 2011 Opinión

El Dr. Lorenzo F. Aristarain es ampliamente conocido en la mineralogía mundial, no solo por el raro privilegio de haber descubierto varios minerales nuevos para la ciencia, sino, además, porque en vida le fue dedicado uno de ellos en su nombre: aristarainita, un raro borato hidratado de sodio y magnesio procedente de la mina Tincalayu, en Salta. Lorenzo Francisco Aristarain nació en Buenos Aires el 22 de febrero de 1926. Fue un joven destacado que egresó como licenciado en Ciencias Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en 1953, y que luego de prestar importantes servicios en el viejo Banade decidió continuar sus estudios en la Universidad de Harvard, donde obtuvo un máster en 1960 y se doctoró en Ciencias Geológicas en 1963.

En ese tiempo tomó contacto con uno de los sabios de la mineralogía mundial, el Dr. Cornelius S. Hurlbut (Jr.). Junto a él, y a un grupo de discípulos y colaboradores, descubrieron nuevas especies minerales, en especial boratos, en la Puna salto-jujeña. Minerales como la rivadavita, en honor de Bernardino Rivadavia, y ameghinita, por Florentino Ameghino, ambos boratos descubiertos en la mina Tincalayu; o teruggita, en homenaje al Dr. Mario Teruggi, de la Universidad de La Plata, descubierta en la mina Loma Blanca, en Jujuy. Todos ellos fueron aceptados internacionalmente por la Asociación Mineralógica Mundial y formaron parte de la enorme contribución de Aristarain a la ciencia y, en particular, a la mineralogía. Aristarain tuvo siempre un afecto especial por Salta, a la que dedicó parte de su vida científica. Junto al Dr. Hurlbut, visitaron varias veces la provincia en las décadas de 1960 y 1970, e incluso brindaron una conferencia en el viejo edifico del Copaipa, a la que asistí como joven ingresante en Geología.




Demás está señalar que al jubilarse, Aristarain donó su rica colección de minerales mundiales, con piezas únicas, consistente de 4.100 especímenes a la Universidad Nacional de Salta, que hoy se encuentra expuesta en el hall del edificio de Geología. Fue además el descubridor de otros dos nuevos minerales, entre ellos un fosfato de manganeso, hierro, calcio y magnesio procedente de la provincia de San Luis (beusita) y un muy raro sulfato de selenio y plomo de una mina del distrito Colquechaca en Potosí (Bolivia), al que bautizó como olsacherita, en homenaje al viejo mineralogista de Córdoba, Dr. Juan Olsacher. Aristarain descubrió cinco nuevos minerales para la ciencia que fueron aprobados por la Comisión de Nuevos Minerales y Nuevos Nombres Minerales de la Asociación Mineralógica Internacional (IMA). Téngase presente que un solo nuevo hallazgo ya da fama al mineralogista que lo descubre, y Aristarain no solo descubrió esos cinco, y un sexto le fue dedicado en su nombre, sino que, además, descubrió, estudió y reestudió otros 85 minerales a lo largo y ancho de la Argentina, todo lo cual está documentado en un centenar de trabajos publicados en las principales revistas científicas internacionales.

En estas tareas contó con el apoyo de académicos como R. C. Erd, G. D. Eberlain, H. L. Rosetto, G. H. Cozzi, M. F. W. de Schoo Lastra, H. B. Nicolli, así como su aventajado discípulo, el Dr. Jorge Rusansky. Como profesor Aristarain se desempeñó en las universidades de Buenos Aires y de La Plata, en la Universidad Autónoma de México y en la Universidad de Harvard. También se desempeñó como investigador científico del Conicet, habiendo presidido la comisión asesora de Ciencias de la Tierra en 1971 y actuó además como director de Investigaciones de la Comisión Nacional de Estudios Geo-Heliofísicos en San Miguel, Buenos Aires. En 1969 fue nombrado secretario de Minería de Argentina. Recibió además la prestigiosa beca Guggenheim para realizar estudios sobre geoquímica del boro, en el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) en Menlo Park, California. Por su amplia trayectoria científica fue elegido miembro plenario de The Society of the Sigma XI (Cambridge, USA), así como también fellow de The American Society of Mineralogy y fellow de The Geological Society of America. Pero esta nota quiere enfatizar otro aspecto de la vida y obra de Aristarain. Jubilado como profesor titular de la Universidad de La Plata en 1994 y después de haber ejercido allí la docencia por más de 23 años, se dedicó a la literatura, más concretamente a escribir guiones para su primo, el director de cine Adolfo Aristarain.

Colaboró con algunas ideas al guión de la película “Un lugar en el mundo”, que fuera estrenada en 1992 y protagonizada por Federico Luppi, José Sacristán, Cecilia Roth y Leonor Benedetto. Precisamente, la película trata de un geólogo español que llega a buscar petróleo en un pueblo de la provincia de San Luis (Argentina) y traba relación con una familia del lugar. Pasa un tiempo allí y no logra su objetivo, pero establece fuertes vínculos con los lugareños donde unos y otros de alguna manera están buscando su lugar en el mundo. La película obtuvo numerosos premios, destacándose el Concha de Oro en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y el Premio Goya a la mejor película extranjera de habla hispana, además de haber sido nominada al Oscar. Sin embargo entre los guiones que escribió Aristarain, y que se llevaron al cine, se encuentra el de la película “Lugares comunes” que fuera adaptado de su novela inédita “El Renacimiento”. Lugares comunes narra la historia de Fernando Robles (Federico Luppi), un veterano profesor de literatura, y de Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), su mujer, española, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Es una película sobre el amor, sobre el envejecimiento, sobre la familia, sobre los ideales políticos y sobre el sentido profundo de la vida. Rescato aquí uno de los pasajes del rico diálogo de los actores y que muestra un esbozo de la pluma de Aristarain: “La lucidez es un don y es un castigo. Está todo en la palabra: Lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio. Pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. Lúcido viene de Lucifer y de Lucifer viene lux, de ferous, que quiere decir el que tiene luz, el que genera luz que permite la visión interior.

El bien y el mal, todo junto. La lucidez es dolor, y el único placer que uno puede conocer, lo único que se parecerá remotamente a la alegría, será el placer de ser consciente de la propia lucidez”. Este filme recibió numerosos premios, entre ellos dos premios Goya a la mejor actriz para Mercedes Sampietro, premio al mejor guión adaptado y premio Concha de Plata a la mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Donostia, San Sebastián. La obra literaria de Lorenzo Aristarain, además de su afamada novela “El Renacimiento”, se completa con otra novela inédita (“Francisco y los barriletes”) y varios cuentos que permanecen sin editar: “Inés Cortés”, “El undécimo mandamiento”, “El acompañante”, “El conejo de terracota” y “Cinco cuentos mineros”. Con ello, el Aristarain científico demostró que se puede ser brillante en más de un campo del conocimiento.

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