domingo, 31 de julio de 2011

dedicada en memoria de don Antonio Casado Cortes, un inspirador de esta libreria

Alonso, R.N., 1996. “Historia de un peregrino”, El Tribuno, 22 1 96, pp. 20 21. Salta


HISTORIA DE UN PEREGRINO

Ricardo N. Alonso

Con todos los blasones para ingresar en el afamado libro Guinness de los récords, el peregrino de Santiago Apóstol, don Antonio Casado Cortés, se encuentra pronto a cumplir 90 años de una vida pletórica de vivencias. Veterano de la Guerra Civil española, periodista y además padre y suegro de dos de los más encumbrados periodistas de la España contemporánea, accedió a una larga y exclusiva entrevista en su casa zamorana a orillas del río Duero. Es un hombre sabio y bondadoso que a pesar de su avanzada edad camina con prisa y sin pausa, contando aceleradamente la historia de esa su Zamora que lo vio nacer a principios de este siglo. Me señala la ermita del siglo XI donde el Cid Campeador veló las armas y también la Puerta de la Traición en la muralla de roca arenisca que defiende la vieja ciudad, el bosque donde mataron al rey Don Sancho, y la fuente donde se peinaba doña Urraca. Cuenta la historia con pasión y conocimiento: sabe de lo que habla.

Datos para una biografía

Antonio Casado Cortés, natural de Ayoó de Vidriales una otrora villa de los Romanos, nació el 17 de julio de 1906. Zamorano, como ese extraordinario poeta que fuera León Felipe, nacido no muy lejos de allí, en Tábara. Y también zamorano como aquellos osados conquistadores Diego de Losada el fundador de Caracas; Diego de Ordaz el explorador del Orinoco; y Alonso de Ojeda el fundador de Maracaibo. La sangre le corre con jovialidad torrentosa. Me cuenta que siendo joven estuvo en la Argentina, más precisamente en Buenos Aires. Llegó con toda la fascinación del inmigrante, pero no soportó la chatura de un encumbrado doctor que lo contrató para servicios domésticos pésimamente pagos en un palacete de la "belle epoque". Había mucha diferencia económica a ambos lados del Atlántico y algunos (no todos) los trataban como a verdaderos esclavos. Valió más la pobreza con honor y volvió a España donde al poco lo sorprendió la Guerra Civil. Católico ferviente se alistó como primer voluntario de su pueblo en el bando nacional y marchó al frente de combate, llevando dentro de él el espíritu de los cruzados. Estuvo en las más importantes batallas que se libraron en esa contienda intestina y fratricida que dejó un saldo de un millón de muertos. Fue uno de los héroes supervivientes de la cruenta batalla de Teruel, recordada como una de las más sangrientas de cuantas se libraron. Le pido que me cuente una anécdota, algo sorprendente, y entonces recuerda cuando cargado con una bolsa de granadas estaba cruzando desde una trinchera a otra y una bala disparada por un fusil "rojo" atraviesa la bolsa sin tocar a ninguno de los peligrosos explosivos. Me dice que es un milagro y solo atino a decirle que me parece una casualidad, pero no estamos reunidos para discutir cuestiones metafísicas y continuamos el diálogo. De su paso por Argentina recuerda el voseo. Mira vos, me dice: cuando terminó la guerra había mucha hambre en España. Habíamos ganado pero empezamos a preocuparnos con el injusto bloqueo que nos hicieron la mayoría de las naciones. Algunos grafitis rezaban "Menos Franco y más pan blanco". Fue entonces cuando la Argentina nos ayudó y en especial (se le llenan los ojos de lágrimas). Cuenta que su esposa atesora con orgullo haber estado a pocos metros de la mítica esposa de cuando esta visitó España. Más tarde hizo periodismo en el diario "Correo de Zamora" y tal vez esto despertó la vocación de uno de sus hijos (tiene dos, una es maestra) que lleva su mismo nombre y es hoy uno de los destacados hombres de prensa españoles, quién además está casado con la renombrada periodista, escritora y comentarista de televisión Carmen Rigalt.

Peregrino a Santiago

Pero la faceta que resulta sorprendente en don Antonio es su historial como peregrino en los años de jubileo compostelanos. Es así como a partir de 1965 no ha dejado de realizar el viaje a Santiago de Compostela, cada seis años hasta 1988, siempre a pie y con una cruz de madera cargada a la espalda. Lo volvió a repetir en 1994, pero esta vez en vehículo dada su avanzada edad. Esto le ha llevado a acumular la friolera de más de 3.000 km caminados en la amplia geografía española a lo largo de unas ochenta jornadas. Este es un récord absoluto para un peregrino del camino de Santiago y para cualquier otro peregrino de los tiempos modernos, lo cual está ampliamente documentado y será sometido al libro Guinness. Sus viajes comenzaron en 1965, cuando unió Zamora con Santiago en nueve días recorriendo 392 km; luego en 1971, cuando unió Zaragoza con Santiago en 26 días recorriendo 875 km; más tarde en 1976 cuando partió desde Madrid recorriendo 660 km en 19 días; una vez más en 1982 cuando partió desde Fátima en Portugal, arribando a Santiago 15 días después luego de un recorrido de 15 días; y finalmente, en 1988 a los 81 años de edad cuando en 20 días cubrió 600 km entre Bilbao y Santiago. Es de remarcar que todos estos viajes fueron rigurosamente a pié, en el más crudo invierno, con la cruz a cuestas y sin otra ayuda que un bastón al estilo del bordón de los antiguos peregrinos. El frío peninsular que cala los huesos y el cruce solitario de noche por los bosques donde ronda el lobo, son sólo algunas de las peripecias a que debió someterse el caminante de la Fe. Es que don Antonio pertenece a la España de los quijotes, de los locos y de los santos. Sostiene que su viaje tiene un sentido penitencial y que quienes no lo interpretan es porque están absorbidos por el materialismo de este siglo. Todas sus acciones las dedica a un viejo antecesor suyo San Lucas Alonso del Espíritu Santo, mártir en Nagasaki en 1633 por el tormento de la horca y la hoya. Nuestra charla se extendió todo un día. Era la hora del crepúsculo cuando empezaron a tañir las campanas de la catedral de Zamora llamando a misa. Don Antonio dio por terminada la entrevista y partió a misa. Mientras su anciana figura se desdibujaba en la última luz de la tarde me quedó la sensación que estaba viendo alejarse al último santo católico de España.

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