viernes, 3 de mayo de 2013

Rajoy y su gente ya saben que el cuento no tendrá final feliz

Antonio Casado
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM
A finales de la semana pasada, cuando el recuento de parados desbordó la cifra de los seis millones y el Gobierno modificó sus previsiones económicas (hacia peor, claro), Mariano Rajoy y sus seguidores políticos y mediáticos tomaron buena nota. Entonces supieron que el cuento no tendrá un final feliz. Prácticamente imposible que se puedan convocar las elecciones a finales de 2015 con recuperación clara del crecimiento y el empleo. Esa es la derivada política de la envolvente económica que nos angustia en términos de paro y recesión.

Se reduce notablemente el margen de maniobra de Moncloa. Hasta el final de la legislatura su único y verdadero reto va a consistir en gestionar la ansiedad de los españoles y diversificar las excusas cuando toque rechazar por enésima vez un pacto nacional contra la doble crisis política y económica. Rajoy seguirá diciendo “no” a las ofertas que no dejará de poner sobre la mesa el líder del PSOE, Pérez Rubalcaba, hasta un minuto antes de verle las orejas al lobo. Mejor para todos, pues, si el presidente del Gobierno asume cuanto antes que ya no queda tiempo para la conversión de la calabaza en una carroza.
La derivada política nacional también se proyecta en las encuestas conocidas y por conocer. Vamos derechos hacia la italianización. Véase el sondeo de Metroscopia sobre la orografía electoral de Madrid. Es de clara aplicación al conjunto de España, donde los pequeños (IU y UPyD) crecen a costa de los grandes (PSOE y PP). Se acabó el turnismo como constante de la política española a partir de la barrida socialista del 82. Y en cuanto a la derivada política internacional, el análisis pasa por la valoración de dos factores de incierto desenlace. Uno, las elecciones alemanas del otoño. Otro, la eventual sindicación de países desengañados de la política de recortes que, en torno al eje Hollande (Francia)-Letta (Italia), presionen a Alemania por la apuesta reactivadora de la economía europea.

Ahí queremos ver a España, junto al alineamiento de países con ciencia propia de que las políticas de austeridad sólo generan recesión y paro, frente a esa Alemania de Merkel aferrada al mantra de que las políticas de crecimiento sólo generan déficit y deuda. La apuesta de Rajoy no está clara. Frente a la lucidez del recién llegado Enrico Letta (“no es admisible una Europa en la que se salvan uno o dos países mientras se hunden los demás”), Rajoy parece contentarse con el tiempo añadido contra el déficit público y la recurrente petición de unión bancaria y fiscal. Ya, pero acaba de estirar la vigencia de los aumentos de impuestos dictados con fecha de caducidad y se temen nuevos recortes a pensionistas y parados.

Bueno, tengamos un poco de paciencia marianista. Sólo quedan cinco días para que el presidente del Gobierno y líder del PP retire el plasma y se explique el miércoles, 8 de mayo, en el Congreso de los Diputados. Aunque me parece que esta vez ya no va a funcionar lo de ”el año que viene, si dios quiere” como anuncio de la recuperación.

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