martes, 7 de mayo de 2013

El paso de Enrico Letta por Moncloa, en clave nacional

Antonio Casado
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM
“Necesitamos los sueños para suavizar las áridas políticas de los números”, suele decir el flamante primer ministro italiano, Enrico Letta, cuando pregona sus intenciones de bajar impuestos y, al tiempo, mejorar el Estado del bienestar. “Por una Europa mejor”, decía ayer en Moncloa. En Bruselas le recuerdan que los sueños también necesitan financiación y ahí es donde le pillan, justo cuando le preguntan cómo piensa hacerlo sin aumentar su tremenda deuda pública (del 124%, la segunda mayor de la Unión Europea, después de Grecia).

Enrico Letta es católico como Rajoy y socialdemócrata como Rubalcaba. Ayer buscó en Madrid la complicidad del Gobierno contra las políticas “insolidarias” de Angela Merkel. Justo cuando en nuestro país se habla de pactos nacionales (digamos que es un tema de conversación, nada más, por desgracia) cuya base teórica sería la de favorecer políticas de crecimiento sin renunciar a la cruzada contra el déficit público. Exactamente la misma fórmula magistral aireada por esa especie de frente sur presentido después del encuentro de Letta con François Hollande hace unos días en Paris.
No da la impresión de que el premier italiano haya ganado para esa causa a su colega español con todas las consecuencias (las que se derivan de las ambiciosas propuestas de Hollande, de las que Alemania no quiere ni oír), a juzgar por las palabras de ambos en la rueda de prensa posterior al encuentro de ayer. Más allá de decir amén a un repicadísimo comentario de Letta: “No se puede consentir una Europa en la que sólo uno o dos países van bien mientras los demás se hunden”. Así que el alineamiento no pasará de pedir en la cumbre europea del mes de junio que se cumplan los compromisos asumidos en la de hace un año, sobre todo lo que se refiere a la unión bancaria y el pacto por el crecimiento.

Sin embargo, el encuentro ha estado plagado de resonancias nacionales. No sólo porque le dio ocasión a Rajoy de repetir el discurso de la mañana ante la dirección del PP sobre las causas de la recesión (“no crecemos porque nos hemos tenido que centrar en resolver los desequilibrios de la economía para poder crecer luego sobre bases sanas”). Todo en la comparecencia conjunta parecía pensado para el consumo interno. Por ejemplo, la bajada de impuestos como palanca de crecimiento, defendida unas horas antes por Esperanza Aguirre ante la dirección nacional popular. O la política reactivadora que propone Rubalcaba, correligionario político de Letta y primer adversario de Rajoy.

No me imagino a Rajoy amontonado con ese eje socialdemócrata y crítico con Merkel, por mucho que Letta esté amontonado en el Gobierno con ministros conservadores de Berlusconi y de Monti, o que Rubalcaba juegue a amontonarse con Rajoy en un pacto nacional contra el paro y por el crecimiento.

Y ya puestos a buscar resonancias nacionales en el paso de Letta por Madrid, ahí tenemos el peligro de italianización anunciado en los sondeos, donde el bipartidismo PP-PSOE amenaza ruina, aun sin tener un Beppe Grillo o similar encarnación del desaliento en forma de partido populista, euroescéptico y antisistema. Todo se andará si seguimos poniendo a la prima de riesgo y el déficit público por delante de las personas

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