jueves, 9 de mayo de 2013

Rajoy, tan lejos de la gente y tan atento a los mercados

Antonio Casado Alonso
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM

En su peor momento, el mejor Rajoy. Al menos para su gente, necesitada de combatir el síndrome del piloto borracho. Con más paro, más recesión, más deuda y más desaliento popular, hubo un relato. Coherencia interna no le falta a su discurso. Eso hay que reconocérselo. Se puede estar en contra de su política económica, que es una fuente de sufrimientos para las personas, pero no hay engaño en su plan de vuelo. Primero, eliminar los desequilibrios (mercado del trabajo, mercado del capital, deuda, déficit público, inflación…). Y luego, a crecer sobre bases sanas. ¿Cuándo? El año que viene si Dios quiere.

Seguiremos buscando desesperadamente la lámpara de Aladino (crecimiento, empleo, bienestar) entre las políticas de austeridad. No anduvo con rodeos esta vez. Dejó muy claro que no piensa distraerse con alternativas estimulantes que, como las propuestas por Rubalcaba, no nos han traído más que desgracias, al decir del presidente del Gobierno, que ayer explicó en el Congreso la nueva frontera de la consolidación fiscal (hay que retratarse en Bruselas) y las reformas estructurales
Por tanto, pierdan toda esperanza los portavoces de las distintas fuerzas políticas. Prácticamente todos, menos el del PP, Alfonso Alonso, le pidieron sin éxito un cambio de rumbo. A ser posible, pactado con los demás para salir cuanto antes del túnel. Nada de eso. Ni política nueva ni pactos con terceros que no consistan en sumarse a las medidas del Gobierno. La adhesión será bienvenida como un signo de lucidez. En eso consiste la mano tendida de la que ayer habló Mariano Rajoy. Siempre con la verdad por delante aunque duela, pero con el ánimo de derrotarla antes de pasar por las urnas de 2015.

Lo urgente era acabar con las sensaciones de resignación transmitidas por el Gobierno en su reunión del pasado 26 de abril, al rectificarse a sí mismo respecto a inesperadas subidas de impuestos, nuevos recortes y  previsiones macroeconómicas. Hacia peor, claro. Así que debemos resaltar, y resaltamos, los meritorios esfuerzos del presidente hablando de “esperanza” donde antes hablaba de “paciencia” y tratando de hacernos creer que él gobierna para la gente y no para los mercados, el equilibrio presupuestario o el coste de la deuda.

Eso ya lo tuvo más difícil, si nos atenemos al estado de necesidad que afecta a millones de españoles. Es el empleo, el puesto de trabajo, o el paro cuando vienen mal dadas, y no la prima de riesgo o la balanza por cuenta corriente, lo que realmente vincula a las personas con la economía. Así que, por desgracia, todo el mundo entiende a Rajoy a la primera cuando dice que no se va a crear empleo antes de 2015. Mucho mejor que si dice: “Estamos haciendo la mejor política para crear empleo”.

Ahí el relato no admite trampas verbales. Con este Gobierno España ha batido su récord histórico de parados: más de seis millones. Pero el recurso a la herencia recibida de los socialistas, como causa de todas las desgracias, ya no cuela. Cuando termine esta legislatura habrá un millón de parados más de los que había cuando se fue Zapatero. El propio Gobierno lo reconoce.

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