viernes, 17 de mayo de 2013

Un banquero va a la cárcel esposado por la Guardia Civil

Antonio Casado
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM
En el marco de las relaciones de poder es normal el cruce del banquero con la política. O la del político con la banca, que para el caso viene a ser lo mismo. Dicho sea con carácter general. Pero lo de Miguel Blesa, expresidente de Cajamadrid (1996-2009), transpira política por arriba y por abajo, por la derecha y por la izquierda, en el pasado y en el presente.

Antes de irse concedió un crédito fallido a la ruinosa Marsans de Díaz Ferrán (en prisión), con el apoyo del entonces presidente Zapatero y la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre. Dejó la entidad por una pelea de gallos entre esta y Gallardon (Alcaldía). O sea, política y politiqueo por todas partes. Ahora el juez que lo mete en la cárcel, por presuntos delitos de administración desleal, apropiación indebida y delitos societarios, no descarta que tenga la tentación de fugarse sin afrontar su responsabilidad judicial. Y por eso le retira el pasaporte.

Hablamos de alguien que llegó a la presidencia de Cajamadrid en septiembre de 1996 (aznarización de empresas públicas) por haber sido compañero de oposición del presidente del Gobierno, José María Aznar, y por ninguna otra razón. Y hablamos de una entidad financiera escasamente profesionalizada porque su consejo de administración -como tantas otras cajas de ahorros-, era el aparcamiento dorado de políticos, sindicalistas y representantes de la patronal. Un informe del Banco de España (2010) dijo que el plan de crecimiento propuesto por Blesa para Cajamadrid estaba “seriamente desorientado” e ignoraba la “atonía económica imperante”.
Tampoco sorprende que el juez Silva Pacheco, que ha dictado para Blesa prisión provisional eludible con fianza de 2,5 millones de euros, hable en su auto de ayer de “pésima gestión bancaria” en la compra del City Nacional Bank de Florida en abril de 2008, que provocó pérdidas de 500 millones, porque “no se analizó de forma mínimamente solvente” la viabilidad, el riesgo y el nicho de mercado. Nadie lo vio, aunque ya había empezado a descargar la tormenta financiera en EEUU. Una lástima que en ninguna parte del auto se mencione el desplazamiento a Miami de aquellos consejeros para celebrarlo. No consta que los representantes del Ayuntamiento de Madrid,  la Comunidad,  UGT, CCOO, CEOE,  hicieran ascos al viaje de placer con cargo a los fondos de la entidad o protestaran por semejante dispendio.

Mezcla tóxica esta de la política y la banca. Sin embargo, es mucho más excitante el cruce del banquero con la justicia como calmante ocasional de los indignados, tipo Ada Colau, que un día llamó criminales a los banqueros. Es tanto como decir que deberían estar todos en la cárcel. Y lo cierto es que un banquero entró ayer esposado por la Guardia Civil en la prisión de Soto del Real (Madrid). El efecto placebo queda asegurado, al menos en el sentir de los seguidores del 15-M y movimientos afines, colgados del estupor por la facilidad con la que se habla de miles de millones de euros para rescatar a los bancos mientras se recorta en hospitales en nombre de la austeridad o se expulsa de su casa a las familias que no pueden pagar la hipoteca.

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