viernes, 10 de mayo de 2013

Ruge la calle contra la reforma educativa de Wert

Antonio Casado
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM
La Ley de Mejora de la Calidad Educativa sigue en la recámara del Gobierno. Finalmente no irá al Consejo de Ministros de hoy, horas después de una huelga general y manifestaciones en toda España que pedían su retirada. Anoche se estaban dando en Moncloa los últimos toques a la memoria económica y el anteproyecto terminó retrasándose hasta el viernes que viene.

Hablamos de la llamada ley Wert. Un nuevo intento unilateral de arreglar los problemas de la educación en España. Con fuerte contestación en las aulas y en la calle (“¡Esta reforma la vamos a parar¡”), amén de algunos brotes de violencia en Valladolid, Barcelona, Madrid y Valencia, como cuentan hoy los medios de comunicación. Prueba viva de que el anteproyecto nace sin la forja de un consenso previo de carácter político, social y corporativo. Ahora es el PP en el poder el que trata de hacer de su capa un sayo, como antes hizo el PSOE. Me temo otro bandazo. Mal asunto.

Las señales no auguran nada bueno. Profesores, estudiantes y padres de alumnos pidieron ayer en las calles de treinta ciudades la dimisión del ministro, José Ignacio Wert, y secundaron la huelga convocada en todos los niveles de la enseñanza por la Plataforma Estatal por la Educación Pública (CCOO, UGT, CGT, sindicatos de estudiantes y padres de la CEAPA). Esta ha sido seguida en un 75%, según los convocantes. Apenas en un 20%, según el Ministerio de Educación, desde donde además dicen que se trató de una huelga “política”, por boca del secretario general de Universidades, Federico Morán.
Cuando creíamos advertir el soplo de vientos reivindicativos de la política como patrón de pensamiento y como servicio a los demás, reaparece el uso del vocablo “político” como pedrada contra el discrepante. También se lanza contra quienes protestan contra la privatización de la sanidad pública en Madrid. Con el mismo ánimo recriminatorio lo hizo ayer Lucía Figar, consejera de Educación de la Comunidad, donde se celebró la jornada con un decreto regulador de profesores interinos que servirá para despedir a miles de ellos.

Los recortes están en la génesis de esta ley: menos profesores en la escuela publica, más alumnos por aula, desaparición de los prestamos-renta para estudios, reducción de becas Erasmus en un 40%, reducción de la asignación presupuestaria para enseñanzas universitarias de hasta un 79%, aumento de tasas universitarias en un 66%, etc. También hay aspectos cualitativos de inevitable valoración ideológica. Por ejemplo, el hecho de que la nota media prevalezca sobre el nivel de renta en la concesión de becas o el cierre del camino hacia la universidad a cientos de miles de jóvenes (los famosos “itinerarios” a partir de los 14 años y el riesgo de segregación).
En resumen, una reforma de la educación que va a nacer escasa de recursos en lo económico y escasa de diálogo en lo político. Para más referencias, pregúntese al hermano del ministro, Juan Pablo Wert, que es profesor y se ha pronunciado en contra del proyecto de su hermano. Al ministro le sacaron el tema los periodistas cuando ayer se disponía a presidir un acto académico. Y eso le puso de mal humor. En vez de afrontar las preguntas, para lo que está sobrado de recursos, optó por la bronca y ahora tendrá que pedir disculpas. O no.

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