Antonio Casado
AL GRANO
La mejora del diálogo entre Rajoy y Rubalcaba, que se viene fraguando entre bambalinas (ver la excelente información de Ángel Collado, ayer en El Confidencial) se escenificó en la sesión de control al Gobierno. Por primera vez, el presidente no rechaza una oferta de colaboración formulada en sede parlamentaria por el líder del PSOE. En torno a una idea teóricamente compartida: pedirle a Bruselas menor presión en nombre de la disciplina fiscal y mayor compromiso en nombre del bienestar de los ciudadanos. O sea, medidas orientadas a favorecer el crecimiento y, por tanto, el empleo, no solo el de los jóvenes, “porque hay millones de españoles que no pueden esperar más”, dijo ayer el jefe de filas del principal partido de la oposición en su habitual cruce de los miércoles con el presidente del Gobierno.
Convencido de que la propuesta es asumible por el resto de los grupos parlamentarios, Rubalcaba sugiere la convocatoria de un pleno extraordinario del Congreso para proyectar esa postura común en una resolución. Sería el aval político de Rajoy para reforzar la posición de España en la próxima cumbre europea de finales de junio. Y un mensaje de que los adversarios políticos de siempre son capaces de aparcar sus diferencias en la cruzada contra la crisis económica. “Podemos llegar a un entendimiento y lograr una postura amplia, si no unánime”, dijo el presidente dejando la puerta abierta a la posibilidad de recabar una posición común frente a unas políticas europeas que, al menos en España, han generado pobreza, desigualdad y paro. Hasta el FMI (Fondo Monetario Internacional) ha llegado a poner negro sobre blanco que esas políticas agravan la recesión y alientan la decepción de los ciudadanos.
El señor Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, la misma que acaba de examinar la marcha de la economía española a la luz de las duras medidas del Gobierno y en relación con las exigencias de Bruselas, parece sumarse a esa corriente. Ha dicho que “las medidas de austeridad ya no son la respuesta”. Sin embargo, la única traducción a hechos de lo que parece ser un cierto viraje ha sido la flexibilización del calendario para lograr el reglamentario 3% de déficit público en 2016. Eso significa más capacidad de maniobra para que el Gobierno pueda utilizar los Presupuestos como palanca de reactivación y no como pretexto para volver a crear burbujas sectoriales o geográficas.
Aunque ayer mismo volvía a insistir en que no piensa cambiar de política en sus líneas esenciales -reformar para crecer-, es evidente que Mariano Rajoy ya se ha convencido de que sólo con ajustes no salimos de la crisis. Si tenía dudas, ayer las despejó la OCDE, que anuncia más recesión y más paro para este año y el que viene. Por supuesto que Rajoy no renuncia a las políticas de austeridad y reformas contra el déficit y la deuda, pero ya ha entendido que deben ir acompañadas de estímulos al crecimiento y al empleo. Ahí están sus dos propuestas de anteayer en París. Una, que no computen como déficit las ayudas al empleo juvenil. Y otra, que el BEI (Banco Europeo de Inversiones) facilite la financiación de las pymes.
En resumen, que se dan las condiciones para forjar una oposición común de las principales fuerzas políticas ante el decisivo Consejo Europeo de finales de junio, en el que España debe levantar la voz para que se recompense el sacrificio de los españoles con medidas orientadas al crecimiento y la creación de empleo.