Antonio Casado
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM
A las batas blancas a favor de la sanidad pública, el grito
de Ada Colau contra los desahucios, el de Beatriz Talegón contra el socialismo
de cinco estrellas y la protesta estudiantil en defensa de la educación
pública, se sumó la gala de los Goya como un brote verde más en la conciencia
crítica de la sociedad frente a un estado de cosas manifiestamente mejorable.
Otro desmentido al supuesto de la sociedad anestesiada. Y
una manera de responder a las peinetas de los Bárcenas conocidos y por conocer
que han ido forjando un país que rebusca en los cubos de basura y hace cola en
la lista del paro mientras crece el número de sinvergüenzas que van pasando
cada día por las primeras páginas de la prensa nacional.
En cambio, hay quien lo ve como un ingrediente más de una
conspiración de perdedores contra quienes conquistaron en las urnas el derecho
a gobernar. Y de esa estrecha concepción de la realidad nace la enemiga de las
terminales políticas y mediáticas del PP. Tan patriotas en todo lo demás, pero
no en el cine nacional. Qué curioso. Es un clásico desde que esta gente de
nuestro cine se pronunció públicamente contra la guerra del Irak (2003) y
quienes la apoyaron, entre otros el Gobierno de Aznar.
Pero me quedo también en el bando de los tolerantes, en el
que incluyo al ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert. Con sus
declaraciones de ayer demostró que sabe encajar una crítica civilizada sin
hacerle la peineta a quienes no marcan el paso del poderLos del gremio llevan
desde entonces el recurrente sambenito de 'los de la ceja' y son
sistemáticamente vilipendiados por quienes el presidente de la Academia de Cine
calificó en su discurso de la gala como “los del bigote”. En estos términos:
“El cine no pertenece ni pertenecerá nunca a los de la ceja ni a los del
bigote”, dijo Enrique González Macho en su discurso de la gala anual del cine
español.
Por supuesto. Una obviedad que conviene al arte, al artista,
a su capacidad crítica, su independencia y su libertad de creación. También al
cine. No sólo como expresión cultural. También como caja de resonancia de lo
que ocurre en su entorno social. Exactamente igual que cualquier otro medio de
comunicación como la radio, los periódicos o las redes sociales, en su calidad
de mensajeros necesarios. ¿A qué viene rasgarse las vestiduras porque la gente
del cine se pronuncie contra los recortes, la subida del IVA cultural, los
desahucios, el paro y la corrupción?
Me quedo en el bando de quienes amamos el cine español y
disfrutamos del talento de su gente en la gala del domingo pasado. Brillante la
entrañable Concha Velasco en su tardío reconocimiento, ingeniosa y chispeante
Eva Hache, valiente y solidaria Maribel Verdú… Y muchos otros bien traídos
fogonazos de humor, junto a una buena puesta en escena y una buena realización
de Televisión Española. Me encantó la gala de los Goya y encontré en la gente
del cine la vitalidad, la honradez, el talento y al amor a su oficio que ya me
gustaría ver en la clase dirigente y en quienes la corean con las anteojeras de
una u otra bandería política.
Pero me quedo también en el bando de los tolerantes, en el
que incluyo al ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert. Con sus
declaraciones de ayer demostró que sabe encajar una crítica civilizada sin
hacerle la peineta a quienes no marcan el paso del poder. Nunca perdió la
sonrisa durante la gala de los Goya del domingo pasado y aguantó deportivamente
las alusiones a la política del Gobierno Rajoy. Justo es reconocérselo
No hay comentarios:
Publicar un comentario