lunes, 18 de febrero de 2013

El cine español, otro brote verde contra las peinetas


                                                                                        Antonio Casado
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM
A las batas blancas a favor de la sanidad pública, el grito de Ada Colau contra los desahucios, el de Beatriz Talegón contra el socialismo de cinco estrellas y la protesta estudiantil en defensa de la educación pública, se sumó la gala de los Goya como un brote verde más en la conciencia crítica de la sociedad frente a un estado de cosas manifiestamente mejorable.

Otro desmentido al supuesto de la sociedad anestesiada. Y una manera de responder a las peinetas de los Bárcenas conocidos y por conocer que han ido forjando un país que rebusca en los cubos de basura y hace cola en la lista del paro mientras crece el número de sinvergüenzas que van pasando cada día por las primeras páginas de la prensa nacional.

En cambio, hay quien lo ve como un ingrediente más de una conspiración de perdedores contra quienes conquistaron en las urnas el derecho a gobernar. Y de esa estrecha concepción de la realidad nace la enemiga de las terminales políticas y mediáticas del PP. Tan patriotas en todo lo demás, pero no en el cine nacional. Qué curioso. Es un clásico desde que esta gente de nuestro cine se pronunció públicamente contra la guerra del Irak (2003) y quienes la apoyaron, entre otros el Gobierno de Aznar.

Pero me quedo también en el bando de los tolerantes, en el que incluyo al ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert. Con sus declaraciones de ayer demostró que sabe encajar una crítica civilizada sin hacerle la peineta a quienes no marcan el paso del poderLos del gremio llevan desde entonces el recurrente sambenito de 'los de la ceja' y son sistemáticamente vilipendiados por quienes el presidente de la Academia de Cine calificó en su discurso de la gala como “los del bigote”. En estos términos: “El cine no pertenece ni pertenecerá nunca a los de la ceja ni a los del bigote”, dijo Enrique González Macho en su discurso de la gala anual del cine español.

Por supuesto. Una obviedad que conviene al arte, al artista, a su capacidad crítica, su independencia y su libertad de creación. También al cine. No sólo como expresión cultural. También como caja de resonancia de lo que ocurre en su entorno social. Exactamente igual que cualquier otro medio de comunicación como la radio, los periódicos o las redes sociales, en su calidad de mensajeros necesarios. ¿A qué viene rasgarse las vestiduras porque la gente del cine se pronuncie contra los recortes, la subida del IVA cultural, los desahucios, el paro y la corrupción?

Me quedo en el bando de quienes amamos el cine español y disfrutamos del talento de su gente en la gala del domingo pasado. Brillante la entrañable Concha Velasco en su tardío reconocimiento, ingeniosa y chispeante Eva Hache, valiente y solidaria Maribel Verdú… Y muchos otros bien traídos fogonazos de humor, junto a una buena puesta en escena y una buena realización de Televisión Española. Me encantó la gala de los Goya y encontré en la gente del cine la vitalidad, la honradez, el talento y al amor a su oficio que ya me gustaría ver en la clase dirigente y en quienes la corean con las anteojeras de una u otra bandería política.

Pero me quedo también en el bando de los tolerantes, en el que incluyo al ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert. Con sus declaraciones de ayer demostró que sabe encajar una crítica civilizada sin hacerle la peineta a quienes no marcan el paso del poder. Nunca perdió la sonrisa durante la gala de los Goya del domingo pasado y aguantó deportivamente las alusiones a la política del Gobierno Rajoy. Justo es reconocérselo

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