lunes, 10 de junio de 2013

Curiosos efectos colaterales del pacto frente a Europa

Antonio Casado
AL GRANO
 EL CONFIDENCIAL.COM
El presidente del Gobierno habla cada vez con más soltura de un pacto inminente del Ejecutivo con el principal partido de la oposición y quienes quieran sumarse, para que la necesitada España comparezca con una sola voz en el decisivo Consejo Europeo del 27-28 de junio. “Hablaremos de cuestiones europeas y de lo que él quiera”, decía ayer Mariano Rajoy en Bruselas refiriéndose a su próximo encuentro con Pérez Rubalcaba, en el que se espera acordar una posición única ante la mirada conminatoria de Europa.

No es el gran pacto nacional para sacar a España de la crisis que el líder del PSOE le propuso a Rajoy en el debate parlamentario sobre la situación económica del pasado 8 de mayo, pero por algo se empieza. Sumar esfuerzos en nombre de los intereses generales responde a una demanda de la ciudadanía. De momento, se trata de reforzar al presidente del Gobierno cuando reclame en la cumbre de finales de junio una mayor implicación europea en nuestros problemas (paro y falta de crédito), así como una mayor diligencia de la UE en el cumplimiento de los compromisos adquiridos hace un año (unión bancaria, sobre todo)
Aunque sea muy improbable que la voluntad de diálogo mostrada por Rajoy y Rubalcaba alcance a otros ámbitos de confrontación, el inminente pacto Gobierno-PSOE, con la muy posible adhesión de nacionalistas vascos y catalanes, ya ha aportado tres elementos de análisis de obligada reseña en el seguimiento de la situación política nacional. Los tres vienen a confirmar que el acuerdo va en serio y se concretará en los próximos días, si bien no va a escenificarse en un pleno monográfico del Congreso, como quería el PSOE, sino en el texto de una moción.

Primero: el Gobierno reconoce implícitamente la necesidad de combinar las medidas de crecimiento con las de austeridad, en sintonía con las reiteradas tesis del PSOE, incluida la prórroga de dos años en la batalla contra el déficit público. Supone un cierto cambio de rumbo en la política económica de Moncloa, al descubrir, junto a la propia UE y el FMI, que la obsesión por el equilibrio fiscal sólo ha servido para llevar más paro, más recesión y más desigualdad a los países del sur de Europa, España entre ellos.

Segundo: las significativas reticencias de los partidos emergentes en las encuestas, IU y UPyD, frente a lo que consideran una componenda bipartidista. La reacción de Cayo Lara no puede ser más elocuente cuando arremete contra Rubalcaba por acercarse al PP. Si creyese que estaba cometiendo un error, Lara estaría encantado. No olvidemos que se disputan el espacio electoral. Y que tanto IU como UPyD están creciendo a costa del desprestigio de los dos grandes.

Y tercero: el hecho aparentemente contradictorio de que los segundos del PP y del PSOE se dediquen estos días con renovadas energías a marcar diferencias políticas e ideológicas, incluso a exagerarlas, a fin de que nadie caiga en la tentación de decir que los dos partidos son iguales. Curioso. Pero relevante a la hora de preguntarse si la sintonía europea de Rajoy y Rubalcaba puede tener continuidad en otros temas.

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