lunes, 10 de junio de 2013

Alegría en casa del pobre: casi 100.000 rescatados

Antonio Casado
AL GRANO
 EL CONFIDENCIAL.COM
Nos lo contaba ayer en la radio el ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo: “¿Saben ustedes cuáles son los dos países mejor valorados de la Unión Europea? Alemania y España; ¿y saben cuál es el país más crítico con España? España”. Significativo. Así que no será un servidor quien repruebe el subidón verbal del Gobierno por cuenta de esa agua de mayo vertida sobre nuestro pesimismo de cercanías al saber que 98.262 parados encontraron un puesto de trabajo y la Seguridad Social aumentó en 134.165 nuevos cotizantes.

“Es una buena noticia, y la verdad es que andamos necesitados de buenas noticias”, decía ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que esta vez no escapó a toda prisa de los periodistas del Senado. Al revés. Aceptó encantado el canutazo de pasillos para vincular las esperanzadoras cifras del paro de mayo al acierto de las políticas del Gobierno. O sea, anuncia que seguirá trabajando en la misma dirección. Demos por buena esa mentira piadosa mientras constatamos que, afortunadamente, hay una evidente corrección, o al menos modulación, en la línea económica de Moncloa, seguramente inducida por la Unión Europea y otros organismos internacionales, convencidos ya de que sólo con políticas de austeridad no salimos de pobres.
Una buena prueba del cambio de rumbo, en clave doméstica, es la muy alta posibilidad de acuerdo entre el Gobierno y los socialistas de Rubalcaba para reforzar la posición oficial de España en la decisiva cumbre europea del 27-28 de junio. Algo impensable durante los dieciséis meses que llevamos de Legislatura, con una política económica centrada en la reducción del déficit sin reparar en el precio (recesión y paro). Ahora Rajoy ya tiene claro que las políticas de austeridad deben casar con estímulos al crecimiento y, por otra parte, está feliz con la prórroga de dos años para alcanzar el 3% de déficit sin que los recortes sigan machacando a las capas más débiles de la sociedad.

Esas dos ideas, políticas incentivadoras y más tiempo para reducir el déficit, han estado cosidas al discurso del PSOE desde el minuto uno de esta Legislatura. De ahí la relativa soltura con la que el presidente del Gobierno viene hablando de su predisposición a pactar con Rubalcaba una posición común ante el Consejo Europeo de finales de junio, en el que se van a tocar resortes decisivos, como los créditos del Banco Europeo de Inversiones para pequeñas y medianas empresas, el plan europeo de empleo juvenil y la unión bancaria.

De momento, las excelentes cifras del empleo en mayo traen algo de alegría a casa del pobre. Aunque todavía queda mucho por hacer hasta que la economía vuelva a crear puestos de trabajo, como ayer mismo admitía el propio Rajoy. Y aunque tampoco sea la primera vez que se encadenan tres meses seguidos de bajada del paro (ha ocurrido en los tres últimos años). Pero, en fin, no perdamos la esperanza de que la buena noticia sea precursora del cambio de tendencia que cualquier español bien nacido espera y desea. Al margen de las simpatías o las antipatías de la política.

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