martes, 25 de junio de 2013

Al Estado del bienestar le espera un futuro incierto

Antonio Casado
AL GRANO
 EL CONFIDENCIAL, COM
La actual crisis económica será la tumba del Estado del bienestar. Se ve venir. También en España, por supuesto. Avanzamos hacia la sociedad del sálvese quien pueda, que es la tierra prometida de la derecha sin complejos y los liberales de ducha diaria. Esos liberales que braman contra el intervencionismo del Estado “confiscatorio”, según su relato-coartada, pero les parece de perlas que el Estado e incluso la Iglesia católica se metan entre las piernas de una mujer para decirle cuándo y cómo puede o no puede interrumpir un embarazo.

De tanto en tanto, el grito de la calle. El de los estudiantes contra el recorte de las becas. El de los profesionales de la Medicina contra las operaciones privatizadoras de la Sanidad Pública, con la Comunidad de Madrid de abanderada. El de los sindicatos contra la reforma de las pensiones que está en la recámara del Gobierno. O el del principal partido de la izquierda, en su menguada fuerza política, encendiendo luces de posición a la caza del votante perdido.

El PSOE celebró en Albacete una de sus tormentas de cerebros previas a la conferencia política de octubre. En su agenda para la renovación de su proyecto político ayer tocaba abanderarse como el partido que garantiza el Estado del bienestar “con el que quiere acabar el PP”. En la calle, también en Albacete y veinte ciudades más, volvía a sonar el ruido de la 'marea blanca' chocando contra los planes privatizadores del PP, mientras Rubalcaba advertía: “Lo que ahora se está privatizando, ya lo desprivatizarán los socialistas cuando lleguen al Gobierno”. Con réplica inmediata del jefe de este negociado en la Ejecutiva del PP, José Ignacio Echániz, ese genio que argumenta con la supuesta adicción del líder del PSOE a la sanidad privada (mentira y gorda) para vender (nunca mejor dicho) la privatización de la pública.
Son ganas de confundir churras con merinas. Las protestas en la calle no van contra la sanidad privada, sino contra la privatización de la pública. Y por supuesto que la admonición de Rubalcaba (lo que se privatiza hoy ya se desprivatizará mañana) fue un mensaje oportunista. Pensado para enganchar con los miles de usuarios y trabajadores de distintos estamentos sanitarios que ayer volvieron a echarse a la calle contra los planes privatizadores.

No son los únicos. Ni muy distintos a los planes privatizadores de las pensiones (el mensaje está calando: el que quiera una pensión que se la pague de su bolsillo). O el de la enseñanza, cuyos hachazos al sistema de becas son hachazos al viejo principio de igualdad de oportunidades, aplicable en función de dos criterios clásicos de adjudicación: aptitud (aprovechamiento) y nivel de renta. El ministro revisa el primero elevando la nota media y relaciona el segundo con las disponibilidades presupuestarias, al tiempo que se inventa un nuevo tipo de beca en dos tramos (uno fijo y otro variable).

Me recuerda la complicada fórmula matemática propuesta por los expertos para las futuras pensiones, de modo que se combine la demografía con la disponibilidad de caja. Todo lo complicada que se quiera, pero seguro que desemboca en un recorte de pensiones y derechos adquiridos por los trabajadores amortizados de este país. Lo mismo que con las becas. Es seguro que de la reforma del sistema ideado por el ministro Wert saldrá una realidad con menos oportunidades para estudiantes sin recursos económicos y más oportunidades para los hijos de papá pudiente. No falla

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