miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un año de pertinaz sequía: los 365 días de Mariano Rajoy




                                          Antonio Casado
AL GRANO

Trescientos sesenta y cinco días de buenas intenciones y malos resultados. Es la síntesis de lo ocurrido al cumplirse el primer aniversario de la mayor victoria electoral del PP. Más votos y más escaños que los logrados en 2000 por José María Aznar. El expresidente lo celebró hablando de Rajoy como un plato de segunda mesa (Rato rechazó el honor en dos ocasiones). Lo cuenta ahora porque quiere contarlo. La memoria es selectiva y un libro de memorias ni te cuento. Un sartenazo más del sucedido en el bajo vientre del sucesor.

Son cuitas de partido. Más graves son las del país, que han ido a peor en estos 365 días de pertinaz sequía. Los sufridores son los habituales, cómo no. Las capas sociales más desfavorecidas con crisis o sin crisis. Sobre ellas produce su efecto devastador el paro, que ha crecido en 800.000 personas, generando más pobreza y más desigualdad. Las costuras del traje siempre se rompen por lo más sufrido. Lógico. Así son las cosas. Así están pensadas. Me revienta oír que no hay alternativa a la política de recortes cuando se plantea el cierre de un hospital, la disminución de las becas, el encarecimiento de las matrículas, el copago farmacéutico, el despido de profesores o la subida de impuestos para todos por igual. Puede que no haya alternativa al imperativo de la austeridad pero la hay si se aplica según las prioridades del gobernante. En eso consiste exactamente el juego político, en diferenciarse por el orden de prioridades que plantean los distintos partidos entre los que el ciudadano está llamado a elegir.

Puede que no haya alternativa al imperativo de la austeridad pero la hay si se aplica según las prioridades del gobernante. En eso consiste exactamente el juego político, en diferenciarse por el orden de prioridades que plantean los distintos partidos entre los que el ciudadano está llamado a elegir

En este caso los ciudadanos eligieron al PP. Y dejaron al PSOE al borde del desahucio, entre otras cosas por romper descaradamente el pacto contraído con sus electores justamente de acuerdo con un orden de prioridades traicionado por Zapatero a partir de mayo de 2010. El entonces presidente achacó los incumplimientos a las “circunstancias”. Exactamente igual que el actual. En vez de condicionar la realidad, que es la tarea del gobernante, la realidad condicionó a Zapatero y está condicionando a Rajoy hasta el punto de irle ganando en el marcador.

A saber: menos crecimiento, más inflación, más paro, menos afiliados a la Seguridad Social (medio millón), menos empresas (han desaparecido 23.000) y una prima de riesgo más alta. Pero, sobre todo, más sufrimiento para los paganos de siempre en nombre de una política de recortes para la que, según el Gobierno, no hay alternativa. Claro que la hay, según el mismísimo Barack Obama sostiene. Y otros muchos, como nos ha venido a recordar Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, con Rajoy de testigo. Se trata de luchar contra el déficit público rebajando el nivel de sufrimiento de los ciudadanos.

De momento, los 365 de este Gobierno no nos han sacado del círculo vicioso que se abre con los recortes en nombre de la austeridad y se cierra con recesión por culpa de la austeridad. Y aun así, uno sigue deseando que acierte, que las medidas “duras pero imprescindibles” a las que se refiere Rajoy nos hagan ver el final del túnel a la vuelta de los próximos 365 días. Amén.

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