domingo, 25 de noviembre de 2012

CiU se desploma y las urnas revientan los planes de Mas



                               Antonio Casado
                                  AL GRANO
                              EL CONFIDENCIAL
Hablar de fracaso político de Artur Mas es quedarse corto. En nombre de la decencia y el sentido común, solo su retirada de la política podría compadecerse con el tamaño de su descalabro. Las urnas han reventado todos sus análisis. Los catalanes le han vuelto la espalda si nos atenemos a las expectativas creadas por él mismo. No le han respondido como esperaba ni quienes sueñan con una Cataluña independiente. Puestos a elegir, han preferido al independentista de siempre y no al sobrevenido.

Si se invoca la radicalidad se favorece a los radicales. Suele ocurrir. Por eso ERC dobla su número de escaños (pasa de 10 a 21). Y por eso CiU se desploma al perder nada menos que 12 escaños (pasa de 62 a 50). No era un viaje a ninguna parte el de Mas. Era ir marcha atrás. Como líder, quería jugar en la Champions league europea y resulta que ha bajado a la segunda división catalana. Lo suyo pasará a los anales de la torpeza política. ¿De qué otro modo se puede interpretar anticipar las elecciones para tener menos diputados que antes?

Se cumplió lo previsto en relación con ERC y Ciutadans. Fueron los grandes triunfadores de la noche. Si aquellos doblaron sobradamente sus escaños de 2010, éstos triplicaron los suyos. Se explica. Ambos, en sentido contrario, mantuvieron las dos posiciones más claras y, sobre todo, más creíbles en relación con el desafío al EstadoSin la mayoría absoluta que reclamó del pueblo catalán (“mayoría excepcional”, decía) ahora tiene tres opciones de completarla en relación al desafío secesionista al Estado. Para mantenerlo y llevarlo a las últimas consecuencias, solo puede hacerlo con la colaboración necesaria de ERC. Para frenarlo, con la del PP de Alicia Sánchez Camacho. Y para reconducirlo, con el PSC, cuyo retroceso estaba cantado. Como ya dijo anoche que nada de frenazo, aunque la marcha se tendrá que ralentizar, sólo le quedan los socialistas de Pere Navarro o los radicales de Oriol Junqueras si quiere formar un gobierno estable, una vez descartada la ICV de Joan Herrera porque no da la suma y por incompatibilidad ideológica. La misma incompatibilidad que haría muy difícil la asociación con ERC. No veo a ICV ni a ERC votando los presupuestos de 2013, que estarán inevitablemente reñidos con el mantenimiento de los servicios públicos.

Mientras hacemos quinielas sobre la gobernabilidad de una Cataluña políticamente muy fragmentada, solo queda constatar el anunciado desplome de un PSC desnortado y pendiente de paso por la ITV, que ha perdido ocho escaños y la condición de segunda fuerza política. También se cumplieron los ascensos previstos de la ERC y el Ciutadans de Albert Rivera. Fueron los grandes triunfadores de la noche. Si aquellos doblaron sobradamente sus escaños de 2010, estos triplicaron los suyos (pasan de 3 a 9). Se explica. Ambos, en sentido contrario, mantuvieron las dos posiciones más claras y, sobre todo, más creíbles en relación con el desafío al Estado. Aquellos para corregirlo y aumentarlo; estos, para reprobarlo. El sincretismo del PSC no ha tenido premio. Y el PP ha mejorado en un escaño su facturación electoral en Cataluña al haber actuado Mas como despertador del españolismo más perezoso.

Si Mas no tiene la decencia de retirarse avergonzado de la vida política, será cosa de ver cómo se las arregla para bajarse del tigre. O, en su caso, para seguir cabalgándolo al modo de esos toros locos de las ferias que siempre acaban estampándote contra el suelo.

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