viernes, 25 de enero de 2013

Los frutos de la reforma laboral: casi seis millones de parados

                                                                Antonio Casado Alonso
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL
El ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, que ayer fue la estrella invitada en las redes sociales, pone el título al comentario de hoy. Se corresponde con su reacción pública a los datos del paro al cierre del año 2012. Cuando supo que el número de parados ha crecido en 691.700 durante este primer año de reinado del PP, el ministro reconoció que “no es un buen dato”, pero “la reforma laboral está dando sus frutos” y, según él, empezaremos a notarlos a lo largo del año recién estrenado. Desde Perú, el presidente Gobierno, Mariano Rajoy, se apunta a la esperanza: “Estoy convencido de que este año será mejor”.

De nuevo la cuestión de fe como incierto resorte de la remontada. ¿Con la misma política de austeridad dictada desde Berlín? Hasta ahora no ha servido para salir de la crisis, sino para hundirnos un poco más. Lo hemos ido viendo trimestre a trimestre, en términos de recesión y paro, a medida que empezaban a caer los frutos amargos de la reforma laboral. La secuencia es puramente descriptiva: los recortes nos llevan a la recesión y la recesión al despido fácil y barato. Hasta el primer ministro italiano, Mario Monti, decía ayer en Davos (¿Por qué no estaba Rajoy?) que ningún país europeo podrá mantener o recuperar el crecimiento si no se hacen políticas orientadas a mantener o recuperarlo. De cajón.

La imparable subida del paro equivale a la imparable bajada del consumo, lo cual perjudica gravemente la propia lucha contra el déficit público en la que teóricamente está basada esa política de austeridad caiga quien caigaEn España seguimos abrazados a la política de austeridad, cuyos efectos colaterales son los primeros en desautorizarla. Me explico. La imparable subida del paro equivale a la imparable bajada del consumo, lo cual perjudica gravemente la propia lucha contra el déficit público en la que teóricamente está basada esa política de austeridad caiga quien caiga. Los datos cantan: la destrucción de 850.400 empleos durante el año 2012 ha supuesto una reducción de 1.800 millones de euros solo en la recaudación del IRPF, equivalentes a una base imponible de 10.488 millones de euros en salarios perdidos (carezco de datos sobre lo que ha pasado con la recaudación del IVA que se paga en el consumo).

O sea, que hasta ahora la política de los recortes que impide el funcionamiento de los motores (inversión y consumo) ni crea empleo ni reduce sustancialmente el déficit público. Es un secreto a voces que se va a desbordar el umbral comprometido del 6,3% para el año 2012, como también lo es que en febrero Bruselas nos dará más tiempo para llegar al 3% impuesto por la disciplina fiscal de la eurozona. Y mientras hacemos los deberes, como buenos discípulos de Merkel, las cifras de paro, ya cercanas a los temidos seis millones, han creado una situación de emergencia nacional. O España empieza a crear puestos de trabajo o la mecha se acaba encontrando con la cerilla de El Roto.

Atrás quedan las promesas. “Arreglaremos la economía en dos años”, decía Mariano Rajoy desde las primera páginas de los periódicos pocos meses antes de las elecciones del 20 de noviembre de 2011. El pecado de Zapatero fue su tardío reconocimiento de la crisis. El de Rajoy, hacer creer a los españoles que con la victoria del PP todo cambiaría hacia mejor. El primer año ha sido fallido: casi seis millones de parados. Y no son más por reducción de la población activa como consecuencia de la huida de los jóvenes y los inmigrantes.

No hay comentarios: