martes, 2 de agosto de 2011

Vida estraterrestre

PUNTO DE VISTA

Exobiología: La ciencia de la vida extraterrestre
Los astrónomos, exobiólogos, astrofísicos y otros científicos están seriamente comprometidos con la búsqueda de vida extraterrestre.
lunes 11 de julio de 2011 Opinió
RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet),
El Tribuno

Una de las grandes preguntas que nos hacemos los humanos es si existe vida en otros lugares del universo. Tenemos, por ahora, una vaga idea de lo que es la vida en nuestro planeta. Una pléyade de científicos, tanto biólogos como químicos, físicos y geólogos se han estado preguntando por el origen y la evolución de la vida en el planeta Tierra desde el Hádico hasta la actualidad antropozoica, a lo largo de 4.560 millones de años. Parte de ello lo he desarrollado en mi reciente libro “Los fósiles y el tiempo profundo”, de Mundo Gráfico Editorial (Salta, 2011).

Ya de por sí intentar explicar qué es la vida constituye un rompedero de cabeza. El famoso físico austríaco y premio Nobel 1933, Erwin Schr”dinger, levantó una polvareda intelectual cuando en 1944 publicó su famoso libro “¿Qué es la vida?”, con argumentos tomados desde distintos campos de las ciencias duras.

Entre sus genialidades estuvo el pensar, por puro razonamiento teórico, la existencia de un código bioquímico universal, mucho antes del descubrimiento del ADN. Desde entonces se sucedieron las definiciones sin que hasta ahora se haya logrado alguna que pueda convencer a todos.

Para Christian de Duve, premio Nobel de Fisiología, “la vida es desequilibrio”.

El astrofísico Carl Sagan, a quien se le encargó el capítulo “vida” (life) de la Enciclopedia Británica, y que está considerado uno de los mejores textos de esa prestigiosa obra, dice que “un ser vivo es algo capaz de reproducirse, mutar y transmitir sus mutaciones”.

El biólogo Chris McKay sostiene que “la vida es información y ADN replicable, al abrigo de una membrana”. El bioquímico Leslie Orgel sostiene que “un ser vivo es un objeto complejo que contiene información, se reproduce y evoluciona por selección natural”.

Por su parte, Francis Crick, premio Nobel de Fisiología y uno de los descubridores del ADN, sostiene que “por su complicación, la vida es casi un milagro”.

Ken Nealson, astrobiólogo de la NASA, comentaba que la “vida era una equivocación”, ya que “hacía falta un derroche fantasioso de energía para mantener un organismo vivo durante un tiempo, en contra de la disipación generalizada y la entropía”.


Si bien no estamos seguros de cómo comenzó la vida en nuestro planeta, sabemos al menos que, por sus características, este fue el elegido del Sistema Solar. La distancia al Sol permitió que el agua coexista en sus tres estados: sólido (hielo), líquido y vapor. La vida en la Tierra está dada por el agua, el oxígeno y el carbono. Júpiter es un gigante gaseoso que pudo, pero que no se convirtió en un segundo sol, y en lugar de habernos achicharrado nos protege como un escudo del bombardeo cósmico permanente de asteroides y cometas. Recordemos los 21 fragmentos cometarios del Shomaeker-Levy que se estrellaron allí en 1994. Desde muy temprano el hombre comenzó a preguntarse si existía vida en otros planetas. Giordano Bruno, cura dominico, fue uno de los que desafiaron abiertamente el dogma y sostuvo unos 400 años atrás que el universo estaba lleno de mundos habitados como el nuestro. Esta era una idea absolutamente peligrosa para la Iglesia, ya que si había otras humanidades significaba que Jesús, el hijo de Dios, tenía que nacer y morir crucificado en cada uno de esos infinitos mundos. Lo cierto es que el papa Ippolito Aldobrandini, Clemente VIII, decidió que no iba a tolerar el mal ejemplo y mandó a rostizarlo vivo en las hogueras de la Santa Inquisición en Campo dei Froi, solicitando el uso de “ramas verdes para que la agonía durara más”.

En 1960, Joshua Lederberg, profesor de Genética de Stanford, acuñó el término “exobiología” para referirse al “estudio de la vida exterior”. El paleontólogo George Gaylord Simpson lo cruzó en 1964 diciendo que esa nueva ciencia primero tenía que demostrar que el tema de su estudio existía, ya que al no haberse probado la existencia de vida extraterrestre, la nueva línea científica no pasaba de una colección de especulaciones. En la última década se comenzó a hablar de “astrobiología”. El hallazgo en la Antártida de una roca de claro origen marciano, el meteorito ALH 84001, desató una fiebre de especulaciones al descubrirse en él grietas con carbonatos, carbono orgánico y cristales ordenados de magnetita, que daban el aspecto de haber sido producido por bacterias fósiles. El meteorito, descubierto por Roberta Score, se convirtió en la roca más estudiada del Sistema Solar. Hoy nadie cree que se trate de restos orgánicos, con lo cual se volvieron a desvanecer las posibilidades de que haya alguna vida en el Sistema Solar aunque más no sea del tipo bacteriana extremófila.

Tampoco ayudan la composición de las atmósferas de los planetas y satélites, ni todo el rastreo de ondas que hicieron los radiotelescopios. La búsqueda se orienta ahora a otras estrellas, esperando que estas alberguen planetas y que esos planetas tengan las condiciones mínimas como para que pudiera surgir en ellos la vida. Planetas que puedan tener agua líquida, que desarrollen una evolución estable de un par de billones de años con un flujo adecuado de energía y baja radiación ultravioleta, con estrellas por encima del umbral de las enanas rojas -que dificultaría el metabolismo vital- y con órbitas planetarias subcirculares, para evitar las oscilaciones climáticas y el congelamiento periódico de los océanos.

También con una masa planetaria que retenga una atmósfera apreciable y, con ella, temperaturas adecuadas para la vida. Como se aprecia, son demasiados los requisitos, a los que hay que sumar que el planeta pertenezca a una galaxia en espiral donde haya más elementos químicos pesados y no a una elíptica, irregular o demasiado pequeña, que se ubique dentro de la galaxia en una zona adecuada, o sea, ni en el núcleo -donde hay demasiada radiación y demasiadas supernovas- ni en la periferia -con pocos elementos pesados-; que abunden los elementos pesados de la nube molecular primigenia, ya que una metalicidad alta sería necesaria para formar tanto los planetas sólidos como la vida; que exista al menos un planeta gigante que pueda limpiar el sistema de impactores (como nuestro Júpiter); y que el planeta tenga un satélite gigante para estabilizar su eje rotacional.

Los astrónomos, exobiólogos, astrofísicos y otros científicos están seriamente comprometidos con la búsqueda de vida extraterrestre (aunque más no sea una mínima bacteria), lo cual se contradice abiertamente con quienes suponen que cualquier luz u objeto en el cielo es un ovni, es decir, una nave tripulada por viajeros del cosmos.

Datos
•En 1960, Joshua Lederberg, profesor de Genética de Stanford, acuñó el término “exobiología” para referirse al “estudio de la vida exterior”.
•La búsqueda se orienta ahora a estrellas que alberguen planetas que tengan las condiciones mínimas para que pueda surgir en ellos la vida.

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