lunes, 1 de agosto de 2011

Fosiles y el tiempo profundo en la historia de la tierra

Los fósiles y el tiempo profundo en la historia de la Tierra

RICARDO N. ALONSO, Dr. en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)



 

Lunes 15 de Noviembre de 2010 Opinión

 
 

 
 

Los fósiles son singularidades en el espacio-tiempo. Cada organismo antiguo vivió en un espacio único y en un tiempo único. Cada organismo es asimismo una unidad descartable de la biosfera en el marco de un universo darwiniano, estocástico y contingente. La vida evolucionó en el planeta Tierra, un planeta insignificante, asociado a una estrella menor, en un rincón perdido de la vía láctea, una galaxia más entre millones de ellas. Desde su origen en un posible Big-Bang, o explosión del huevo cósmico primigenio (singularidad de Gamow), pasaron 13.700 millones de años del tiempo cosmológico.

Hace 4.566 millones de años, según nos informan las edades de los meteoritos, se formaron la Tierra y los planetas vecinos del sistema solar. La Tierra quedó posicionada entre Venus y Marte, una localización que le permitió sortear el intenso calor del Sol y el frío de los planetas alejados de la estrella. Gracias a ello, la Tierra se encuentra ubicada en el "punto triple del agua", o sea que no solamente pudo retener el agua de los impactos cometarios para formar los océanos, sino que además en nuestro planeta, a diferencia de los planetas vecinos, coexisten los tres estados del agua: líquida, gaseosa y sólida.

Entre 3.900 y 3.500 millones de años aparecieron las primeras formas de vida, basadas en agua y carbono, los elementos esenciales sobre los cuales se desarrolló y evolucionó la vida desde entonces. Sin embargo, sabemos muy poco sobre cómo se originó la vida. Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe propusieron la teoría de la panspermia, esto es "semillas" congeladas y aletargadas que fueron cayendo a nuestro planeta en cometas, hasta que encontraron el momento justo para activar o disparar las "sopas"' orgánicas primigenias, dando lugar a células capaces de reproducirse.

Otros sostienen que Marte llegó a esa situación antes que la Tierra, albergando océanos donde se desarrolló una vida unicelular. El impacto de asteroides sobre la corteza marciana habría enviado esas semillas de vida a su vecino la Tierra y empezado el proceso, en un símil a las semillas cósmicas de Hoyle.

Más allá de esa ayuda exógena, que pudo o no haber ocurrido, lo cierto es que la Tierra generó condiciones adecuadas para la vida una vez que terminó el "gran bombardeo" de asteroides, unos 3.900 millones de años atrás, y ya los protoambientes se habían estabilizado, había cuencas rellenas por agua líquida, una atmósfera químicamente reductora, y una geoquímica de gases y fluidos, capaz de disparar reacciones capaces de formar moléculas orgánicas.

Stanley Miller logró algo de esto con un famoso experimento bajo la dirección de Harold Urey. Geólogos y químicos han insistido en el papel de las arcillas y del sulfuro de hierro pirita, de los fumaderos negros calientes y submarinos, en las reacciones que pudieron lograr la síntesis de los compuestos y el establecimiento de cadenas orgánicas capaces de organizarse en estructuras replicables hasta convertirse en la piedra basal de la biodiversidad que tapiza el planeta. No importa cuántos experimentos hizo entonces la naturaleza. Uno de ellos dio resultado y desde entonces todo lo extinto y lo viviente, incluidos nosotros, provenimos de esa primera célula original.

La vida puede explicarse desde la ciencia, sin caer en recetas mágicas o religiosas, como "un sistema químico capaz de autosostenerse y llevar a cabo una evolución darwiniana". Lo cierto es que hace 3.500 millones de años ya se tienen evidencias concretas de vida en los estromatolitos de Pilbara, en Australia. Desde entonces, la Tierra se mantuvo como un mundo bacteriano por casi 3.000 millones de años, en donde el principal hecho saliente fue el cambio de una atmósfera reductora a una atmósfera oxidante unos 2.500 millones de años atrás, entre el Neoarcaico y Paleoproterozoico, que dio lugar a un increíble depósito de capas de hierro bandeado a escala mundial, al punto que ese momento de la historia geológica se lo designa como sidereo.

A los 1.700 millones de años se produce el fenómeno de la mitosis y a los 1.200 millones de años el de la meiosis. Un gran momento para la vida, único y todavía mal entendido, fue la aparición de las faunas de Ediacara, unos 600 millones de años atrás. En capas rocosas marinas de aquellos tiempos aparecen unas marcas de cuerpos blandos, de gran tamaño, con formas globosas que vivieron adosadas al sustrato bacteriano basal que actuaba como un "cuero" firme y duro. El famoso paleontólogo alemán Adolf Seilacher, que fue quien más las estudió, sospecha que pudieron ser una especie de células gigantes, recorridas por fluidos plasmodiales, que recibían una alimentación fotoquímica, intercambiando fluidos con el medio.

Seilacher sostiene que para ese momento no existía la relación predador-presa, y esas formas se desarrollaban en un mundo sin competición por nutrientes y energía: o sea una especie de Edén o Paraíso terrenal. Era, siempre según Seilacher, "vida de otro planeta", en el sentido de algo que es vida ajena a lo que existía antes y a lo que vendría después. El 100% de esas formas ediacarianas se extinguieron al iniciarse el Eón Fanerozoico, 545 millones de años atrás, en una de las más grandes extinciones conocidas. Es por ello que Seilacher decidió crear un nuevo reino para incorporar a esas formas ediacarianas al que llamó Reino Vendobionta.

El mundo no iba a permanecer en ese estado edénico por mucho tiempo más. Aparecieron las primeras formas que portaban un exoesqueleto y rápidamente se dotaron de pinzas, púas, tenazas y otras armas que les permitían atacar o defenderse, tal el caso de los trilobites. Usaron las puntas y cuchillas duras para cortar el tapiz bacteriano y liberar la enorme cantidad de alimento que allí se encontraba oculto. Esto desató la Primera Revolución Agronómica. Aparecieron otras formas que se proveyeron de caparazones o conchas, las que sobreviven hasta la actualidad.

Desde entonces la vida evolucionó con sobresaltos desde los primitivos cordados, pasando por los primeros peces, anfibios, reptiles, dinosaurios y mamíferos, hasta llegar al hombre. Un dato importante es que el Arbol de la Vida, tal como lo planteó Darwin, o sea, la evolución desde unos pocos planes anatómicos hasta llegar a los de la actualidad, fue rebatido por Stephen Jay Gould al estudiar las capas de Burguess Shale, en Canadá.

Esas faunas, conservadas en un extraordinario "lagersttaten", indican que para el período Cámbrico ya existían 25 planes anatómicos desarrollados de los que han sobrevivido solamente cinco en la actualidad. Esto y mucho más es lo que nos informan los fósiles en su relación con el tiempo profundo.

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