martes, 2 de agosto de 2011

Salta y las cenizas volcanicas

Salta, sepultada por cenizas volcánicas en la prehistoria
lunes 13 de junio de 2011
Opinión RICARDO N. ALONSO (Dr. en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet),
El Tribuno

La erupción del volcán Puyehue, en el Cordón Caulle, en la XIV Región del sur de Chile, mostró en toda su magnificencia el mefistofélico espectáculo que ofrece la naturaleza cuando se produce este tipo de fenómenos. Una enorme columna de cenizas elevándose a decenas de kilómetros en las capas altas de la atmósfera, rompiéndose como un gigantesco hongo atómico, acompañada por un espectacular despliegue de fuertes descargas eléctricas y chorros de material incandescente, reveló el paroxismo del evento.

Las cenizas comenzaron a viajar arrastradas por los vientos de altura y en pocos días habían alcanzado cientos y miles de kilómetros desde su lugar de origen. Cubrieron los techos de las casas poniendo en peligro las estructuras por el peso acumulado, ensuciaron y contaminaron las aguas potables, afectaron la flora y la fauna, suspendieron los vuelos, colapsaron la actividad turística, entre otros daños y perjuicios.

Nos olvidamos muchas veces de que vivimos en una región volcánica. Es más, los Andes Centrales, de los cuales formamos parte, es una de las regiones volcánicas más importantes del planeta.

En nuestra región cordillerana se encuentran más de 1.000 volcanes, entre ellos los más altos del mundo (Llullaillaco, Ojos del Salado, Socompa, etc.); los cráteres o calderas volcánicas continentales más grandes del mundo (La Pacana, Galán, etc.), y el campo de lavas ignimbríticas más extenso del planeta con más de 500 mil kilómetros cuadrados.

Muchos de los volcanes están activos o dormidos, aunque la mayoría ya están apagados o extinguidos. Cualquier volcán que haya tenido erupciones en los últimos diez mil años se considera que puede estar activo o dormido. Los activos han tenido erupciones frecuentes en los últimos siglos. Uno de los ejemplos más espectaculares tuvo lugar en enero de 1600 en el sur del Perú cuando entró en erupción el volcán Huaynaputina en la región de Moquegua y no solo voló los mil metros superiores de su cono sino que además produjo una columna de cenizas “plinianas” (por el romano Plinio) que dieron la vuelta al mundo y enfriaron el clima del planeta. Luego hubo otras erupciones, en otros volcanes andinos, registradas desde la época de los conquistadores hasta tiempos recientes. Sin ir más lejos, las últimas erupciones del volcán Lascar en la frontera con Chile, que dejaron una fina película de cenizas en nuestra ciudad en 1986.

Sin embargo, antes de esto, en el pasado prehistórico, lo que hoy es el territorio salteño fue sepultado por caídas de cenizas de los volcanes cordilleranos. Más aún, en los últimos 15 millones de años se registran decenas de eventos de volcanismo explosivo que han dejado su registro en las capas sedimentarias de ríos y lagos que se depositaban en las viejas llanuras al pie de los Andes a medida que estos evolucionaban hasta su situación actual. Esas capas de cenizas nos recuerdan por un lado su origen volcánico y por otro tienen un enorme valor para determinar la edad de las rocas que las contienen. Esto en razón de que las cenizas tienen incorporados minerales formados expresamente durante la expulsión del magma fundido de las profundidades los que se comportan como pequeños relojes atómicos, que guardan en su interior isótopos radioactivos, cuyo conteo permite saber la edad en que ocurrió el evento volcánico original.

Entre esas capas es notable una de ocho millones de años de antigedad y que alcanza varios metros de espesor. Hoy día puede aprovecharse para fabricar el famoso cemento puzolánico de los romanos con el cual construyeron coliseos y acueductos que siguen en pie luego de dos mil años. Las cenizas volcánicas, aún cuando son un trastorno en la medida que afectan a las ciudades y su normal desenvolvimiento, son por otra parte el mecanismo que utiliza la tierra para fertilizar los suelos en forma natural. Los suelos de la pampa húmeda y la llanura chaco paranense han sido fertilizados durante milenios por las cenizas volcánicas cordilleranas y han enriquecido también la fertilidad de los suelos salteños. En el período Cuaternario, esto es en el último millón de años, Salta fue sepultada al menos en cuatro oportunidades por cenizas volcánicas. Obviamente que hubo centenares de eventos que no dejaron un registro que podamos sopesar por sus evidencias en el terreno. De esas últimas erupciones, hubo dos de naturaleza catastrófica que ocurrieron hace 100 mil años la primera y hace solo 5.000 la segunda. Téngase presente que hace 5.000 años ya el hombre vagaba ampliamente por el territorio argentino en oleadas de cazadores recolectores. Esos paleoindios debieron sufrir las consecuencias de la última gran caída de cenizas. Cenizas que hoy las encontramos como un manto de materiales blanquecinos a la vera de los caminos o en las barrancas de algunos de los ríos, quebradas y arroyos del NOA. Es lo que la gente de campo conoce como “puloil”, en recuerdo de una vieja marca de polvo limpiador, y que ellos juntan en bolsas para usarlo en la limpieza del tiznado del fondo de las ollas en los lugares donde aún se cocina con leña. Esto gracias al poder abrasivo de las cenizas, formadas esencialmente por vidrio volcánico. Es el poder abrasivo que podría destruir en minutos las turbinas de un avión y esa es la razón de que se suspendan los vuelos cuando se producen estas erupciones que pueden convertir a un fenómeno geológico en un desastre natural. Importa destacar que dicha ceniza caída en territorio salteño cinco mil años atrás provino de la erupción catastrófica de uno de los grandes volcanes de la alta cordillera que nos separa de Chile. Los vientos trajeron las cenizas hacia el este y sepultaron gran parte de la Salta prehistórica con un grueso manto de cenizas blancas que alcanza en el Valle de Lerma a medio metro de espesor compactado o sea que debió tener un espesor mayor durante la caída original. Téngase presente que en la gran erupción del volcán Quizapu o Descabezado en Mendoza en 1932, las cenizas alcanzaron Buenos Aires, Río de Janeiro y cruzaron el Atlántico hasta la costa de Africa. Mientras que en Buenos Aires se depositó una película milimétrica, en Mendoza se acumularon hasta 60 cm de ceniza. Dichas cenizas llegaron a Salta como fuera reportado en los diarios de la época. Una erupción de la envergadura de las descriptas sería hoy desastrosa para la economía de la región por los daños que acarrearía. De allí la importancia que tiene el monitoreo permanente de la actividad sísmica y volcánica en una región que se caracteriza por la peligrosa potencialidad de ambos fenómenos.


No hay comentarios: