martes, 2 de abril de 2013

Núñez Feijóo, víctima de un juego sucio de ida y vuelta

Antonio Casado
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM
El 29 de julio de 2002, el Tribunal Supremo condenó a 20 años de cárcel a Mario Conde, banquero y amigo del Rey a finales de los ochenta y principios de los noventa, por apropiación indebida, estafa y falsedad (caso Banesto). Un delincuente de libro, desde el punto de vista técnico, aunque dos décadas después imparta lecciones morales televisadas.

En los álbumes familiares del exbanquero, y tal vez en los de don Juan Carlos si Sabino Fernández Campo (q.e.p.d) no las retiró a tiempo, debe haber un buen surtido de fotos. Puede que aparezca alguna a bordo de una embarcación de recreo en aquellos días de vino y rosas. Si se publicase con la maliciosa intención de dañar, aún más, la imagen de la Corona, o de su titular, ahora que vuelve a salir en las coplas por la herencia de don Juan, lo decente sería denunciarlo como una acción de juego sucio contra don Juan Carlos y la Familia Real.

Juego sucio. Eso es lo que hay detrás de la difusión de las fotos en las que aparece el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, con el narcotraficante gallego Marcial Dorado. Veinte años atrás, cuando los 34 años de aquel sólo le daban para ser segundo de a bordo en una consejería y no tener ciencia propia -según ha dicho en nota oficial- para detectar al contrabandista de tabaco que le invitaba a dar paseos por el mar.
Las fotos proceden de un registro policial en los dominios de Dorado y nunca fueron tenidas en cuenta a efectos judiciales. De nuevo una conjunción ocasional de elementos policiales, políticos y mediáticos convertida en maniobra-basura contra un personaje de la vida pública. Pregúntese al exvicepresidente de la Xunta (2009), Anxo Quintana, cuando apareció fotografiado junto al constructor Jacinto Rey, adjudicatario de alguna obra encargada por el Ejecutivo gallego. Nuñez Feijóo, entonces aspirante a presidente de la autonomía gallega, se hartó de pedir su dimisión y recordarle que “la política no se puede mezclar con los negocios”, mientras el entonces dirigente del BNG lamentaba estar siendo víctima de una campaña de difamación. Exactamente lo mismo dice ahora Núñez Feijóo, que se trata de una campaña para amedrentarle. Tiene razón ahora el presidente de la Xunta como entonces la tenía Quintana.

La hipótesis del desquite brota sin querer. Es muy fácil detectar la intención de responder con guerra sucia a la guerra sucia del adversario. Hay más casos, de un lado y otro. La maniobra contra el actual presidente de la Xunta se parece mucho a otras anteriores contra políticos de significación contraria aunque igualmente mal traídas, por injustas y artificiales. Carecen de recorrido político y son moralmente reprobables. Salvo que el testimonio gráfico sirva para subrayar una prueba, un indicio, una revelación, de que la antigua amistad de los dos personajes hubiera devenido en trato deferente para el amigo indeseable.

Lo suyo es preguntarse si Feijóo y Dorado han tenido negocios juntos o si aquel, primero en sus cargos autonómicos y luego a escala nacional, tomó alguna decisión ventajosa para el tal Marcial Dorado, actualmente en prisión por tráfico de drogas. Nada de eso aparece por ningún lado como trasfondo de las fotografías. Y una fotografía, en sí misma, no demuestra nada.

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