viernes, 8 de marzo de 2013

Los papeles de Bárcenas y la torpe comunicación del PP

Antonio Casado
AL GRANO
EL CONFIDENCIAL.COM
La integración judicial de los papeles de Luis Bárcenas en el caso Gürtel confirma las tesis de quienes venimos sosteniendo que Francisco Correa y el extesorero del PP son dos caras de la misma moneda. Esa es la conclusión derivada del auto dictado ayer por el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz en virtud del cual las cuentas secretas, con episodios de financiación ilegal, se convierten en caso judicializado. De este modo, pasa a la Audiencia Nacional el proceso indagatorio, hasta ahora en manos de la Fiscalía Anticorrupción.

Hay una segunda conclusión de carácter subjetivo. Desde ayer, el barón de la peineta odia un poco más a los dos ministros que, según él, no han movido un dedo para evitarle el viacrucis. Uno, el de Interior, Jorge Fernández Díaz, por no haber frenado la diligente actuación policial después de la barrida electoral del PP. Y otro, el de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, por las mismas razones respecto al celo de la Fiscalía y por ser uno de los que con más firmeza ha venido apostando por la ruptura total y el fin de los remilgos con el extesorero.
Las pesquisas sobre el escándalo de las listas (en parte falsas, en parte verdaderas) las llevaba la Fiscalía Anticorrupción, como queda dicho. Y es precisamente un informe policial (de nuevo la UDEF) el que desvela las coincidencias con datos del sumario Gürtel. Las suficientes como para terminar de convencer al juez Ruz de la relación entre la contabilidad secreta que manejaba el tesorero del PP y las pruebas documentales acumuladas hasta la fecha en dicho sumario.

Es la enésima prueba de que Gobierno y PP han venido gestionando con los pies el escándalo Bárcenas. Al menos en lo tocante a su política de comunicación. Han hecho todo lo posible por alentar la sensación de que se pliegan a las bravatas de un sinvergüenza porque tienen algo que ocultar, en vez de dedicarse a rebatir ese reproche colectivo apelando a la actuación del brazo policial y de la Fiscalía, que son organismos dependientes del Gobierno. Por supuesto que Rajoy, Gallardón o Fernández Díaz se limitan a cumplir y hacer cumplir la ley con esas y otras herramientas institucionales. Pero ponerlo en valor cuando el Ejecutivo y el partido que lo sustenta están bajo sospecha por un caso de corrupción masiva aliviaría la sensación de acorralamiento, que es la imagen que están transmitiendo.

Bárcenas no soporta que sus antiguos compañeros le vuelvan la espalda. Sufre un permanente ataque de contrariedad porque, en contra de lo que esperaba, la victoria de su partido en las urnas de noviembre no despejó su horizonte penal. Al revés. Resaltar eso les cundiría a los dirigentes del PP mucho más que dedicarse a presentar absurdas demandas contra uno de los numerosos mensajeros con no menos absurdos supuestos en nombre del honor de una marca. Salvo que realmente tengan algo que ocultar y, por tanto, algo que temer, porque entonces sí se entendería su balbuciente política de comunicación en el caso que nos ocupa y que, me temo, no ha hecho más que empezar. Lo siguiente va a ser el apasionante capítulo de los peajes empresariales pagados bajo cuerda a cambio de contratos.

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