jueves, 26 de septiembre de 2013

El cañón del río Juramento

RICARDO ALONSO, 
Doctor en Ciencias Geológicas 
(UNSa-CONICET)

Uno de los paisajes más bellos y espectaculares de la provincia de Salta es el profundo cañón de rocas multicolores y altísimas paredes verticales que caen a plomo en el tramo del río Juramento que corre a lo largo de la ruta provincial N§ 47, entre el embalse de Cabra Corral y el cruce con la autopista a Tucumán (R.N. N§ 34) en un recorrido total de 52 kilómetros.

El río Juramento corre allí fuertemente encajonado en su primer tramo haciendo un giro amplio sobre las laderas australes del cerro San Simón (2145 m) y entre otros puntos de interés se destacan las famosas “Peñas Azules”. Lo concreto es que el río Juramento ha cortado allí la estructura rocosa de la sierra que divide a los valles de Lerma y Siancas, dejando a la vista una policroma variedad de terrenos. Dicha sierra está constituida por un conjunto de rocas que pertenecen mayormente al periodo Cretácico de la era Mesozoica. El paisaje puede admirarse viajando por la ruta 47, pero de manera más espectacular cuando se realiza en balsas por el río. Este cañón es el paraíso del rafting salteño y hay empresas que se dedican a llevar a los turistas río abajo en un paseo que resulta fascinante por la gama de atractivos que ofrece.

El paisaje es sublime, con un silencio que solo es interrumpido por el canto de las aves y los sonidos de algunos insectos. Blancas garzas y patos de brillantes colores levantan vuelo al paso del bote. Las márgenes del río están pobladas por sauces, ceibos con sus llamativas flores rojas y otros árboles y arbustos que marcan un verde intenso que se recorta contra el profundo azul del cielo. También a orillas del agua se encuentran abundantes “colas de caballo”, una planta considerada un fósil viviente del periodo Carbonífero. Luego hay que sortear algunos rápidos, navegar entre elevadas paredes que caen a plomo hacia el río, esquivar enormes bloques desperdigados a lo largo del cauce y que fueron arrastrados por desbordes prehistóricos catastróficos, cruzar entre rocas estratificadas como una masa de hojaldre que lucen fuertes colores azules, rojos, verdes y hasta blancos y dan lugar a los topónimos de Peñas Azules, Peñas Blancas, entre otros.

Espectaculares formaciones de algas fósiles (estromatolitos) se encuentran en algunas de las paredes rocosas que caen al río y constituyen un ejemplo de libro. Esas formaciones algales y bacterianas sólo se presentan actualmente en las costas australianas de la bahía de Shark Bay. Los días con sol radiante el paisaje se magnifica. Cuando las aguas se vuelven profundas es la oportunidad para los chapuzones refrescantes en las cristalinas aguas azules. Al pasar por lugares de menor profundidad, la limpidez del agua permite apreciar el fondo de piedra bola y ver nadar a los peces. Resulta una hermosa experiencia observar y casi tocar los cardúmenes de sábalos en los remansos de aguas tranquilas. Uno de los principales atractivos es llegar hasta un paredón de calizas amarillentas de la Formación Yacoraite.

Una antigua playa de 65 millones de años aparece allí exhumada a raíz de los levantamientos andinos y la profundización del río Juramento que cortó a tajo la estructura de la sierra. El ambiente de playa fósil puede reconocerse claramente por las ondulitas que son las marcas del oleaje conservado como una imagen fotográfica de aquellos lejanos tiempos y por las mentadas algas estromatolíticas. También aparecen grietas de desecación que son estructuras que se formaron al momento de secarse el barro calcáreo. En este cuadro aparecen impresas las huellas de remotos dinosaurios que caminaron en esas playas cuando el sedimento estaba aún bastante húmedo. Ello impidió que se conservaran mejor como ocurre con los extraordinarios ejemplos del Valle del Tonco. Un primer análisis paleontológico permite distinguir huellas de carnívoros (icnitas estilizadas, con forma de “V” y marcas de garras) junto a otras de herbívoros (más redondeadas y con terminaciones de los dígitos en forma roma). Los rastros son muy numerosos, se distribuyen a lo largo del paredón y pertenecen a varios animales del grupo de los terópodos y los ornitópodos. Los tamaños van desde 30 hasta 50 centímetros.

La mala conservación y el hecho de entrecruzarse en todas direcciones impiden a prima facie establecer si se trata únicamente de formas bípedas o si existen también cuadrúpedos en el mismo elenco. Como se dijo el cañón corta la anatomía y deja expuestas una variada gama de rocas cretácicas y terciarias. Entre ellas se destacan rocas de fuerte color rojo, que si se las mira en detalle son arenas cementadas por óxidos de hierro y que constituyen el propio esqueleto o corazón de la sierra. Son los estratos cretácicos del subgrupo Pirgua. Sobre ellas continúan las areniscas blancas de la Formación Lecho y encima de estas el conjunto más espectacular de la región: las calizas amarillas de la Formación Yacoraite que se mencionaron. Se presentan luego unas rocas verdes, conocidas como margas, las que dan el nombre a las Peñas Azules y que popularmente la gente atribuye a “cerros de Portland” por analogía con una clásica marca de cemento. Todas esas rocas se formaron unos 65 millones de años atrás en el límite entre las eras Mesozoica y Cenozoica, prácticamente a nivel del mar.

Es más ellas contienen allí el famoso límite K/T, el evento mundial de la extinción de los dinosaurios. Con la orogenia andina, esto es con la elevación de los Andes, esas rocas fueron plegadas, falladas y empujadas en conjunto como un bloque tectónico. El río Juramento comenzó un trabajo erosivo sin prisa pero sin pausa cortando lentamente la epidermis de la sierra hasta que caló en su “hueso” profundo y alcanzó el valle de Lerma y vació un lago que allí se encontraba. Posteriormente, capturó al río Guachipas y al río Calchaquí dando lugar al río más largo que corre íntegramente en el territorio argentino puesto que nace en el borde de la Puna (cerro Acay) y desemboca en el río Paraná a la altura de Santa Fe. Más allá de la compleja historia geológica de lo que hace mucho tiempo bauticé turísticamente como el “Cañón del Río Juramento” se encuentra el hecho simple de un paisaje que por sus características excepcionales debe integrar definitivamente la oferta turística y uno de los geositios, esto es un sitio de interés geológico, de excepcional valor en el Norte Argentino.


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