martes, 13 de octubre de 2015

El hielo como un mineral

dr Ricardo N Alonso

El hielo está formado por un átomo de oxígeno que se une a dos átomos de hidrógeno. Por lo tanto se clasifica en la sistemática mineral como un óxido.
No hay nada más seco, frío y muerto que el hielo. Pero al mismo tiempo forma parte del ciclo natural del agua y de la vida. Esto encierra profundas paradojas. 
Donde se asienta el hielo, la vida desaparece. Las plantas no crecen sobre el hielo. Donde hay hielos permanentes ciertas formas de vida animal se adaptan, pero viven en condiciones rigurosas. 
El planeta Tierra pasó por épocas de hielos absolutos como fueron los tiempos a fines del Precámbrico donde se transformó en una bola helada (Snow Ball). A ese periodo se le dio el nombre de Criogénico, etimológicamente de la génesis del hielo. 
Se conocen para esa época dos eventos de intensas glaciaciones que son las épocas Sturtiana y la Marinoana a los 700 y a los 630 millones de años atrás respectivamente. 
Se piensa que en aquella época el planeta entero se convirtió en un mundo helado tal como lo son actualmente algunos de los satélites de Júpiter o Saturno. 
Al derretirse los hielos y sobrevenir los tiempos cálidos se disparó la vida y también se produjeron grandes depósitos de calizas. 
La vida ediacariana, que comprende un reino completo extinto (los Vendobionta), se desarrolló luego de las grandes glaciaciones precámbricas. Al igual que grandes mantos de calizas que cubren amplias regiones de los viejos escudos precámbricos y que junto a otras rocas conforman los cimientos de los continentes. 
En Salta y Jujuy, más precisamente en Las Tienditas, y en Volcán en la Quebrada de Humahuaca, se encuentran unas calizas negras que podrían ser restos de algunas de esas antiguas glaciaciones del Criogénico. Pero no fueron las únicas. Se registraron muchas más durante el Eón Fanerozoico que abarca los últimos 540 millones de años de la edad del planeta. 
Las últimas de ellas en el Periodo Cuaternario, periodo dominado por los humanos y también llamado Antropozoico. 
Precisamente a los hielos les debemos por un lado el haber establecido un puente entre América y Asia que permitieron las migraciones del hombre en el Pleistoceno a través del estrecho de Bering y también el haber empujado a los paleo-cazadores y recolectores hacia las latitudes más bajas con lo cual llegaron a América del Sur y cruzaron el continente hasta alcanzar la Tierra del Fuego. 
Un famoso científico del siglo XIX, Luis Agassiz, estaba convencido que las extinciones masivas de vida, que algunos creían producto de un diluvio, eran en realidad "diluvios de hielo", esto es grandes glaciaciones que abarcaban desde los polos hasta el ecuador. 
Hace muchos años, comenté en estas mismas notas una fascinante historia de amor sobre este tema, que tuvo como protagonista a un discípulo de Agassiz, el Dr. Charles Frederick Hartt (1840-1878) de la Universidad de Cornell. 
Estamos acostumbrados al hielo porque es un producto de la vida diaria. Sin embargo ese hielo, el que obtenemos en la heladera o en el frezzer, es un hielo artificial un producto del ingenio humano. 
El hombre ha logrado crear unas 17 fases o tipos distintos de hielo sometiendo el agua a diferentes presiones y temperaturas. 
En sentido contrario, el hielo que forma la naturaleza es considerado técnicamente un mineral. Y además uno de los más abundantes minerales sobre la superficie terrestre ya que no solamente forma los casquetes polares sino también amplias superficies en regiones frías de los continentes y de las altas montañas. 
Al conjunto de los hielos se los agrupa en una subunidad de la hidrósfera que es la criósfera. 
El hielo es uno de los tres estados del agua en la naturaleza: los otros dos son el agua líquida y el vapor. Se forma cuando las temperaturas descienden a cero grados centígrados. Está formado por un átomo de oxígeno que se une a dos átomos de hidrógeno. 
Por lo tanto se clasifica en la sistemática mineral como un óxido. Cristaliza en el sistema hexagonal. Es incoloro y trasparente, pero puede llegar a tener un color azul cielo y volverse translúcido cuando retiene menos del 20% de burbujas de aire. 
Esto ocurre normalmente en la base de los glaciares a medida que la nieve se endurece y pasa primero al estado de hielo granular, luego al firn o micrónico y finalmente al hielo azul. Resulta interesante que las burbujas de aire conservadas en el hielo son un excelente documento de la composición de la atmósfera en el momento en que cayó como nieve. 
Además junto a la nieve se depositan imperceptibles partículas de polvos eólico, cósmico, volcánico y además para los últimos siglos, los registros de la actividad humana incluidos los contaminantes industriales y los valores anómalos de radiactividad generados por las explosiones atómicas. Se han obtenido testigos de perforaciones que abarcan los últimos 300 mil años y conservan la memoria del clima desde entonces. 
Esto tiene un enorme valor para quienes se dedican a estudiar los climas del pasado y sus variaciones antes y después de la irrupción del hombre industrial. 
El hielo es frágil y se rompe con una fractura concoidea. Su dureza es de 1,5 en una escala de 10 (Mohs). Esta es la dureza normal. 
Sin embargo cuando el hielo alcanza temperaturas muy bajas sufre transformaciones que lo hacen aumentar su dureza. Con 44 grados bajo cero su dureza aumenta hasta 4 y cuando la temperatura alcanza los 77 grados bajo cero su dureza llega a 6. Ambas temperaturas se pueden alcanzar sin problemas en algunas regiones polares y en Siberia. Especialmente en la Antártida donde están los records mundiales con casi 93 grados bajo cero. Con la especial dureza en función de la temperatura, la capacidad abrasiva del hielo se vuelve muy alta, sobre todo cuando el viento lleva esas partículas y las impacta contra las rocas. 
Esto es importante cuando se piensa en fenómenos similares en planetas fríos del sistema solar. Cuando el agua se congela, aumenta 11 veces su volumen, con lo que el hielo tiene una densidad menor que el agua y flota sobre ella. Su densidad es de 0,9 o sea que un metro cúbico de hielo pesará 900 kilogramos, o sea 100 kilos menos que un mismo volumen de agua. El hielo flota en agua y además se derrite en agua que actúa como su propio solvente. Como se parece al vidrio su brillo es vítreo y si lo raspamos sobre una superficie rugosa deja una raya blanca. 
El hielo es un mineral frío y mortal para la vida. Sin embargo por encima de cero grados centígrados se derrite, se convierte en agua y alimenta los ríos de deshielo y los acuíferos de aguas subterráneas. Con lo cual la vida florece. Igual que en esos valles alpinos que se llenan de hierbas y flores cuando desaparecen los hielos. Tal como se aprecia, el hielo tiene características singulares y de allí su extraña paradoja existencial en el mundo natural.

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