lunes, 23 de noviembre de 2015

El inglés de los libros

Dr Ricardo N. Alonso
dr. en Ciencias Geologicas
Unsa. Conicet

Buenos Aires, está considerado una de las ciudades con más librerías en el mundo. Incluso hay quienes sospechan que nuestro país tendría la librería más vieja del planeta, pero con la diferencia que al revés de una famosa en Portugal, la nuestra comenzó en una tienda de abarrotes en la Manzana de las Luces.
Está llena de locales que dan al frente, con sus vidrieras iluminadas, como aquellos típicos de la calle Corrientes o avenida de Mayo. Pero también existen decenas de sótanos o departamentos que fungen como librerías, especialmente en el rubro de los libros viejos, raros y antiguos.
Esas preciosas ediciones que se atesoran esperando la llegada de algún bibliófilo entusiasmado. Mucho se ha escrito sobre el libro, los libreros y los anticuarios de libros. Desde lo técnico bibliográfico, donde podrían citarse a cientos de escritores, bibliófilos y ex libristas, hasta la fantasía como en la obra de Pablo de Santis sobre libreros anticuarios, vampirismo y sociedades secretas. Independiente de lo comentado, es interesante mencionar que del 4 al 8 de noviembre de 2015 se llevó a cabo en el Centro de Arte y Estudios Latinoamericanos de la Abadía de San Benito, en Palermo (Buenos Aires), la Novena Feria del Libro Antiguo organizada por la Asociación de Libreros Anticuarios de Argentina (ALADA). Allí en la galería de los claustros de La Abadía, antiguo monasterio Benedictino creado en 1929, se presentaron una veintena de stands con exposición y venta de verdaderas joyas literarias y ediciones antiguas que hicieron las delicias de un público ávido por esos tesoros bibliográficos.
Manuscritos de Borges, viajeros de Indias, cronistas, primeras ediciones autografiadas de autores de culto, encuadernaciones de lujo, ejemplares intensos, fueron parte del rico acervo expuesto. Abrió la feria Alberto Casares, presidente de ALADA, quién se refirió no solo a los participantes y expositores sino también al magnífico espacio donde se desarrollaba; un bello jardín arbolado con la estatua central de San Benito, patrono de Occidente. Además del propio Alberto Casares, dueño de la librería homónima, participaron con stands los libreros o librerías de Alberto Magnasco, Aquilanti, Fernández Blanco, Helena de Buenos Aires, Ávila, Los Siete Pilares, Hilario, The Book Cellar, La Teatral, Poema 20, Rayo Rojo, Víctor Aizenman, entre otros. Cada uno de ellos tiene una rica historia que contar en el manejo, durante décadas, del libro antiguo, raro, precioso, viejo o de ocasión según sea el caso.
El inglés Colin Sharp fue el fundador de la librería L.O.L.A. El nombre es la sigla de Literature of Latin América y su especialización fue y es las ciencias naturales. Es una historia interesante ya que este caballero, que nació en Leeds, condado de Yorkshire, Inglaterra, el 3 de abril de 1927, llegó a la República Argentina en su carácter de ingeniero especialista en cableado submarino. Estaba casado con una distinguida dama española, doña María del Carmen Aymerich Amadios, nacida en Vigo y fallecida en Buenos Aires en 2006. El matrimonio no tuvo descendencia. Sharp arribó a nuestro
país en 1950 para trabajar en un cableado submarino entre Buenos Aires y Montevideo. De aquella época data la sólida amistad que estableciera con el Dr. Carlos A. Chevallier-Boutell, prestigioso abogado de Buenos Aires a quién le debo y agradezco las principales referencias biográficas sobre Sharp.
En su faz de librero Sharp priorizó la utilidad de la bibliografía para que fuera accesible a estudiantes y profesores. Por una parte disponía de un rico fondo bibliográfico, antiguo y moderno, del amplio campo de las ciencias naturales. Y por otro creó la editorial LOLA para la edición de libros relacionados especialmente con la flora y la fauna argentina. Sharp era un apasionado de las ciencias naturales. En su librería de la calle Viamonte 976, 2do. D, podían encontrarse cientos de títulos y ediciones diversas, mayormente en inglés, de dos de sus favoritos: Charles Darwin y Guillermo E. Hudson.
También contaba con abundantes títulos de los paleontólogos argentinos Florentino Ameghino y Lucas Kraglievich. Las estanterías estaban bien surtidas de libros nacionales e internacionales de ornitología, herpetología, ictiología, entomología, en fin aves, reptiles, anfibios, peces, insectos, mamíferos; vertebrados e invertebrados, marinos y continentales, fósiles y vivientes, además de obras sobre toda clase de plantas. La geología argentina también tenía una buena representación en temas de rocas, minerales, aguas subterráneas, aguas termales, cartografía, entre otras. Un lugar destacado del fondo bibliográfico lo representaban los viajeros ingleses y cuestiones relacionadas con la historia de las ciencias naturales. En cuanto a las ediciones propias, LOLA cuenta con un rico catálogo de un centenar de obras, divididas en botánica, zoología y cultura. Entre ellos las colecciones de la Biota Rioplatense, Plantas de Argentina, Plantas Vasculares, Hongos, entre otros. En zoología se destacan títulos sobre aves, mamíferos, artrópodos, peces, anfibios y reptiles, a lo que se suman audios de cantos y sonidos de aves. Todas estas ediciones se hicieron desde 1986. La primera corresponde a la guía de campo sobre las Aves de Tierra del Fuego y Cabo de Hornos de Ricardo Clark. Se destacan los libros que tratan sobre los mamíferos y aves de los parques nacionales, los árboles nativos del centro de Argentina, picaflores, cactus, serpientes, marsupiales, palmeras, orquídeas, arañas, mariposas, flores de alta montaña, entre otros variados temas. Así como renombrados autores tales como Julio A. Hurrell, Pablo Demaio, Jorge Wright, Elio Massoia, Juan C. Chébez, Martín de la Peña, Roberto Straneck, Emilio Fernández Gómez, Javier Heredia, Marcelo Canevari, Olga Vaccaro, Andrew Graham-Yooll, entre muchos otros. Actualmente la librería y la editorial están a cargo de Zulema Carrizo, quién fuera una fiel colaboradora de Colin Sharp desde muchas décadas atrás. He sido cliente asiduo durante al menos los últimos 25 años y he disfrutado de ricas charlas bibliográficas con Sharp, un inglés de pura cepa naturalizado argentino, pero que conservaba el acento de su Leeds natal. Recuerdo como hacía gala de una fina ironía cuando abordaba temas mundanos. La inteligencia de don Colin quedaba oculta por su espíritu muy inglés del sentido del humor. A los 88 años de edad, Sharp se encuentra muy delicado de salud física y mental. Ya no reconoce a las personas aún cuando tiene momentos mejores que otros. Refería el Dr. Chevalier Boutell que a don Colin la alegría se le intensifica cuando lo llevan de visita al Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" en Parque Centenario. Allí entre las vitrinas de animales embalsamados, esqueletos de dinosaurios, mamíferos fósiles, colecciones de insectos y moluscos, parece revivir. Seguramente traen a su memoria quebrantada felices momentos de la niñez. Su amor a las ciencias naturales por las que tanto hizo en el país, como librero y editor, permanece intacto.


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