Cuando se destaparon los documentos secretos de Estados
Unidos filtrados por WikiLeaks, la filtración de documentos diplomáticos más
grande de la historia y que todavía hace desfilar a Julian Assange por el asilo
de varias embajadas, se descubrió que el activo estratégico de Chile no era el
cobre o el litio, sino el yodo.
No hay dudas de la importancia de las gigantescas reservas
de cobre y del litio de las salmueras de Atacama que ubican al país en los
primeros lugares de la producción mundial. Ahora bien ¿Y el yodo? La gente lo
asocia con un desinfectante cuando hay que curar una herida o en el mejor de
los casos con el yodo que se agrega a la sal para evitar una conocida
enfermedad de la tiroides.
Lo que se conoce menos es la importancia que tiene el yodo
en los dispositivos electrónicos modernos que usan pantallas táctiles tal el
caso de los teléfonos celulares y las famosas tabletas iPad de lectura de
libros electrónicos entre otros múltiples usos.
El yodo es un elemento vital para las delicadas membranas
polarizadoras (OPF) de las pantallas de cristal líquido.
Es el caso de las pantallas LCD, donde las mencionadas
películas polarizantes ópticas necesitan del yodo como un elemento esencial. De
allí que su demanda haya aumentado sustancialmente en la última década cuando
la tonelada se ubicó entre 25 y 30 mil dólares.
El yodo es un elemento químico que se encuentra muy
distribuido en la corteza terrestre y aguas marinas pero siempre en muy escasas
cantidades.
Las principales concentraciones se presentan en algas
marinas y en algunas aguas asociadas con campos petrolíferos de donde es
extraído por Japón y Estados Unidos respectivamente. De todos modos las grandes
reservas se presentan en el desierto del norte chileno asociado a los campos de
nitratos. Precisamente Chile produce el 50% de la demanda mundial.
El origen de esos nitratos asociados con yodo, boro y otros
elementos es todavía un misterio sin resolver. Se han postulado cerca de 50
teorías que intentan explicar la formación de esas exóticas sales. Lo único que
está claro es que esa región de la costa chileno-peruana es uno de los lugares
más secos del planeta que dan lugar a un desierto hiperárido.
Ello es consecuencia de que los vientos húmedos amazónicos
que vienen desde el Este no logran superar la barrera orográfica de las altas
montañas del norte argentino y del sur boliviano y descargan toda su humedad en
la ladera oriental de los Andes. Por otro lado, el Océano Pacífico a esa
latitud está fuertemente influenciado por la corriente fría de Humboldt que no
produce evaporación y por tanto no hay formación de nubes ni precipitaciones.
La suma de estos dos fenómenos, que se remonta a varios millones de años atrás,
generó un paisaje reseco rico en minerales de nitrógeno, especialmente el
nitrato de sodio o nitratina y el nitrato de potasio o nitro. Téngase presente
que el nitrógeno es un gas de la atmósfera y por tanto su acumulación en
minerales del desierto requiere de condiciones muy especiales. Más aún cuando
se tiene esa rara asociación con cromatos, tal el caso del cromato de potasio
tarapacaíta, así como de boratos y yodatos. Precisamente el yodo aparece
formando yodatos y mezclado con los nitratos o caliche de la pampa salitrera
nortina. Estos yodatos son minerales en su mayoría exclusivos de Chile entre
ellos la lautarita, un yodato de calcio descubierto por A. Dietze en 1891 quien
fue químico jefe de la ex Compañía Salitrera Lautaro, y que lleva el nombre por
esa famosa oficina salitrera; la dietzeíta, un yodo cromato de calcio hidratado
que lleva el nombre del Dr. A. Dietze; la brggenita
un yodato de calcio hidratado que fue bautizado en homenaje al sabio geólogo chileno-
germano Juan Brggen
(1887-1953); la hectorfloresita un yodo sulfato de sodio dedicado por George
Erickesen al geólogo chileno Hector Flores; la fuenzalidaita y la carlosruizita
dos yodo sulfatos complejos, entre otros minerales completamente raros y
exóticos.
El primer método para la separación del yodo del salitre fue
descubierto por el chileno don Pedro Gamboni, en su oficina salitrera
Sebastopol, ubicada en la Región de Tarapacá. Las extraordinarias explotaciones
de nitratos que se dieron en esa región en la segunda mitad del siglo XIX que
provocaron la llamada Guerra del Pacífico en 1879 con la pérdida para Bolivia y
Perú de importantes fracciones de territorio. En las escombreras de las
explotaciones quedaron grandes cantidades de yodo que constituyen hoy un
valiosísimo recurso si se toma como referencia el precio del producto y su uso
masivo en las pantallas polarizantes que hemos mencionado. En sintonía con la
demanda y lo descubierto por WikiLeaks la Compañía Minera Errázuriz anunció una
inversión de US$140 millones en Pampa Camarones, cerca de Arica, con el fin de
producir 400 toneladas mensuales de yodo refinado. La empresa ya posee otras
tres plantas, y compite con Soquimich (SQM), también gran exportador de yodo (y
de litio), por un mercado planetario cuya demanda se expande 3,14% anual.
Resulta interesante recordar que las nitrateras quedaron completamente
abandonadas cuando se sintetizaron los nitratos usando el nitrógeno del aire.
Salta y el noroeste argentino acusaron fuertemente el impacto económico ya que
desde estas provincias salía gran cantidad de ganado a pie (toros herrados) que
eran transportados para abastecer de carne a la próspera pampa salitrera. La
industria electrónica de teléfonos celulares, computadoras, televisión, tablas
iPad, fotografía digital, entre otros artilugios de la vida moderna, ha
devuelto el interés por elementos químicos que estaban en el frezzer tales como
el litio, el coltán (columbo-
tantalita), las tierras raras, etcétera. Para que se tenga
una idea, al menos 160 minerales entran en la fabricación de un simple teléfono
celular. El yodo en la salud ha sido un tema de largo estudio. El déficit de
yodo es el responsable del bocio o coto y también del cretinismo. Se sabe que
el yodo se acumula en terrenos a baja altura y aumenta su concentración cerca
del mar. En cambio disminuye drásticamente con la altura. El noroeste argentino
es pobre en yodo y por eso fue un grave problema para salteños y jujeños desde
tiempos coloniales.
El médico Paolo Mantegazza que visitó la región a mediados
del siglo XIX hace referencia a la belleza de las mujeres salteñas que en
muchos casos era perturbada por una excrecencia en la garganta que ellas
cubrían delicadamente con hermosos pañuelos de seda. El agregado de yodo a la
sal sirvió para erradicar este mal y mucho tuvo que ver con el trabajo fecundo
de los médicos salteños entre los que destaca el Dr. Arturo Oñativia, cuyo
nombre lleva hoy el hospital del bocio.
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