Origen y evolución de la minería en salta
RICARDO ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-CONICET)
lunes 19 de septiembre de 2011 Opinión
El pasado 9 de septiembre de 2011, las autoridades de la Fundación Copaipa, del Consejo Profesional de Agrimensores, Ingenieros y Afines, nos convocaron al señor presidente de la Cámara de Minería de Salta, Lic. Facundo Huidobro, y al suscripto a disertar sobre el pasado, presente y futuro de la minería de Salta. Fue una buena oportunidad para realizar un homenaje al Ing. Francisco “Pancho” García, recientemente desaparecido, quien no solo supo conducir con certeza los objetivos de la fundación, sino que además fue un hombre altamente comprometido con el ideal de un gran destino para Salta en el concierto de las provincias argentinas y de su posición clave en el centrooeste sudamericano.
Mi conferencia estuvo centrada en la minería histórica de Salta que ahora sintetizo como un homenaje a su persona. Cabe señalar que ya nuestros pueblos indígenas habían avanzado en aspectos esenciales de la actividad minera explotando distintos tipos de minerales. No solo obsidiana u otras rocas silíceas que les servían para las puntas de flechas, proyectiles, armas o herramientas; sal gema, para intercambio comercial; “coipa” o carbonato de sodio. para su uso como jabón natural y fijador de tinturas; variedad de arcillas, para cerámicas; numerosos óxidos de hierro y manganeso, para decoración; etcétera, sino que también habían logrado explotar metales, fundirlos en rústicos hornos llamados “huayras” e incluso realizar objetos metalúrgicos de gran calidad y belleza.
La llegada de los primeros conquistadores apuntó al potencial de metales preciosos, entre ellos el oro del Valle Calchaquí. Pronto dieron con las minas de plata del Acay y la mina Concordia de San Antonio de los Cobres, las que aparecen citadas desde comienzos del siglo XVII. Sin embargo, lo que pondría a Salta en una situación estratégica fue el hallazgo del cerro Rico de Potosí. Aunque parezca una metáfora, esta “montaña de plata” fue descubierta en una región desértica desprovista absolutamente de cualquier insumo. De allí que todo el consumo debía de llevarse de regiones vecinas. Pronto la ciudad alcanzó a 160 mil habitantes, superó a las principales capitales europeas en habitantes, logró un alto grado de riqueza y fue premiada con el título de “Villa Imperial”. Nuestras viejas ciudades de Esteco, tanto la Esteco vieja, como la Esteco nueva -la que fuera destruida por el terremoto de 1692- fueron grandes proveedoras de miel, cera y turrones secos.
Cuentan los distintos viajeros, entre ellos Diego Alonso de Ocaña, que pasó por allí en 1600, de la enorme cantidad de esos productos que se llevaban a Potosí, siguiendo la ruta de los caminos reales. De alguna manera había comenzado a funcionar el sistema de proveedores mineros hacia ese gigantesco atractor que consumía cantidades inconmensurables de carnes, yerba mate, frutas, granos, madera, vestimenta, herramientas, leña, comida, bebida y también mulas. Precisamente mulas fue otro de los servicios que a Potosí brindaron los viejos salteños.
Decenas de miles de mulas provenientes de todo el noroeste argentino y del centro del país, llegaban al Valle de Lerma, donde se las engordaba para iniciar su viaje sin retorno al Potosí. Allí eran útiles para todas las faenas relacionadas con la explotación de la plata, molienda de los minerales, amalgamación, metalurgia y amonedación. Salta se convirtió durante los siglos XVII y XVIII en la principal feria de mulas del mundo. Y así quedó registrado por el viajero Concolorcorvo, funcionario español encargado de postas y correos, en su obra “El lazarillo de ciegos y caminantes desde Buenos Aires hasta Lima” (1773). Los entretelones religiosos y económicos de este fenómeno, asociados a la feria y fiesta de Sumalao, han sido rescatados recientemente por el Lic. Felipe Medina en un libro de su autoría. Cuando Potosí comenzó a declinar, una nueva situación coyuntural puso otra vez a la economía de Salta en un lugar de privilegio. En el litoral boliviano y peruano de Atacama se descubrieron enormes reservas de minerales fertilizantes, tanto en las covaderas de guanos fósiles de aves marinas como en la pampa nitratera.
Los exhaustos suelos de Europa necesitaban imperiosamente de ese nitrógeno, potasio y fósforo que estaba allí contenido. Pronto cientos de barcos surcaban el océano portando esos valiosos productos. La Guerra del Pacífico, de 1879, cambió la geopolítica del recurso a manos de Chile. Una vez más, la sustancia mineral se encontraba en un lugar desprovisto de cualquier clase de insumos en el más inhóspito e hiperárido desierto de Atacama. Todas las provisiones debían ser llevadas desde afuera. Una de ellas era carne vacuna para el consumo de los mineros pampinos. Salta tenía valles aptos, con buenos pastos y agua para engordar el ganado. Es así como comienza el envío de animales a pie, toros herrados que cruzaban la cordillera con destino a las faenas de la pampa salitrera. Juan Carlos Dávalos plasmó en su “Viento Blanco” aquellas peripecias de la mano de un mítico arriero como fuera don Antenor Sánchez.
Mientras tanto en nuestra Puna, un grupo de mineros alemanes, entre ellos los Boden, los Beckert, los Augspurg y los Korn, ponían en marcha las minas de plomo y plata de San Antonio de los Cobres y exportaban el metal hacia Hamburgo. También para esa época comenzó la era de los boratos. Con la puesta en marcha de la mina Tincalayu, en el salar del Hombre Muerto, durante la década de 1950 por parte de la vieja empresa Boroquímica Samicaf, Salta se convirtió en la principal productora de bórax de América del Sur. Desde 1940 a 1980, Salta fue la principal productora nacional de azufre con la mina Julia y el Establecimiento Azufrero Salta (EAS) de La Casualidad. Ello dio vida a la Puna y al ferrocarril minero ramal C-14, Huaytiquina. También se posicionó como la principal productora de uranio de la Argentina con la mina Don Otto, desde 1960 a 1980, abasteciendo con materia prima nacional a nuestras plantas nucleares.
El borato común de los salares (ulexita) permitió una creciente y sostenida industria de producción de ácido bórico y productos afines, liderando la producción nacional y alcanzando exportaciones a 42 países de los cinco continentes. A ello debe agregarse el valioso trabajo de pequeños mineros que explotaron sal, perlita, sulfato de sodio, ónix, yeso y otros minerales no metalíferos y rocas de aplicación.
Debí explayarme en una hora sobre cinco siglos de historia, condensando lo expresado a lo largo de tres centenares de páginas de mi reciente libro: “Historia de la minería de Salta y Jujuy, siglos XV a XX”. Alonso, R. N., 2010. Mundo Gráfico Salta Editorial, Ediciones del Bicentenario, ISBN 978-987-1618-19-4, 332 págs. Salta.
Sirva esta ajustada síntesis para rescatar el origen y evolución de la minería, de los proveedores mineros y, en especial, de sus momentos estelares.
lunes, 19 de septiembre de 2011
domingo, 11 de septiembre de 2011
EL MILAGRO
El Milagro, entre la razón y la fe
RICARDO N. ALONSO, Dr. en Cs. Geológicas
lunes 12 de septiembre de 2011
Opinión
El terremoto de 2010 dio pie a una serie de interpretaciones que rozan el límite entre la ciencia y la religión.
El Milagro es recordar las procesiones cuando se era niño de la mano del papá y de la mamá.
El Milagro es la fiesta mayor de los salteños. El Milagro es recordar las procesiones cuando se era niño y se iba de la mano del papá y la mamá; es la apoteosis de esas imágenes gigantescas, que se elevaban desde la mirada asombrada del pequeño; son los perfumes de los naranjos de septiembre; es la llegada de columnas de lejanos peregrinos y promesantes; son las campanadas, despidiendo las imágenes a la oración; y también las manzanas confitadas y los dulces y golosinas que se recibían esos días.
Digo que el Milagro es algo serio, algo profundo que llevamos muy adentro los salteños nacidos en este suelo, más allá de ser o no ser creyentes. Pero veamos qué se sabe del origen del culto del Milagro. Para ello tenemos que remontarnos a la vieja ciudad de Esteco, que fuera fundada por los españoles en el Chaco salteño a la vera del río Juramento en el siglo XVI.
Esta ciudad colonial fue destruida por un fuerte terremoto de magnitud cercana a 7,5 un fatídico martes 13 de septiembre de 1692 a las 11 de la mañana. La ciudad de Salta sufrió los duros remezones provenientes de las ondas epicéntricas que golpearon todo el noroeste argentino y regiones vecinas.
Fue allí cuando nuestros viejos comprovincianos descubrieron que tenían mal guardadas dos imágenes que habían llegado desde el Alto Perú. La idea de la época era muy clara: los terremotos y otros desastres naturales eran un castigo divino a las acciones pecadoras de los hombres, como un recuerdo atávico de las viejas ciudades de Sodoma y Gomorra. Ese mismo 1692, otra “ciudad pecadora”, Port Royal, en Jamaica, desapareció por un terremoto seguido de tsunami con igual intensidad al de nuestra Esteco. También allí se echaron las culpas a la vida licenciosa y a la falta devocional.
En el caso de Jamaica, bebida, sexo y piratería fueron el cóctel ideal para que sufrieran el castigo reparador. En Salta el sismo fue una severa alerta para los viejos españoles que moraban en nuestro suelo colonial. Las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro fueron sacadas en procesión y quedo el 15 de septiembre como día del Pacto de Fidelidad entre lo celeste y lo terrenal.
Comenzaron a transcurrir los siglos y desde entonces la región se ha visto golpeada en repetidas oportunidades por sismos de diferentes intensidades que han causado daños de distinta consideración a la vida y a los bienes de los habitantes.
Entre ellos podemos mencionar el de enero de 1826 en Trancas, que no solo destrozó esa pequeña villa tucumana sino que destruyó también el viejo pueblo de Rosario de la Frontera. No sabemos qué repercusión tuvo este terremoto en la ciudad de Salta y otros pueblos del Valle de Lerma.
El hallazgo de un manuscrito inédito correspondiente al “Diario Personal” de un comerciante español radicado en Guachipas desde fines del siglo XVIII arroja luz sobre el evento. Se trata de José Domínguez de Morón (casado en primeras nupcias con Josefa Benita Escobar Castellanos y en segundas, con doña Petrona Ubierna y Cámara), quien el 19 de enero de 1826 escribió lo siguiente: “En este día jueves, al nacer el sol, en este mismo instante, tembló la tierra con tan espantoso terremoto que quedamos todos los vivientes conturbados, aturdidos y como sin sentido” (Una copia del manuscrito se encuentra en la Biblioteca J. Armando Caro, Cerrillos, Salta).
Es interesante resaltar que en el sismo de Salta de febrero de 2010, se repitió la misma sensación en la gente e incluso en las aves -que dejaron de cantar- y se produjo un largo silencio. A este le siguieron los de 1844, 1863, 1871, 1874, 1899, 1908 y 1930. Este último destruyó completamente el viejo pueblo de La Poma en vísperas de Navidad, dejando un luctuoso saldo de más de 36 muertos y decenas de heridos.
Fue sin dudas el peor terremoto en la historia de Salta por el número de víctimas, ya que nada sabemos de lo que pasó en Esteco en este sentido. Además el único que ocurrió al oeste de la provincia, cuando todos los demás, por arriba de magnitud 5, se produjeron al este.
Luego sucedería el de 1948, a la misma latitud de la ciudad de Salta, pero al este del departamento de Gral. Gemes, todavía grabado en la memoria colectiva a través de padres y abuelos.
También hubo sismos de mayor o menor intensidad en 1959, 1966, 1973, 1974, 1993 y 2010, este último en pleno Valle de Lerma. A la sazón véase mi reciente libro (Alonso, R. N., 2010. “Riesgos geológicos en el norte argentino. Terremotos, volcanes, avalanchas, inundaciones, desertización y otros fenómenos naturales”. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-50-7, 244 págs. Salta), donde se analizan los fenómenos naturales desde la óptica científica. Sin embargo, el terremoto de 2010 dio pie a una serie de interpretaciones que rozan el límite entre la ciencia y la religión.
Desde el punto de vista sismológico fue considerado como un “terremoto anómalo”, ya que por su profundidad, intensidad y cercanía epicentral, debería haber causado daños mayores a la ciudad. La energía se disipó hacia la Quebrada del Toro, la cual quedó severamente dañada, pero permitió que la ciudad de Salta solo sufriera un fuerte remezón con consecuencias menores. Esto dio pie a que los salteños de fe lo consideraran un “acto de Dios”, de advertencia, que contó con la protección de los patrones tutelares. Precisamente este tema lo hemos debatido desde la religión y desde la ciencia con el señor arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello, y un nutrido grupo de sacerdotes católicos en un evento organizado a este propósito en la capilla de San Lorenzo el 12 de abril de 2011.
El domingo 4 de septiembre de 2011, en una entrevista realizada a monseñor Pedro Lira en El Tribuno, este sabio sacerdote, de 96 años de vida, se explayó sobre diferentes facetas de la espiritualidad. Cuando la periodista le preguntó sobre los terremotos, dijo que había que realizar “una cruzada de 400 mil salteños, para que entre todos paremos los terremotos” (pág. 37). Comentó que “tenemos que pedírselo al Señor y a la Virgen, son nuestros patronos y para ellos no hay nada imposible, si nosotros se lo pedimos con fe”. Y recalcó que “si todos nos uniéramos en este pedido con intensidad, podríamos detener los fenómenos naturales”. La historia demuestra que los terremotos se han seguido produciendo independientemente de cuanta fidelidad hayamos demostrado los salteños a nuestros patronos a lo largo de los siglos. Lo que sí está claro es que ni 400 mil salteños, ni 40 millones de argentinos, ni tampoco 4.000 millones de humanos rezando pueden frenar un terremoto, aunque, obviamente, sería maravilloso que así fuera.
domingo, 4 de septiembre de 2011
Articulo diario El Tribuno sobre el Creston de Metan autoria del dr Alonso
El cerro Crestón de Metán
RICARDO N. ALONSO, Dr. en Ciencias Geológicas
lunes 05 de septiembre de 2011 Opinión
Hay cadenas de montañas que presentan cumbres que semejan la cresta de un gallo. Estas cumbres peñascosas reciben el nombre de “crestas” o “crestones”. Hay muchas crestas y crestones en la orografía argentina. Sin embargo, uno de los ejemplos más bellos y emblemáticos es el cerro Crestón en la provincia de Salta, una de las estructuras tectónicas, orogénicas, de los Andes Centrales del Sur.
El Crestón es el cerro tutelar de los metanenses. Se encuentra ubicado a unos 30 kilómetros al oeste-noroeste de la ciudad de Metán y se eleva a 3.269 m sobre el nivel del mar. Téngase presente que la ciudad de Metán está a 800 metros sobre el nivel del mar, con lo cual el rechazo topográfico entre ambos puntos alcanza a casi los 2.500 metros. Desde el punto de vista geográfico, configura la divisoria entre la sierra de Guanacos al norte y la sierra de Metán al sur, formando ambas parte de un cordón mayor de orientación en el sentido meridiano.
Otros picos de esta cadena son el cerro Malvinas (2.882 m), el cerro Morro del Venado (3.207 m), el cerro Alto del Venado (3.029 m) y el cerro Alto de Muñoz (2.509 m). Este bloque de montaña es el de mayor altura hacia el este de los Andes en esa latitud, antes de caer en las serranías bajas y en la llanura chaqueña oriental. Su cumbre es, a su vez, la divisoria de aguas o “divortium aquarum”, entre las aguas que fluyen al este y las que fluyen al oeste, pero todas formando parte de afluentes de la cuenca del río Juramento.
Desde el punto de vista orogénico, la sierra de Metán comenzó a elevarse unos 10 millones de años atrás, durante el periodo Mioceno de la era Cenozoica. El “arrugamiento” andino hizo que fallas profundas arrancaran y elevaran a la superficie láminas de rocas viejas pertenecientes al periodo precámbrico. Un “hachazo” geológico o mejor dicho tectónico, divide a la sierra de Guanacos de la sierra de Metán. Precisamente, una falla transversal corta la sierra en sentido noreste-suroeste y pone en contacto rocas de distinta naturaleza.
Así el corazón de la sierra de Guanacos está formado por las rocas de la Formación Puncoviscana, unas lajas grises filosas formadas hace más de 500 millones de años en el fondo de un antiguo océano de fines de la época precámbrica. Son de la misma época y composición que las que se encuentran en la Quebrada del Toro, entre Campo Quijano e Ingeniero Mauri. Por su parte, el núcleo de la sierra de Metán está formado por rocas de la llamada Formación Medina, también de la época precámbrica, pero que tienen un origen más “tucumano” en su desarrollo.
Se presentan como rocas verdosas, con micropliegues, con un aspecto sedoso a micáceo, y pueden verse abundantes rodados en los ríos que bajan de la sierra como el caso del río Metán y otros. Ambas sierras están limitadas por fallas inversas en su borde oriental. A occidente están cubiertas por potentes sucesiones de rocas rojas y calizas amarillas pertenecientes al periodo Cretácico. Se trata de las rocas del Grupo Salta, y entre ellas están presentes principalmente las capas del Pirgua y las del Yacoraite. El subgrupo Pirgua está formado por paquetes de sedimentitas continentales principalmente conglomerados y areniscas de origen fluvial.
Los conglomerados son gravas gruesas, formadas por cantos rodados cementados unos con otros en una matriz arenosa roja. Las lluvias lavan estas rocas y las van dejando como castillos derruidos. Precisamente, la cumbre del cerro Crestón está formada por los conglomerados rojos a marrones de la Formación La Yesera, parte inferior del subgrupo Pirgua, las que presentan esas formas de crestas que dan el nombre a la cúspide serrana.
Finalmente, las sierras de Metán y Guanacos están contorneadas por rocas sedimentarias más jóvenes, pertenecientes al Terciario y cuyas edades comprenden al menos los últimos 15 millones de años. Forman parte de lo que en la estratigrafía del norte argentino se conoce como Grupo Orán con los subgrupos Metán y Jujuy. La otra gran cuestión sobre las sierras de Guanacos-Metán es a qué provincia geológica o morfotectónica pertenecen. En el norte argentino, se tienen provincias geológicas extensas, notables y bien definidas como la Puna, la Cordillera Oriental, las Sierras Subandinas y la Llanura chaqueña, a las cuales se agregan el Sistema de Santa Bárbara, las Sierras Pampeanas Septentrionales y las Cumbres Calchaquíes.
El conjunto de serranías que nos ocupa están en una posición de transición entre unas y otras. Pueden considerarse como transicionales entre la Cordillera Oriental y las Sierras Subandinas, o bien con el llamado sistema de Santa Bárbara. En realidad, hay elementos estratigráficos y tectónicos, a favor y en contra, para poder definirlas dentro de una sola unidad.
En sentido amplio, el bloque montañoso que contiene al cerro Crestón puede considerarse como perteneciente a la Cordillera Oriental. Numerosos arroyos y ríos bajan desde los altos de la serranía de Metán-
Guanacos hacia el oriente, entre ellos los arroyos de las Mesadas y el de la Morcilla que conforman el río de las Piedras y que tienen sus nacientes en las faldas del Crestón, así como los ríos de Las Conchas, Metán y Yatasto. Desde el punto de vista fitogeográfico, las laderas bajas de las sierras al occidente de Metán pertenecen al dominio de la selva tucumano-oranense. En cambio, las cumbres están cubiertas por pastizales de altura. La cumbre del cerro Crestón, muestra la roca viva, de naturaleza conglomerádica, y una escasa cubierta de esos pastos de altura.
La fauna es muy variada en el ambiente de selva donde abundan las aves, los chanchos del monte e incluso fue noticia en su momento por la caza irresponsable de un posible oso ucumar que terminó siendo un mono caí. También se encuentra la corzuela parda, hurón mayor, ocelote, yaguarundí, coatí, puma, pecarí de collar, el gato montés, pava de monte, loro alisero, urraca, loro de cara roja y tucán grande.
En las cumbres se tiene uno de los últimos reductos del ciervo andino, la taruca, y precisamente dos de los picos montañosos de la serranía llevan los nombres de morro y de alto del Venado.
Una excelente fuente bibliográfica para ampliar el tema es el libro “La historia de Metán” del profesor Eduardo Poma.
La geología, la flora, la fauna, el clima y las aguas convierten a las sierras de Metán en un valioso patrimonio natural y científico que merece ser considerado en el marco de un verdadero turismo sustentable.
domingo, 28 de agosto de 2011
La energia
La energía en Argentina y Brasil: ayer, hoy y después
5RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)
lunes 29 de agosto de 2011 Opinión
RESERVAS VISTA DE UNA CUENCA PETROLERA DE BRASIL.
“Brasil, a mediados del siglo XX, no tenía literalmente ni una gota de petróleo”.
“En el país los hallazgos de petróleo fueron en aumento desde aquel de Fuchs, en 1907, en Comodoro Rivada via”.
“Brasil tiene hoy enormes reservas de petróleo, cuando hace 60 años no tenía ni una gota; y Argentina, viceversa”.
Antes, y también durante el tiempo del tratado del Mercosur, Argentina y Brasil han tenido evoluciones divergentes que han acrecentado las asimetrías entre un país y el otro. No vamos a comenzar aquí con el remanido discurso de que fuimos una potencia mundial a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, porque eso es ya historia antigua. Tal vez valga la pena remontarse a solo 50 ó 60 años atrás para empezar a ver dónde estaba Brasil y dónde estábamos nosotros. La idea de este ensayo es tomar solamente algunos parámetros, sin entrar a discutir cuestiones históricas, sociales o de territorio. Vamos a comenzar con el petróleo.
Brasil, a mediados del siglo XX, no tenía literalmente ni una gota de petróleo. Obviamente el continente se había explorado y se habían encontrado rocas prometedoras, e incluso algunas rocas madres. Pero el hecho de ser cuencas en un ambiente geodinámico epirogénico y situadas sobre un basamento cristalino no prometía nada de interés. Aclaremos. Las cuencas epirogénicas son aquellas que se forman cuando la región se hunde y se depositan sedimentos de ríos, lagos o pantanos, los que a su vez contienen capas de materia orgánica que puede madurar para dar hidrocarburos.
Luego, las regiones se elevan y millones de años después vuelven a hundirse. En este “sube y baja” vertical se van acumulando rocas sedimentarias de numerosas edades geológicas, algunas de ellas con potencial para la generación de hidrocarburos. Pero para que estos maduren se necesita calor y presión que no siempre se alcanza y entonces las potenciales rocas madres quedan convertidas en esquistos bituminosos de petróleos inmaduros.
Esto pasaba en el Brasil continental, donde numerosas “bacias” (cuencas) yacen sobre rocas precámbricas y arcaicas cristalinas con más de 1.000 millones de años de antigedad. Mientras tanto, en nuestro país, los hallazgos de petróleo venían en aumento desde aquel de Fuchs de 1907 en Comodoro Rivadavia y luego con la creación de YPF se ampliaron las cuencas productoras desde Tierra del Fuego hasta Jujuy. Neuquén, Santa Cruz, Chubut, Mendoza y Salta pasaron a ser importantes reservorios de hidrocarburos, unos más ricos en petróleo y otros más ricos en gas. Campo Duran y Loma de la Lata fueron algunos de los gigantes descubiertos en el último medio siglo. Luego se sumaron los campos de Tierra del Fuego, Formosa (con su campo de Palmar Largo) y Jujuy (con su campo de Caimancito).
Brasil seguía en la misma condición, pero mientras tanto hacía fuerte a su empresa nacional Petrobras. El tema era que si bien el continente tenía sólo trazas de petróleo, el fondo del mar podía llegar a almacenar grandes reservorios como pasaba con la costa opuesta de Africa, separadas ambas por la deriva continental y con posibles yacimientos gemelos a uno y otro lado del Atlántico. Pero en Brasil, al parecer, estaban más profundos y había que contar con una tecnología de perforaciones y plataformas que recién estuvo disponible en las dos o tres últimas décadas. Los hallazgos costa afuera (off shore) de Brasil son hoy espectaculares y aseguran el crudo para el futuro del país. Mientras tanto, los campos argentinos se fueron secando paulatinamente por sobreexplotación y por falta de inversiones en nueva exploración.
La situación se ha invertido: Brasil tiene hoy enormes reservas de petróleo, cuando hace 60 años no tenía ni una gota; y Argentina, viceversa. En minería pasó algo parecido, pero no igual. La Argentina, de la mano de Manuel Savio, desarrolló una industria siderúrgica a pulmón, con yacimientos de hierro de baja ley, como los de Zapla en Jujuy o Sierra Grande en Río Negro. Un solo yacimiento de carbón en la Patagonia Austral, Río Turbio, no era ni es suficiente para atender una demanda de acería fina. Mientras tanto, Brasil puso en marcha sus famosos yacimientos proterozoicos del cuadrilátero ferrífero de Carajás y creó (nacionalizó) la megaempresa minera Vale Do Río Doce (VCRD).
Este emporio minero ha diversificado sus objetivos hacia otros minerales ferríferos, no ferríferos, preciosos e industriales, alcanzando ingresos de 50 billones de dólares y una planta de 130 mil empleados. Solamente en el negocio del potasio, están invirtiendo en Mendoza (Argentina) unos 4 billones de dólares para la explotación por disolución de las sales de silvita y carnalita marina que se encuentran a 1.200 m de profundidad. El interés del potasio, elemento esencial de los fertilizantes junto al nitrógeno y el fósforo, viene de la mano de los biocombustibles de los cuales Brasil busca transformarse en potencia luego de los acuerdos firmados entre George W. Bush y Lula Da Silva.
Pero para expandir la frontera de los biocombustibles hay que buscar tierras aptas y libres, lo que llevó a que el gigante de América del Sur destine grandes extensiones para estos cultivos. La energía es esencial para el desarrollo de cualquier país y en especial de Brasil que forma parte del ascendente BRIC. Por ello, y aprovechando la gran cantidad de ríos, han construido también un gran número de presas hidroeléctricas. A la misma latitud de Salta, existen en Brasil decenas de presas importantes. Hay que tener en cuenta que el 90% de la matriz energética brasileña proviene de represas con turbinas hidroeléctricas. Otro punto de interés es la energía atómica.
La Argentina fue pionera en el tema desde la creación de la CNEA por parte de J. D. Perón en 1950, al punto de formar hoy parte del selecto club de naciones atómicas del planeta. Para ese entonces, Brasil ni soñaba con este desarrollo científico y tecnológico. Durante el gobierno de Menem todo el esfuerzo atómico del país se dejó de lado y fue entonces que se perdió una década crucial. Brasil comenzó a interesarse a fines de la década de 1960 con la planta Angra-1, en los setenta construyó Angra-2 y ahora está construyendo Angra-3, en un plan que abarca no menos de ocho centrales nucleares.
Para ello, cuenta con capacidad profesional, fondos económicos, buenos yacimientos de uranio en su territorio y lo que es más importante, una política de Estado en el tema nuclear. La Argentina, en cambio, tiene su plan atómico casi estancado y todos sus yacimientos de uranio inactivos. Esta evolución comparada de petróleo, minería, biocombustibles, presas eléctricas y energía nuclear sirve para tener una idea de cómo nuestro país desaceleró y fue perdiendo el tren de la historia.
5RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)
lunes 29 de agosto de 2011 Opinión
RESERVAS VISTA DE UNA CUENCA PETROLERA DE BRASIL.
“Brasil, a mediados del siglo XX, no tenía literalmente ni una gota de petróleo”.
“En el país los hallazgos de petróleo fueron en aumento desde aquel de Fuchs, en 1907, en Comodoro Rivada via”.
“Brasil tiene hoy enormes reservas de petróleo, cuando hace 60 años no tenía ni una gota; y Argentina, viceversa”.
Antes, y también durante el tiempo del tratado del Mercosur, Argentina y Brasil han tenido evoluciones divergentes que han acrecentado las asimetrías entre un país y el otro. No vamos a comenzar aquí con el remanido discurso de que fuimos una potencia mundial a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, porque eso es ya historia antigua. Tal vez valga la pena remontarse a solo 50 ó 60 años atrás para empezar a ver dónde estaba Brasil y dónde estábamos nosotros. La idea de este ensayo es tomar solamente algunos parámetros, sin entrar a discutir cuestiones históricas, sociales o de territorio. Vamos a comenzar con el petróleo.
Brasil, a mediados del siglo XX, no tenía literalmente ni una gota de petróleo. Obviamente el continente se había explorado y se habían encontrado rocas prometedoras, e incluso algunas rocas madres. Pero el hecho de ser cuencas en un ambiente geodinámico epirogénico y situadas sobre un basamento cristalino no prometía nada de interés. Aclaremos. Las cuencas epirogénicas son aquellas que se forman cuando la región se hunde y se depositan sedimentos de ríos, lagos o pantanos, los que a su vez contienen capas de materia orgánica que puede madurar para dar hidrocarburos.
Luego, las regiones se elevan y millones de años después vuelven a hundirse. En este “sube y baja” vertical se van acumulando rocas sedimentarias de numerosas edades geológicas, algunas de ellas con potencial para la generación de hidrocarburos. Pero para que estos maduren se necesita calor y presión que no siempre se alcanza y entonces las potenciales rocas madres quedan convertidas en esquistos bituminosos de petróleos inmaduros.
Esto pasaba en el Brasil continental, donde numerosas “bacias” (cuencas) yacen sobre rocas precámbricas y arcaicas cristalinas con más de 1.000 millones de años de antigedad. Mientras tanto, en nuestro país, los hallazgos de petróleo venían en aumento desde aquel de Fuchs de 1907 en Comodoro Rivadavia y luego con la creación de YPF se ampliaron las cuencas productoras desde Tierra del Fuego hasta Jujuy. Neuquén, Santa Cruz, Chubut, Mendoza y Salta pasaron a ser importantes reservorios de hidrocarburos, unos más ricos en petróleo y otros más ricos en gas. Campo Duran y Loma de la Lata fueron algunos de los gigantes descubiertos en el último medio siglo. Luego se sumaron los campos de Tierra del Fuego, Formosa (con su campo de Palmar Largo) y Jujuy (con su campo de Caimancito).
Brasil seguía en la misma condición, pero mientras tanto hacía fuerte a su empresa nacional Petrobras. El tema era que si bien el continente tenía sólo trazas de petróleo, el fondo del mar podía llegar a almacenar grandes reservorios como pasaba con la costa opuesta de Africa, separadas ambas por la deriva continental y con posibles yacimientos gemelos a uno y otro lado del Atlántico. Pero en Brasil, al parecer, estaban más profundos y había que contar con una tecnología de perforaciones y plataformas que recién estuvo disponible en las dos o tres últimas décadas. Los hallazgos costa afuera (off shore) de Brasil son hoy espectaculares y aseguran el crudo para el futuro del país. Mientras tanto, los campos argentinos se fueron secando paulatinamente por sobreexplotación y por falta de inversiones en nueva exploración.
La situación se ha invertido: Brasil tiene hoy enormes reservas de petróleo, cuando hace 60 años no tenía ni una gota; y Argentina, viceversa. En minería pasó algo parecido, pero no igual. La Argentina, de la mano de Manuel Savio, desarrolló una industria siderúrgica a pulmón, con yacimientos de hierro de baja ley, como los de Zapla en Jujuy o Sierra Grande en Río Negro. Un solo yacimiento de carbón en la Patagonia Austral, Río Turbio, no era ni es suficiente para atender una demanda de acería fina. Mientras tanto, Brasil puso en marcha sus famosos yacimientos proterozoicos del cuadrilátero ferrífero de Carajás y creó (nacionalizó) la megaempresa minera Vale Do Río Doce (VCRD).
Este emporio minero ha diversificado sus objetivos hacia otros minerales ferríferos, no ferríferos, preciosos e industriales, alcanzando ingresos de 50 billones de dólares y una planta de 130 mil empleados. Solamente en el negocio del potasio, están invirtiendo en Mendoza (Argentina) unos 4 billones de dólares para la explotación por disolución de las sales de silvita y carnalita marina que se encuentran a 1.200 m de profundidad. El interés del potasio, elemento esencial de los fertilizantes junto al nitrógeno y el fósforo, viene de la mano de los biocombustibles de los cuales Brasil busca transformarse en potencia luego de los acuerdos firmados entre George W. Bush y Lula Da Silva.
Pero para expandir la frontera de los biocombustibles hay que buscar tierras aptas y libres, lo que llevó a que el gigante de América del Sur destine grandes extensiones para estos cultivos. La energía es esencial para el desarrollo de cualquier país y en especial de Brasil que forma parte del ascendente BRIC. Por ello, y aprovechando la gran cantidad de ríos, han construido también un gran número de presas hidroeléctricas. A la misma latitud de Salta, existen en Brasil decenas de presas importantes. Hay que tener en cuenta que el 90% de la matriz energética brasileña proviene de represas con turbinas hidroeléctricas. Otro punto de interés es la energía atómica.
La Argentina fue pionera en el tema desde la creación de la CNEA por parte de J. D. Perón en 1950, al punto de formar hoy parte del selecto club de naciones atómicas del planeta. Para ese entonces, Brasil ni soñaba con este desarrollo científico y tecnológico. Durante el gobierno de Menem todo el esfuerzo atómico del país se dejó de lado y fue entonces que se perdió una década crucial. Brasil comenzó a interesarse a fines de la década de 1960 con la planta Angra-1, en los setenta construyó Angra-2 y ahora está construyendo Angra-3, en un plan que abarca no menos de ocho centrales nucleares.
Para ello, cuenta con capacidad profesional, fondos económicos, buenos yacimientos de uranio en su territorio y lo que es más importante, una política de Estado en el tema nuclear. La Argentina, en cambio, tiene su plan atómico casi estancado y todos sus yacimientos de uranio inactivos. Esta evolución comparada de petróleo, minería, biocombustibles, presas eléctricas y energía nuclear sirve para tener una idea de cómo nuestro país desaceleró y fue perdiendo el tren de la historia.
viernes, 26 de agosto de 2011
Mas fotos de la fiesta de San Bartolo en Ayoo de Vidriales
Es un sencillo homenaje a todo un pueblo, que cada 24 de agosto se reune en el pueblo para recordar a San Bartolo, y especialmente a una persona que cada vez que podia iba a su pueblo natal a estos festejos, a don Joaquin Alonso Barrio
lunes, 22 de agosto de 2011
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