El fotógrafo Ossian Lindholm hizo un arte de la fotografía de paisajes naturales
y especialmente de aquellos con un fuerte componente geológico. Ossian recorrió
los Andes del norte argentino y otras regiones del país, en busca de esa
naturaleza oculta que trasunta el tiempo geológico de mundos desaparecidos. Sus
libros de fotografía y sus calendarios son un muestrario exquisitamente logrado
de la profunda naturaleza andina.
Precisamente, si hay algo que Ossian capta en sus fotografías es el alma del paisaje, esa áurea oculta que está más allá de la vista. Sus calendarios fotográficos anuales, desde el 2001 al presente, son un profundo muestrario de paisajes puros de Salta y del norte argentino.
La lente de su cámara fue captando en estos últimos años los rincones más hermosos de esta región del sur de los Andes Centrales. Vasta geografía modelada en los últimos millones de años por los agentes exógenos que han grabado, con su gigantesco buril, las rocas que forman el cimiento de esta parte del corazón de la América del Sur.
Edificios volcánicos Precisamente, si hay algo que Ossian capta en sus fotografías es el alma del paisaje, esa áurea oculta que está más allá de la vista. Sus calendarios fotográficos anuales, desde el 2001 al presente, son un profundo muestrario de paisajes puros de Salta y del norte argentino.
La lente de su cámara fue captando en estos últimos años los rincones más hermosos de esta región del sur de los Andes Centrales. Vasta geografía modelada en los últimos millones de años por los agentes exógenos que han grabado, con su gigantesco buril, las rocas que forman el cimiento de esta parte del corazón de la América del Sur.
La corteza andina ha sufrido glaciaciones cuyos restos aún perduran en algunos picos níveos; se ha calentado con el ascenso del magma desde grandes profundidades, cuya salida a superficie produjo la construcción de magníficos edificios volcánicos y cuyas entrañas están aún preñadas de minerales; se ha desgarrado formando profundos valles y cañones; se ha plegado en suaves serranías llamadas subandinas y cubiertas de vegetación tropical en cuyos núcleos se albergan los preciados reservorios de hidrocarburos; en fin, permitió que a una misma latitud geográfica se encuentren lagos resecos convertidos en salares de superficie acartonada al occidente, y una lujuriosa vegetación de helechos arborescentes y ríos caudalosos al oriente.
Algunos nombres son íconos de este muestrario arquitectónico de elementos paisajísticos: el Nevado de Cachi, el Volcán Llullaillaco, el Valle Calchaquí, la Quebrada de Humahuaca, la Quebrada del Toro, la Quebrada de Escoipe, la Quebrada de las Conchas, el Salar de Arizaro, el Parque Nacional Baritú. Cada uno de ellos es un mundo en sí mismo, un mundo que el turista puede descubrir viajando hasta allí o aprehendiéndolos a través de las imágenes que fluyen desde uno otro de los calendarios y libros fotográficos de Lindholm.
Gracias a su generosidad he podido incorporar hermosas fotos de paisajes geológicos en varios de mis libros, entre ellos el de “Historia geológica de Salta”, el de “Puna argentina” y el de “Geología del paisaje”, todos ellos publicados por Mundo Gráfico Editorial. Ossian es un gran buceador de la fisiografía. Sus fotos buscan captar esencialmente el espíritu del relieve.
Relieve que es la lucha entre las fuerzas interiores y exteriores que forman y modelan la corteza terrestre. Esta lucha de fuerzas, generalmente desigual, es la gran constructora del paisaje.
Los griegos la llamaban “kratosfanía”, por Kratos, el dios al que atribuían la fuerza y el poder. Los Andes son el resultado de la interacción de la dinámica interna y la dinámica externa, de las fuerzas endógenas que levantan y deforman la corteza y de las fuerzas externas que los modelan. Esto es lo que permitió la construcción de un orógeno que alcanza los casi 7 km sobre el nivel del mar.
El relieve es -filosóficamente hablando- un fluido. Si pudiéramos ver todo un proceso de generación orogénica y de destrucción exogénica a través de un ciclo de varias decenas de millones de años, acelerado en nuestra mente como en una película de cámara rápida, veríamos que efectivamente el relieve no es otra cosa que un fluido: es más, es un fluido en el sentido del viejo filósofo griego Heráclito.
Y como tal el relieve andino, que ha sido capturado por el lente de la cámara para una determinada coordenada de espacio-tiempo en cada una de las tomas fotográficas de Ossian. Recordemos que los Andes son una apoteosis orogénica a la que los incas y otros pueblos que los habitaron tuvieron un temor reverencial. Es interesante también recordar que el edificio andino involucra rocas cuya antigüedad abarca los últimos 600 millones de años.
Esas rocas, tanto las más viejas como las más jóvenes, han sido espectacularmente plasmadas en distintas fotos magistrales de Lindholm. El espíritu del artista les arranca instintivamente los secretos a los arcanos de la geología, a esa tensión manifiesta del relieve que se construye y del relieve que se destruye.
En su poema “Los Andes”, el español Juan Antonio Cavestany (1861-1924) lo dice con la fuerza de la poesía: “Valles y montes/ ventisqueros, barrancos y volcanes/ cuanto cierra los anchos horizontes/ todo parece allí campo de guerra/ resto de una batalla de titanes/ de una lucha del cielo con la Tierra”.
Es por ello, porque me he deslumbrado con las fotos del paisaje andino, que fue un orgullo presentar algunos de los trabajos de Ossian en la última década.
Diré sobre el biografiado que Ossian Lindholm nació en Tucumán en 1957.
Es hijo de la famosa historiadora tucumana Teresa Piossek Prebisch, autora erudita de numerosos libros sobre nuestra historia de la conquista y la colonia. Ossian se recibió de Ingeniero Agrónomo en la Universidad Nacional de Tucumán, pero fue la pasión por la fotografía lo que marcó el rumbo de su vida.
Fotógrafo de naturaleza
Rescato algunos de los conceptos que lo definen cuando dice: “Me gustan muchas ramas de la fotografía, pero es como fotógrafo de naturaleza con lo que siento una misión que cumplir. Estoy convencido de que para conservar primero hay que conocer, y esa es mi guía como fotógrafo de naturaleza: divulgar y mostrar la vida y los paisajes que debemos conservar”.
Sostiene Ossian: “La agronomía me dio la conexión científica con la naturaleza, y la fotografía me da la pausa necesaria que me permite observarla. La agronomía me explica los delicados mecanismos con los que la naturaleza vive y muere, la fotografía me da los sentimientos con los que la naturaleza se manifiesta”.
El paisaje y especialmente el paisaje geológico, ha sido el tema central de sus calendarios y de sus cinco libros, a saber: “10.000 kilómetros por las rutas de Argentina” (con textos de Juan Martín Roldán); “Norte argentino” (con textos de Ana Ines Figueroa); “Ischigualasto, el Valle de la Luna y Talampaya” (con textos de Ana Inés Figueroa); “El Valle Calchaquí” (con textos de Ana Inés Figueroa) y “Las Viñas del Cielo” (con textos de Dolores Lávaque y Carolina Garicoche).
Estoy seguro de que los calendarios y los distintos libros de Ossian Lindholm, actuarán como un verdadero imán para los turistas que en otras partes del país y del mundo vean las fotos, se embelesen con ellas, y opten por conocer nuestras riquezas paisajísticas.