domingo, 1 de abril de 2012

Ríos bravos y rutas rotas en el norte argentino

Ricardo N Alonso
Dr en Ciencias Geologicas
Unsa Conicet


La geografía montañosa del norte argentino obliga a utilizar los profundos cañones fluviales como vía de acceso a los valles y comarcas planas donde se asientan las distintas poblaciones. Muchos poblados se emplazan directamente a lo largo de las grandes quebradas que aprovechan la presencia de “oasis” de agua dulce en medio de un ambiente semidesértico a desértico. Es, precisamente en estos ambientes, donde los ríos torrentosos del verano alcanzan un alto poder erosivo y donde están dadas las condiciones necesarias para que ocurran los fenómenos de remoción en masa, conocidos popularmente como “volcanes de barro”. Los veranos con influencia del fenómeno de La Niña son muy lluviosos en las regiones altas, al punto que los salares de la Puna, principalmente los de la Puna norte y el Altiplano boliviano, llegan a inundarse. Las lluvias afectan también el borde cordillerano de la pared oriental de la Puna, que es donde nacen la mayoría de los cañones fluviales que drenan la región. Las aguas bajan a través de los tributarios y van aumentando el caudal río abajo hasta convertir un cauce fluvial que se mantiene seco la mayor parte del año en un río torrentoso y caudaloso altamente erosivo.



Esto es ayudado por las fuertes pendientes, tanto del río principal como de los subsidiarios. El hecho cierto es que las lluvias monzónicas concentradas en el verano, con mucho milimetraje en corto tiempo, sumado a la geología, las pendientes, el ambiente desértico y su meteorización física que libera materiales rocosos, da pie a fuertes crecidas que generan un riesgo geológico-climático que afecta cualesquiera obras civiles. Los valles, quebradas y cañones a que hacemos especial referencia son el de Humahuaca, Calchaquí, Escoipe, Toro y Las Conchas. El cañón del río de Las Conchas es un corte erosivo profundo en el conjunto de sierras que separan el Valle Calchaquí al oeste con el Valle de Lerma al este. El río corre encajonado entre las sierras de León Muerto al oeste y las sierras de Carahuasi al este, ambas con alturas de hasta 3.200 metros. Téngase presente que el piso del cañón se encuentra entre 1.200 m y 1.600 m en sus extremos del Valle de Lerma y Valle Calchaquí, con lo cual los resaltos topográficos superan el kilómetro y medio de desnivel. Muchas veces ese desnivel se da en cortas distancias, lo que genera una fuerte pendiente y avenidas violentas. El río de Las Conchas es el resultado de la unión de los ríos Calchaquí y Santa María que fluyen desde el norte y desde el sur, respectivamente. El ingreso de ambos al cañón se da a la altura del cerro El Zorrito (3.224 m), famoso por sus historias de tesoros allí enterrados. La salida es en Alemanía, frente al cerro Quitilipe, donde se convierte en el río Guachipas con cuyo nombre ingresa y forma uno de los brazos del embalse Cabra Corral. Son 70 km de espectaculares formaciones geológicas del periodo Cretácico-Terciario, de fuertes colores rojizos en un sinfín de tonalidades polícromas que lo convierten en un bellísimo paisaje al estilo de un pequeño “Cañón del Colorado” salteño.
En su interior, corre la ruta nacional 68, que en Cafayate se une a la famosa ruta nacional 40. La ruta 68 soporta en el tramo analizado toda la fuerza de la naturaleza fluvial torrencial del río y sus afluentes. El verano de 2012 fue especialmente lluvioso y convirtió al río de Las Conchas en un curso fluvial adecuado para la práctica del rafting de alto riesgo, principalmente en el tramo inferior entre Puente Morales y Alemanía. Dos tramos de ruta nueva, asfaltada, de más de un kilómetro de largo cada uno, fueron completamente destruidos por la fuerza descontrolada y arrolladora de las aguas. El primero, a la altura del paraje la Yesera, donde el río generó un amplio meandro sobre la orilla derecha y no solo destruyó la ruta sino que además la dejó colgada en ambos extremos, formando una barranca de unos tres metros de altura. El otro corte grande fue a mitad de camino entre la Garganta del Diablo y Puente Morales. También allí el río cargó sobre la derecha y se llevó unos mil metros de ruta. Esto obligó a habilitar una nueva traza por el borde de la serranía para poder restablecer el paso. Hubo otros numerosos cortes, pero de menor envergadura, aunque todos obligaron a un gran despliegue de equipos y maquinarias viales para dar una solución al tránsito de una ruta vital para el norte argentino. Otro de los cañones con serios problemas para el mantenimiento de una ruta cómoda y segura es el de la Quebrada del Toro.
El río Toro corre fuertemente encajonado, principalmente en su último tramo entre Ingeniero Maury (2.358 m) y Campo Quijano (1.521 m). Los desniveles topográficos alcanzan hasta 2 km entre el fondo del valle y las cumbres de los cerros vecinos. En todo ese tramo atraviesa rocas de lajas grises pertenecientes a la Formación Puncoviscana, de fines del Precámbrico, con una edad aproximada de 550 millones de años.
En esta difícil geografía, con una topografía escabrosa y una geología de rocas duras y filosas, se desplaza la ruta nacional 51, que es parte del corredor bioceánico internacional Salta-Antofagasta. Está acompañada en buena parte de su recorrido por el ramal C-14, Huaytiquina, del FFCC General Belgrano. La ruta está asfaltada entre Muñano, en el borde de la Puna, y Chorrillos, en la Quebrada. Desde Chorrillos hasta Campo Quijano el camino está consolidado y es allí donde se presentan los mayores problemas. Antiguamente, todo el tráfico se hacía a lomo de animales o con carros tirados por bueyes o mulas a lo largo de la costa firme del río. Con el inicio del tráfico automotor, la ruta se fue construyendo por tramos a lo largo del borde del río, lo que obligaba a cruzar muchas veces el cauce, y también a unas decenas de metros de altura por el borde de la montaña en su mayor parte en la margen izquierda, mirando aguas abajo. Las pendientes, precipicios y derrumbes dieron lugar a numerosas fatalidades. En los últimos años a raíz de un desplome de ladera en la zona del Mollar que arrastró un camión y a su chofer el que permanece allí sepultado, se volvió a usar la variante del río. Sin embargo, la situación del río en un año La Niña, el caudal extra que le aporta el río Capillas, el aluvionamiento y migración lateral de los cauces, las escasas e ineficientes defensas, sumado a la compleja dinámica fluvial de un río de montaña de régimen torrencial, destruyeron varios kilómetros de ruta nueva en su tramo inferior.
Una situación similar se vive en la ruta 40 a lo largo del Valle Calchaquí, de la ruta provincial 33 a lo largo de la Quebrada de Escoipe, y de la ruta 9 a lo largo de la Quebrada de Humahuaca. Son rutas en las que, ciertamente, el parche sanador no es la mejor solución.
 

No hay comentarios: