Ricardo N Alonso
Dr. en Ciencias Geologicas
Unsa Conicet
Se ha escrito hasta el cansancio sobre la vida y obra del gran maestro del Renacimiento italiano. Cada tanto alguien descubre algo que había pasado desapercibido, lo publica y logra impactar a la prensa mundial. Es que la figura del genial artista sigue despertando interés al conjunto de la humanidad. Leonardo es recordado no solamente por haber pintado “La Gioconda”, el cuadro más famoso del mundo, sino también por sus estudios en los más importantes campos del saber. Pensó y diseño toda clase de máquinas para volar, sumergirse y desplazarse; así como instrumentos militares de ataque y de defensa. Realizó estudios anatómicos, físicos, geográficos, geológicos y de ingeniería. Trabajó en esculturas famosas y pintó murales soberbios como “La Ultima Cena”. Entre los cientos de especialistas vincianos se destaca la historiadora alemana Maike Vogt-Lerssen, radicada en Australia desde 1995. En su momento Vogt-Lerssen generó un interesante revuelo cuando anunció haber descubierto un autorretrato de Da Vinci en la Galería Nacional de Washington (cuadro erróneamente atribuido a un tal Cariani) y que, según su análisis, se trataría de la única imagen fidedigna de Leonardo. Ella ha escrito ahora en alemán dos gruesos volúmenes que suman más de 700 páginas, que se agregan a tres libros anteriores sobre el tema, y que traen una novedosa historia sobre la vida privada del artista. Ocurre que para la historia oficial Leonardo era homosexual y murió soltero. Sigmund Freud, en 1910, fue el encargado de sentar esa idea. Por el contrario, Vogt-Lerssen, tras más de diez años de investigaciones, viajando seguido a Europa y consultando un sinfín de documentos y archivos inéditos, llegó a la conclusión de que Leonardo Da Vinci estuvo en realidad casado clandestinamente con Isabel de Aragón, viuda del difunto duque de Milán Gian Galeazzo María Sforza II, y con quien habría tenido cinco hijos. Afirma, además, que la famosa “Mona Lisa” o Gioconda, no es otra que Isabel de Aragón. No es la primera vez que un historiador pone en duda la identificación oficial del más célebre cuadro de Da Vinci, generalmente aceptada como la esposa del mercader de seda florentino Francesco del Giocondo. La mayoría de los retratos de la época renacentista no llevan el nombre del autor ni de la persona que posó, lo cual condujo a la investigadora alemana a interrogarse cómo hacían ante tales casos los historiadores del arte para identificar tanto al autor como al retratado. Consideró que la historia de la estilística era inapropiada para identificar el retratado, al autor de la obra y la época de ejecución. Para remediarlo, ella optó por concentrarse en dos criterios más fiables que la estilística y que son los usos y costumbres vestimentarios y ornamentales de la época por un lado y, sobre todo, la heráldica de las familias aristócratas de lo cual hizo su especialidad. Los primeros elementos que permitieron a la autora identificar a la “Gioconda” como un miembro de la casa Visconti-Sforza fueron los detalles del bordado de la porción superior de su vestido. En el se reconocen claramente dos símbolos propios de la dinastía Visconti-Sforza: entre ellos, los círculos entrelazados y la serpentina que representa al dragón serpentiforme devorando a un hombre, símbolo que fue adoptado más tarde por el constructor automovilístico lombardo Alfa-
Romeo. El matrimonio debió permanecer clandestino debido a la diferencia de estatuto, ya que Isabel de Aragón pertenecía a la alta nobleza mientras que Leonardo da Vinci no era más que un pintor y, aunque fuese el pintor oficial de la corte, no dejaba de ser un mero artesano para aquel entonces. Según la historiadora alemana, Leonardo e Isabel tuvieron cinco hijos en el siguiente orden: Francesco da Melzo, Giovanna, María, Antonio e Isabel. Aquí es necesario apuntar al tema de la heráldica de la familia Visconti y los Sforza que les sucedieron. En la iconografía de ambas familias se utilizaba el color rojo para simbolizar a las niñas y el azul para los niños. Ahora bien, en un fresco en el que Isabel de Aragón representa a la Virgen María, aparece con su hijo Francesco II en su regazo y está rodeada de siete ángeles que representan a sus otros hijos, esto es cinco más de los tres que la historia oficial le reconoce. Cinco ángeles tienen alas rojas, dos de los cuales representan a sus dos hijas Bona María e Ippolita María. Los otros dos tienen alas azules lo que indica que no tuvo un solo varón como se cree. En otro fresco que Rafael dedicó a Leonardo y en el cual Leonardo aparece dos veces representando a Juan el bautista y a Jesús, simultáneamente, se ve cerca de ambos a cinco ángeles rodeándolos, dos de ellos con alas azules y tres con alas rojas coincidiendo así con los “ángeles de más” del fresco anteriormente citado. La autora no se contentó con construir su versión de la historia en base a meros colores y símbolos si no que cita, además, diversos documentos en su favor. Entre ellos se conserva una carta de Francesco de Melzi a Leonardo, en la cual lo llama “mi muy querido padre”; asimismo, el 26 de septiembre de 1511, Leonardo anota que Antonio se quebró una pierna. Cabe señalar que Leonardo escribió páginas enteras sobre la vida conyugal, la sexualidad, el parto y la educación de los niños. Consciente de que su libro, por más documentado que esté no alcanzará para convencer a la comunidad científica, esta audaz historiadora inició en abril de 2010 una serie de trámites para obtener autorización para abrir el mausoleo de Isabel de Aragón en la iglesia Domenico Maggiore de Nápoles donde, según afirma, fue enterrada junto a los ocho hijos de sus dos matrimonios y realizar una serie de exámenes genéticos. Si el mausoleo contiene hasta nueve cuerpos en vez de cuatro y si los exámenes genéticos demuestran la filiación materna entre Isabel y las demás personas allí enterradas, habrá ganado la partida. Para ello cuenta ya con el apoyo de varios especialistas entre ellos Donatella Lippi (quien encabeza el proyecto de secuenciamiento genético de los Medicis), Darío Piombino-Mascali, Albert Zink y el periodista Marco Ferri. También atendió la sugerencia de su colega Alexander del Carril, un salteño radicado en París y estudioso de los temas vincianos, en el sentido de mantener en reserva la posibilidad de tramitar la apertura del mausoleo de los Da Vinci en Florencia y extraer el ADN patrilineal de los miembros masculinos de la familia con el fin de demostrar que hay parentesco paterno entre los Da Vinci y los hijos de Isabel de Aragón, que la historia aún no ha catalogado y que la apertura de su tumba pu diera revelar.