lunes, 9 de mayo de 2016

Rolando Poppi, el químico del litio

Ricardo N Alonso
Dr en Ciencias Geologicas
Unsa Conicet

Apenas graduado, recibió una oferta para trasladarse al Instituto Politécnico de Milán, donde le tocó en suerte trabajar junto al Premio Nobel de Química, Dr. Giulio Natta.
Hoy es un lugar común escuchar hablar del litio. Y también de que los Andes Centrales contienen el 80% de las reservas mundiales de litio en las salmueras de los salares, en el llamado triángulo ABC, por Argentina, Bolivia y Chile. Sin embargo algunas décadas atrás la situación era muy diferente. Si bien ya el químico y geólogo Luciano R. Catalano (1890-1970) había advertido en la década de 1960 sobre el litio como una nueva fuente de energía, los primeros trabajos específicos en orden a evaluar científicamente un salar y poner en marcha su producción de salmueras, fueron realizados por los geólogos chilenos en la década de 1970 en el salar de Atacama. Uno de aquellos estudiosos chilenos era el Dr. Guillermo Chong Díaz, quien brindó una conferencia en la UNSa sobre el tema de los salares con litio. Allí estaban presentes el geólogo Antonio Igarzábal (1925- 1997), y el Ing. Químico Rolando Federico Poppi (1935-1983). En una muy positiva sinergia académico científica, ambos investigadores decidieron encarar un estudio geológico y químico de los salares de la Puna argentina en orden a averiguar el contenido y la tipología de sus salmueras, así como también el origen y evolución de las cuencas. Este esfuerzo mancomunado daría sus frutos y hoy ambos científicos deben considerarse entre los pioneros en el estudio y descubrimiento de los salares con litio de la Puna. Junto a otros investigadores llevaron adelante estudios similares en la región. Entre ellos merece mencionarse a Hugo B. Nicolli, Alejo Brodtkorb, Jorge F. Kimsa, José M. Suriano, Miguel Ángel Gómez, Arturo J. Barros, Vicente Méndez, entre otros. Nos interesa rescatar aquí la figura del Ing. Rolando F. Poppi, santafesino, que había estudiado en la prestigiosa Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral donde egresó como ingeniero en 1960. La década de 1960 ha sido considerada como la de mayor crecimiento industrial de Argentina en el siglo XX. La siderurgia y la química se destacaban, no solo por las inversiones tanto de capital extranjero como nacional, sino también por la incorporación de tecnologías. Aquel proceso de desarrollo convirtió al país en la mayor potencia industrial de América Latina, superando claramente tanto a Brasil como a México. A fines de aquella década, Argentina poseía indicadores económicos que la colocaban en un lugar destacado internacionalmente y que permitían augurar un gran futuro para los argentinos en general y, en particular, para aquellos ligados a la tecnología. Téngase presente que en aquella época, la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral, era considerada de excelencia a nivel internacional y sus estudiantes y egresados eran requeridos por las empresas, con prioridad respecto a los de otras universidades. En este marco se había gestado la carrera de Poppi, al punto que apenas graduado recibió una oferta para trasladarse al Instituto Politécnico de Milán donde le tocó en suerte trabajar junto al Premio Nobel de Química, Dr. Giulio Natta (1903- 1979). Natta fue galardonado con el Nobel junto al alemán Karl Ziegler, por su trabajo en el estudio de catalizadores para la polimerización estereoselectiva de polialquenos terminales, los llamados Catalizadores Ziegler- Natta. En 1964 fue contratado por la Universidad Nacional de Tucumán para hacerse cargo de la cátedra de Procesos Unitarios. En el ínterin fue designado profesor visitante de la Universidad de Buenos Aires. Al crearse en 1973 la Universidad Nacional de Salta, por sus sólidos antecedentes académicos y de investigación Poppi fue nombrado profesor titular con dedicación exclusiva. Es importante destacar que le cupo un importante papel en la organización de la estructura de la carrera de ingeniería y la de la propia universidad al lado de otra figura que merece un sincero homenaje, el Ing. Roberto Germán Ovejero. También es importante señalar que desde Santa Fe había llegado a Salta un químico emérito, el Ing. Emilio Vergara. Luego se sumarían otros profesionales de aquella ciudad que enriquecieron a la naciente Universidad Nacional de Salta.
Poppi comenzó con sus estudios sobre catálisis, diseño de reactores y optimización de procesos. Se hizo cargo de cátedras sobre fundamentos de la ingeniería química. Fue dejado cesante por el gobierno militar y luego reincorporado. Una de sus mayores obras fue la creación el 27 de Noviembre de 1980, junto a un grupo de colaboradores, del Instituto de Beneficio de Minerales (Inbemi) a través de un convenio entre la Universidad Nacional de Salta y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Dicho instituto, hoy en plena actividad, se creó con la intención de desarrollar tecnología e interactuar con el sector productivo en el tratamiento de menas minerales, actuando en el ámbito académico, tecnológico, productivo y social de la provincia. Sus actividades se encuentran orientadas tanto en la faz pedagógica, de investigación, como de asesoramiento técnico en el campo del beneficio de minerales. Para ello cuenta con una planta piloto de tratamiento de minerales y laboratorios de análisis físicos y químicos.
Por otro lado, la Biblioteca Ing. Rolando Federico Poppi, de la Facultad de Ingeniería de la UNSa, lleva su nombre. Poppi era un hombre de contextura voluminosa, generoso en sus conocimientos, los que ofrecía sin retaceos. Trabajaba a conciencia y con gran dedicación. Apoyaba abiertamente la formación de sus discípulos en el marco de una férrea disciplina. Con el tiempo esos profesionales aprendieron a emularlo y admirarlo. Había formado escuela. Una escuela que perdura con decenas de profesionales que enseñan e investigan en el área de la ingeniería química y tratamiento de menas minerales, especialmente en el Inbemi. Además debe destacarse la dirección de tesistas y becarios, el dictado y dirección de cursos de postgrado, la participación en congresos nacionales e internacionales de la especialidad, el haber sido representante del Conicet en el Noroeste argentino, entre otros múltiples aspectos de la vida académica. Con respecto al litio, los primeros trabajos de Poppi se remontan a fines de la década de 1970. En la faz química trabajó junto a los ingenieros Ricardo Borla, F. Abán, A. Gadín, entre otros. Con el Ing. Horacio Flores estudiaron las menas de hierro hematítico de Zapla (Jujuy). Con el Dr. Igarzábal publicaron en 1980 un primer trabajo completo sobre el salar del Hombre Muerto y sus salmueras de litio en la revista Acta Geológica Lilloana de Tucumán (Tomo 15, Nro. 2). En 1994 se instalaría en aquel salar la empresa FMC-
Minera del Altiplano que explota litio hasta la actualidad y lo procesa en sus plantas de Hombre Muerto y en la ciudad de General Gemes (Salta). El Ing. Poppi estaba casado con la Prof. Gladys Salfity y era padre de un niño (Federico). Falleció en Salta el 15 de mayo de 1983, a los 48 años, demasiado joven y cuando aún era mucho lo que podía aportar a la ciencia en Salta.

lunes, 2 de mayo de 2016

Las cuestas, su origen y paisaje

Ricardo N. Alonso
Dr en Ciencias Geologicas
Unsa - Conicet


Entre las numerosas y amplias variedades de cuestas existentes en el norte argentino hay algunas que resultan emblemáticas. Una de ellas es la Cuesta del Acay, que roza los 5 km sobre el nivel del mar.
La sucesión de cadenas andinas, generalmente de rumbo norte sur, dejan entremedio valles, cañones, quebradas o depresiones.
Dichos elementos negativos del relieve, contenidos por elementos positivos, alcanzan grandes alturas, no solamente a nivel del mar, sino también con respecto al piso de sus valles respectivos. Se pueden sortear mediante sendas para animales, huellas precarias, caminos consolidados e incluso rutas asfaltadas de alto tránsito. Se trata de las cuestas o caminos en zigzag, los cuales son comunes y abundantes en toda la región de Los Andes.
Según Vuletín, una cuesta es la parte lateral del cerro y, sobre todo, la de difícil acceso, donde se encuentran los caminos conocidos como sendas o caminos de cornisa. Cuesta tiene el sentido de un plano inclinado y es un vocablo derivado del latín en el sentido de costa, costilla o costado.
Las cuestas que son importantes reciben nombres propios, de acuerdo al topónimo geográfico del lugar. Entre otras se mencionan las cuestas de Yaco Chiri y de Miranda en La Rioja; de Gonzalo y del Clavillo en Tucumán; de las Chilcas, Portezuelo, Zapata y Totoral en Catamarca; de Muñano y del Obispo en Salta; de Lipán y Azul Pampa en Jujuy, por citar sólo algunas.
En quechua la palabra ampa es cuesta como en Ampatapa o Ampascachi, al igual que vichay (cuesta arriba) y uray (cuesta abajo). Los caminos cruzan las montañas en ambas direcciones. Suben por una de las laderas y bajan por la otra en un intrincado serpenteo de curvas y contra curvas.
A veces una de las laderas es empinada y la otra baja suavemente a lo largo de kilómetros de recorrido. Esto es notorio a la hora de transitar especialmente con vehículos pesados ya que una ladera se puede volver muy difícil de subir y por el contrario la otra puede ser fácil de bajar o viceversa. A veces se asciende cientos de metros en la vertical en un corto recorrido horizontal y se baja de la misma manera al otro lado, o bien ambas son de recorridos suaves y tendidos; o una es suave y la otra empinada o viceversa, en un amplio abanico de combinaciones. Estas mixturas de suave/suave, suave/empinado, empinado/suave o empinado/empinado responden directamente a la tectónica y morfología de los bloques montañosos; o bien a otros rasgos mayores de la geología andina, tal como ocurre con los volcanes.
En el caso de las láminas tectónicas, como la mayoría de las que forman el interior de la Puna, o la Cordillera Oriental y hasta algunas de las Sierras Subandinas, todas ellas con una orientación preferente submeridiana, están elevadas y luego basculadas en una u otra dirección, sea a oriente o a occidente. Si una lámina tectónica, o sea un trozo roto de la corteza andina, se inclina de oeste a este, entonces va a tener una pendiente muy fuerte del lado oeste y una suave del lado oriental. Lo contrario sucedería si el bloque está basculado al revés. Esa lámina tectónica rota formará una sierra, un filo, un cordón, una serranía, un crestón o cualquiera de las unidades fisiográficas, típicas de una cadena orográfica. Los agentes meteóricos van a tratar de destruir esos relieves a través del avance de los ríos, la meteorización y la erosión en sus distintas modalidades. En este trabajo destructivo del relieve se forman las abras, que son el paso más bajo en una cadena montañosa. Las abras son aprovechadas para sortear las montañas desde tiempos inmemoriales. Antiguamente se cruzaban a pie o con animales, y los transeúntes dejaron como testimonio en el punto más alto a las apachetas, símbolo andino de recuerdo, oración y agradecimiento a la Madre Tierra: Pachamama. Los indígenas cruzaron a pie o acompañando a sus llamas y más tarde los españoles con sus caballos o mulares. Luego vinieron los carros, los automóviles y finalmente los camiones de gran porte. También algunas de ellas sirvieron para el paso y trazado de los ferrocarriles, tal el caso de ramal C-14 (Huaytiquina) y el de Humahuaca.
Entre las numerosas y amplias variedades de cuestas existentes en el norte argentino se tiene algunas que resultan emblemáticas. Una de ellas es la Cuesta del Acay, que roza los 5 km sobre el nivel del mar, y está considerada como uno de los pasos carreteros más altos del mundo. Une la Puna con el Valle Calchaquí. Se ubica geológicamente entre el granito del Cerro Acay y las rocas lajosas del Precámbrico donde nace el cordón de Palermo. Las cuestas de Alto Chorrillos (4.560 m) y del Gallo (4.630 m), cruzan mayormente sobre rocas volcánicas miocenas del gran complejo volcánico Cerro Verde, Aguas Calientes, El Quevar, y unen San Antonio de los Cobres con Olacapato en el primer caso, y con Santa Rosa de los Pastos Grandes en el segundo. Se puede ir por una y volver por la otra en un mismo día y es uno de los viajes más espectaculares desde el punto de vista geográfico y paisajístico. Para alcanzar la Puna vía la Quebrada del Toro, y a lo largo de la ruta nacional 51, se sortea primero la cuesta de Alfarcito hasta Tastil que va casi exclusivamente sobre rocas graníticas y que actualmente está asfaltada. Luego se tiene una vieja huella escabrosa, hoy abandonada, que es el Abra de Muñano (4.180 m), y la nueva versión caminera, asfaltada, que es Abra Blanca (4.080 m). Ambas trepan una abrupta cara montañosa oriental, conformada por rocas viejas y lajosas grises, pertenecientes al Precámbrico y bajan suavemente hacia la Puna.
Allá por las décadas de 1970 y 1980 el tránsito era por la vieja Abra de Muñano y más allá de los atajos o cortadas que inventaban los choferes de las empresas mineras para acortar el viaje, la bajada igual era larga, tediosa y peligrosa. Vialidad con justa razón se negaba a reparar y habilitar esas cortadas que al final se imponían por el uso y la costumbre. El actual paso por Abra Blanca es cómodo y holgado, aunque como todo camino de montaña, con sus cerradas curvas y contra curvas, debe realizarse con precaución, especialmente para turistas que vienen del sur del país y no están acostumbrados a esta particular fisiografía. Otra cuesta con enorme atractivo paisajístico es la Cuesta del Obispo, por donde corre la ruta 33 que se dirige a Cachi. Ella asciende por una ladera abrupta desde San Fernando del Valle de Escoipe hasta la Piedra del Molino (3.348 m) y luego baja suavemente hacia los Valles Calchaquíes. En casi todo su tramo atraviesa rocas pertenecientes al Mesozoico (Grupo Salta). En Jujuy se tiene la cuesta de Azul Pampa, hoy renovada con una moderna ruta asfaltada y que atraviesa mayormente rocas ordovícicas; la cuesta de Lipán (4.170 m), que sube abruptamente desde Purmamarca (2.192 m) hacia la Puna cortando rocas precámbricas, cámbricas y ordovícicas y luego desciende hacia Salinas Grandes; y la cuesta de Jama (4.320 m), que baja desde la Puna hacia San Pedro de Atacama (Chile) en forma muy abrupta, todas en terrenos volcánicos, y que ha dado lugar a numerosos accidentes. El paisaje andino, visto desde las cuestas, es una de las maravillas turísticas de nuestra espectacular fisiografía.