Ricardo N. Alonso
Dr en Ciencias Geologicas
Unsa Conicet
Estos diez mil años de prehistoria han dejado un sinnúmero de registros arqueológicos valiosos en la humanidad.
El elemento más antiguo, por ahora, es una punta de proyectil tipo “cola de pescado”, hallada en Cobres.
La prehistoria de Salta abarca desde la llegada de los primeros cazadores recolectores que cruzaron el estrecho de Bering en América del Norte y aparecieron por América del Sur hacia finales del Pleistoceno, unos 15 mil años atrás, hasta la invasión del imperio inca. Los registros humanos más antiguos provienen de Argentina, Chile y Brasil.
En nuestro país, se encontraron restos fósiles de grandes mamíferos de la megafauna pleistocena con claros indicios de haber sido víctimas del hombre primitivo (ej., toxodontes, gliptodontes, megaterios).
Lejos estamos de aquellas discusiones que se planteaban a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando nuestros grandes naturalistas, entre ellos el sabio Florentino Ameghino, sostenían la presencia del “Hombre Terciario” y a la República Argentina como la cuna de la humanidad.
Debates acalorados, denuncias de fraude, virulentos ataques académicos fueron el saldo de aquellas discusiones. Sabemos que el hombre entró en América por el estrecho de Bering (sin descartar otras vías) y en pocos miles de años cruzó el continente desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
La llegada a Salta de esos viejos cazadores recolectores no se conoce con certeza. Herramientas líticas de ese periodo se han encontrado en diversos lugares de nuestra geografía, especialmente en la Puna y los valles de la Cordillera Oriental. Tal vez el elemento más antiguo sea por ahora una punta de proyectil tipo “cola de pescado”, hallada en Cobres, al occidente de Salinas Grandes, la cual fue estudiada por el arqueólogo Javier Patané Aráoz.
Los hallazgos de Barro Negro y Cueva de Huachichocana, en Jujuy, y los de Santa Rosa de los Pastos Grandes en Salta se refieren al hombre del Holoceno temprano. Los restos óseos descubiertos en las viejas terrazas fluviales del río Arenales en la zona de Floresta, que fueran designados como “Paleoanthropus saltensis” por el profesor Amadeo R. Sirolli y “Saltanthropus”, por Dick Ibarra Grasso, también pertenecen a esa época.
Dataciones por luminiscencia realizadas por colegas de Escocia (Dra. Ruth Robinson) y el suscripto indican una antigedad de 8.000 años para esas terrazas. Los arqueólogos han elaborado una periodización cronológica del origen y ocupación del espacio por el hombre en el noroeste argentino. En este sentido, debe destacarse el notable esfuerzo realizado por el Dr. Alberto Rex González como estudioso y sistematizador de todo el periodo prehistórico de la región NOA, así como también formador de numerosos investigadores. Salta está en deuda con este ilustre sabio contemporáneo.
Un interesante trabajo de síntesis corresponde al “Mapa arqueológico de la provincia de Salta” (2000), de la Lic. Mirta Santoni y colaboradores, que muestra las localidades arqueológicas de las distintas unidades geográficas de la provincia y su ubicación en el tiempo.
El periodo más antiguo es conocido como “Arcaico” y cubre un lapso aproximado de 8.000 años desde el Pleistoceno tardío al Holoceno tardío, entre 11 y 3 mil años atrás (9000 a.C al 1000 a.C). Téngase presente que el nuevo límite aceptado Pleistoceno/Holoceno se ubica 11.700 años antes del presente.
El periodo Arcaico corresponde a la ocupación más antigua caracterizada por cazadores recolectores nómades que se mueven en bandas o familias extensas. Habitan aleros, grutas o abrigos naturales y se ubican en lugares cercanos a las aguadas. Entre los sitios con evidencias de este periodo se encontraron Ampajango, Ayampitín, Puente del Diablo (La Poma), Salinas Grandes, entre otros. Es durante los últimos 2.000 años de este momento en que se produce la domesticación de todos los vegetales que van a constituir la base alimentaria de las sociedades que se desarrollan a posteriori y que definen su carácter.
Producción de alimentos
Le sigue el periodo denominado “Agro Alfarero Temprano” o “Formativo Inferior”, que cubre un lapso de entre 3.000 y 1.500 años atrás, esto es entre 1000 a.C y 500 d.C. Este periodo está relacionado con los productores de alimentos, en aldeas incipientes, con el cambio desde el nomadismo al sedentarismo.
Esto trae aparejado además de un aumento demográfico la fabricación de alfarería y el pastoralismo. La época está representada por los sitios de La Candelaria, San Francisco, Tafí, Alamito, Condorhuasi y Ciénaga. Al anterior le continúa el periodo denominado “Agro Alfarero Medio” o “Formativo Superior”, que duró aproximadamente 400 años, entre 1100 y 1500 (esto es entre 500 d.C al 900 d.C). Este periodo viene acompañado de cambios en el orden social y religioso, así como de lugares ceremoniales y de culto conocidos con el nombre de allpataucas. Ello está representando por la Cultura La Aguada. Sitios donde se han encontrado claras evidencias de este periodo son los valles de Lerma y Calchaquí, así como Banda de Arriba en Cafayate y Molinos. Luego se tiene lo que se ha dado en llamar “Agroalfarero Tardío” o de “Desarrollos Regionales”, el cual duró aproximadamente 500 años entre el 950 d.C al 1450 d.C.
En esta etapa ya se cuenta con productores especializados con un importante crecimiento poblacional. Los entierros se realizaban en urnas, especialmente de niños, y en lugares específicos o sea en cementerios. Hay en casi todo el noroeste argentino una clara influencia de la Cultura Santamariana. Los sitios con presencia de este periodo son Santa Rosa de Tastil, Tolombón, Las Pailas, El Churcal, Pampa Grande, Colomé y Seclantás, entre otros. El penúltimo periodo corresponde al “Incaico” o Inka entre el 1300 d.C al 1536 d.C, que dura unos 250 años superponiéndose al Tardío o siendo contemporáneo de éste, ha dejado abundantes registros en el noroeste argentino, desde los famosos “Caminos del Inca” o kapacñan, andenería con complejos sistemas de riego, kallancas, pucarás o fortalezas defensivas, santuarios ceremoniales de altura como los del Llullaillaco, acompañados de ofrendas de cerámicas y una orfebrería de metales exclusiva. A este periodo pertenecen Potrero de Payogasta, Cortaderas, Chivilme, los graneros o silos de La Poma, Puerta La Paya, las ruinas de Incahuasi, Pacuy y muchos otros.
Finalmente, en el siglo XVI se produce la llegada de los primeros españoles que van tomando contacto con los distintos pueblos indígenas, dominando las sociedades e introduciendo profundos cambios culturales y tecnológicos. Se conoce este momento como el “Período Hispano Indígena”, el que se cuenta a partir de 1536, siendo esta fecha la llegada de las primeras expediciones al noroeste argentino. Se encuentran evidencias de este contacto en Cobres, Incahuasi (Catamarca), Agua de los Loros, Molinos, Caspichango, Cachi Adentro, entre otros, principalmente en la región de los Valles Calchaquíes.
Estos diez mil años de prehistoria han dejado un sinnúmero de registros arqueológicos valiosos que van desde simples herramientas líticas, hasta todo tipo de cerámicas, arquitectura, herramientas, armas, morteros, arte rupestre, pinturas, petroglifos, metales (cobre, plata, oro, bronce), restos óseos, textiles, etcétera, que se atesoran en los distintos museos regionales de la provincia. Gracias a las técnicas de datación se ha ido identificando con mayor precisión la antigedad de los diversos sitios arqueológicos y hoy se cuenta con un importante registro de toda esa actividad en la abundante literatura especializada sobre el tema.