lunes, 27 de agosto de 2012

Opiniones La Cordillera Real de Salta y Jujuy


Ricardo Alonso

Hoy la línea de nieves permanentes en la Puna es la que se encuentra a mayor altura en el mundo.

La parte más importante de la Cordillera Real es la Cordillera de la Paz, frente al Titicaca, el lago más alto del mundo.

Por alguna razón el nombre se ha perdido. Franz Khun, el padre de la geografía física argentina, lo dejó asentado en algunas de sus clásicas obras a principios del siglo XX. En Bolivia tiene una enorme entidad y responde a la cadena montañosa nevada que separa el Altiplano de los profundos valles de los Yungas. En un perfil de los Andes del Norte Argentino se distinguen actualmente cinco provincias geológicas y morfoestructurales, desde occidente a oriente, a saber: 1) Cordillera Volcánica Occidental (“Western Volcanic Cordillera”), 2) Puna Argentina (“Argentine Puna”), 3) Cordillera Oriental (“Eastern Cordillera”), 4) Sierras Subandinas (“Subandean belts”), y 5) Llanura Chaqueña (“Chaco Plain”).

La Puna es una depresión o fosa en altura a unos 3700 m promedio sobre el nivel del mar, que está flanqueada a occidente por los Altos Andes Volcánicos o Cordillera Volcánica Occidental (o bien Cordillera Volcánica Central (CVZ) si consideramos su ubicación en los Andes desde la costa del Océano Pacífico hasta la Llanura Chaco-Paranense) y por el oriente con las altas montañas tectónicas que conforman la Cordillera Oriental. A escala de los Andes Centrales, esto es la unidad orográfica entre Perú y el Noroeste Argentino, aproximadamente entre los 15§ y los 27§ de latitud sur, la Cordillera Principal que viene desde el norte o desde el sur se abre en dos ramales bien definidos que son precisamente la rama volcánica occidental y la rama tectónica oriental, dejando encerrado en el medio a esa vasta planicie conocida como el Altiplano-Puna (Altiplano-Puna High Plateau). A dichos cordones tectónicos orientales se los ha integrado, junto a los valles que delimitan entre ellos, como Cordillera Oriental. Pero hete aquí que en su contacto con la Puna ésta alcanza sus mayores alturas mostrando sierras con picos nevados o que estuvieron fuertemente glaciados en el Pleistoceno. Esto es más notable en Bolivia, en el contacto entre el Altiplano y las sierras que lo limitan al Este, que en algunos sectores alcanzan gran altura y se encuentran fuertemente glaciados hasta los 5300 metros. Es esta imponente y majestuosa cadena montañosa a la que se le dio el nombre de Cordillera Real. La toponimia no está del todo clara ya que no se sabe si responde a real en el sentido de verdadera o bien hace referencia a lo dinástico.

La Cordillera Real, en Bolivia, ingresa desde Perú y comienza con la Cordillera de Apolobamba, la que se continúa en la Cordillera de Muñecas, luego Cordillera de la Paz, para seguir posteriormente como Cordillera de Tres Cruces hasta la Cordillera de Cochabamba. Todo este tramo se desarrolla en sentido noroeste a sureste, pero al llegar a los 18§ de latitud se produce un quiebre y la cordillera tuerce con rumbo norte-sur. La Cordillera de Cochabamba se continúa entonces como Cordillera de Azanaques, que sigue al sur como Cordillera de los Frailes, y luego Cordillera de Chichas y de Lípez hasta alcanzar la frontera de Argentina.

Cada una de estas cordilleras tiene sus particularidades aunque en líneas generales están formadas por viejas rocas paleozoicas marinas, especialmente de los períodos Ordovícico, Silúrico y Devónico, en general de aspecto lajoso a pizarroso, y conteniendo abundantes intrusivos magmáticos del tipo granitoides y pórfidos de distintas edades, aunque la mayoría del Terciario y algunos otros del Mesozoico. El segmento más importante de la Cordillera Real es la Cordillera de la Paz, frente al lago Titicaca, el lago de agua dulce navegable más alto del mundo. Ese tramo se extiende por 180 km entre el río Consata al norte y el río de La Paz al sur. Las altas cumbres que la forman comprenden unos 25 picos principales entre el Illampu o Sorata (6421 m) al norte y el Illimani (6402 m) al sur. De estos picos nevados, con glaciares activos, seis tienen más de seis mil metros de altura sobre el nivel del mar (Illampu, Huayna Potosi, Chachacomani, Hanko Uma, Chiaraco e Illimani), otros 16 tienen más de cinco mil metros y el resto de los picos menores superan los 4700 metros. En ese sector, la Cordillera Real es una pared orográfica a los vientos húmedos amazónicos y parte de esa humedad se convierte en precipitaciones pluviales que alimentan los ríos de los valles de los Yungas y parte en precipitaciones nivales que alimentan los glaciares de las altas montañas. La pregunta entonces es ¿Cómo sigue la Cordillera Real de Bolivia en territorio argentino? En nuestro caso no se hizo ninguna distinción interna en lo que llamamos la Cordillera Oriental. Entre la Puna y las Sierras Subandinas se extienden numerosos cordones montañosos con un rumbo generalizado norte-

sur que dejan entre ellos valles longitudinales como el de Calchaquí, el de Lerma y el de Siancas tomados en un perfil a través de la provincia de Salta. Estos valles son escalones tectónicos que caen en altura hacia el Este. Si se toma una misma latitud, esos valles están a 3000 m (La Poma), 1200 m (ciudad de Salta) y 700 m (ciudad de General Gemes). Los cordones más elevados como antesala de la Puna serían los que corresponderían en sentido lato a la Cordillera Real en territorio argentino. En este sentido entrando desde Bolivia en primer lugar se encontraría la Sierra de Aguilar, un bloque de rocas paleozoicas con intrusivos cretácicos, que alcanza los 5127 m de altura y que separa la Laguna de Guayatayoc en la Puna de la Quebrada de Humahuaca. Más al sur el referente sería el Nevado de Chañi (5896 m), una montaña formada por granitos paleozoicos y rocas sedimentarias precámbricas; luego el Nevado de Acay (5716 m), un intrusivo granítico Mioceno en caja de rocas precámbricas; se continuaría en los Nevados de Cachi y Palermo un bloque tectónico de rocas metamórficas precámbricas que alcanzan su altura máxima en el granito de la cumbre Libertador General San Martín (6380 m); y luego seguiría por el límite Salta-Catamarca, doblando al sur y bordeando la Puna por la sierra de San Buenaventura. Aunque los Nevados de Aconquija se encuentran en un escalón diferente también se los podría considerar como formando parte de la “Cordillera Real” de Bolivia en Argentina. O sea que en forma generalizada se trataría de un conjunto de sierras entre 5000 y 6000 m, que corren adosadas a la Puna en su frente oriental, y que están compuestas esencialmente por rocas precámbricas de la Formación Puncoviscana o bien rocas ordovícicas, con intrusivos precámbricos, paleozoicos, cretácicos y terciarios. Hoy quedan escasos vestigios de hielo, pero a fines del Pleistoceno la línea de nieves eternas llegaba hasta los 4500 m de altura y todas esas montañas estaban cubiertas por glaciares. Hoy la línea de nieves permanentes en la Puna es la que se encuentra a mayor altura en el mundo.

Los Nevados de Aconquija son un ejemplo único a escala global de un cordón montañoso nevado con alturas que alcanzan los 5550 m sobre el nivel del mar y que tiene una ladera oriental con vegetación selvática y precipitaciones de hasta 3100 mm anuales y una ladera occidental de valles áridos con baja precipitación y vegetación de ambiente desértico. Rescatamos entonces el nombre de Cordillera Real para las altas montañas nevadas que lindan con la Puna siguiendo el concepto perdido de los viejos geógrafos.

viernes, 24 de agosto de 2012

Hallazgo paleontológico en Salta: El ave fósil Intiornis


Dr Ricardo Alonso

El hallazgo casual de las ranas fósiles se dio en 1959 cuando geólogos de la CoNEA prospectaban uranio en la región.

Las ranitas fósiles salteñas se están entre las más antiguas del mundo, superadas por hallazgos en Israel en los '70.

El cañón rojo de la Quebrada de las Conchas, en el camino a Cafayate, muestra uno de los escenarios geológicos más impactantes del norte argentino. Se trata de un corte angosto y profundo, encajonado entre altas sierras, que sirve de unión a los Valles Calchaquíes al oeste con el Valle de Lerma al este. El río ha labrado su cauce en rocas de color rojo ladrillo a rojo sangre que pertenecen al periodo Cretácico superior (Campaniano) de la era mesozoica, cuando el mundo estaba habitado por dinosaurios que eran los reyes de todos los ecosistemas terrestres. Esas rocas rojas pertenecen al subgrupo Pirgua del Grupo Salta en la terminología estratigráfica del noroeste argentino. Entrando en la quebrada a la altura de Alemanía y luego de recorrer unos 20 km se alcanza el lugar conocido como “Puente Morales”. Allí, a orillas de la ruta nacional N§ 68, en medio de las clásicas rocas rojas con coladas basálticas de la Formación Las Curtiembres, aparecen unas capas de color amarillento y de aspecto hojaldrado que están dobladas en forma de una gran “U”. Dicha dobladura tectónica se conoce como sinclinal y por haberse encontrado allí esqueletos fosilizados de ranas, recibió el nombre del “Sinclinal de las Ranas”. El hallazgo casual de las ranas fósiles se dio en 1959 cuando geólogos de la Comisión Nacional de Energía Atómica prospectaban uranio en la región. Al romper las lajas radiactivas encontraron esqueletos carbonizados completos de anuros que fueron estudiados por distintos científicos y recibieron diferentes nombres habiendo primado el de Saltenia ibañezi (por la provincia de Salta y por uno de sus descubridores el geólogo Miguel A. Ibáñez). La Dra. Ana María Baez de la Universidad de Buenos Aires realizó un estudio moderno sobre la base de 300 ejemplares colectados en distintos estadios de crecimiento y concluyó que se trataba de anuros pípidos, los cuales todavía tienen representantes en las regiones tropicales. Las ranitas fósiles salteñas se encuentran entre las más antiguas del mundo, superadas únicamente por hallazgos en Israel en la década de 1970. Las ranas fueron acuáticas y carnívoras, alimentándose de pequeños insectos cuyos restos también se han encontrado en los mismos estratos. Al igual que abundantes restos de plantas fósiles de ambiente lacustre y palustre. Lo que hoy se sabe, es que hace unos 78 millones de años atrás, esa región del camino a Cafayate tenía un paisaje de volcanes, ríos y lagos semejante al que se ve hoy en el rift del este de África. Al parecer, en repetidas oportunidades los volcanes calentaron o bien envenenaron las aguas de los lagos en que vivían las ranas, produciendo una mortandad masiva. Las ranas muertas cayeron al fondo, donde fueron tapadas por limos y arcillas, y luego sus esqueletos se mantuvieron completos por la ausencia de carroñeros, se fosilizaron y fueron reemplazados por el fosfato colofana. Las fuerzas tectónicas que levantaron los Andes y la acción erosiva de los ríos modernos dejaron a la vista las capas del antiguo lago de agua dulce que hoy pueden prospectarse en busca de restos fósiles con fines científicos. Es lo que hizo una misión del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” que visitó la comarca en el 2007 al mando del famoso paleontólogo argentino de dinosaurios Dr. Fernando Novas y recolectó abundante material fósil. Los estudios realizados le permitieron ampliar sustancialmente la lista de fauna presente en esas capas. Además de las clásicas ranitas e inclusive renacuajos, descubrieron restos de peces, cocodrilos, tortugas, dinosaurios y lo más sorprendente la pata de una rara ave que vivió y se extinguió junto con los dinosaurios. El equipo de paleontólogos publicó dos trabajos dando a conocer esta información. Uno de los artículos, firmado por Fernando Novas, Federico Agnolín y Carlos Scanferlaa, fue publicado en 2010 en la revista Comptes Rendus Palevol de la Academia de Ciencias de Francia bajo el título “Una nueva ave enantiornithina del Cretácico tardío del Noroeste de Argentina” (en inglés). El otro trabajo fue publicado en 2011 por Fernando Novas y numerosos coautores en la revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales. La descripción detallada del material indica que los peces corresponden a teleósteos pequeños del tamaño de mojarritas. Las tortugas también son de pequeño tamaño y pertenecen al grupo de las pleurodiras de las cuales se encontraron los caparazones y algunos huesos craneanos. Los restos de cocodrilos fueron identificados como pertenecientes a mesoeucrocodrílidos. También se encontró una vértebra de la cola de un dinosaurio terópodo que probablemente pertenezca al grupo de los coelurosaurios. Pero lo que realmente sorprendió por lo imprevisto del hallazgo fue una pata completa de un ave del grupo de los saurios-aves o Avisauridae, más precisamente un representante de los exóticos enantiornites. Téngase presente que estas aves, que ya cuentan con registros en muchas partes del planeta, fueron descubiertas para la ciencia mundial en Salta, más precisamente en El Brete, departamento de la Candelaria, y descriptas en 1985 por el científico inglés C. Walker. Por el tamaño de la pata se deduce que el ave debió tener el tamaño de un loro con lo cual es por ahora el ave enantiornite más pequeña de América del Sur. Por la forma de los dedos se estima que podía agarrarse de ramas de árboles cercanos al lago. Los paleontólogos mencionados dieron el nombre de Intiornis inexpectatus al ave fósil lo que hace referencia a “Ave del sol” en quechua y al hallazgo casual e inesperado de esa pata suelta. Las capas del lago fósil pueden deparar aún otras sorpresas dentro de la cadena trófica o de alimentación en que se encuentran las ranas, donde estas comían y a su vez eran comidas por reptiles y aves cuyos restos pueden estar aún escondidos esperando ser descubiertos por los paleontólogos. Las ranas de Puente Morales y los demás materiales fósiles de peces, plantas, insectos, dinosaurios, tortugas, cocodrilos y aves que se encontraron asociados, son un tesoro de la naturaleza y uno de los atractivos científicos valiosos de Salta. El “Sinclinal de las Ranas” forma parte de la reserva de la Quebrada de Cafayate, con valor de patrimonio natural.



 

martes, 14 de agosto de 2012

El oro matemático del Perú

Con la revolución cubana, Baldor partió al exilio y se perdió todo lo que había desarrollado en la Isla.
Cuando nos centramos solamente en las competencias deportivas estamos creando solo una clase de héroes.
Yo no me separo de mi Baldor, me dijo un día en Perú mi colega el Ing. Juan José González Cárdenas. Para él ese libro fungía como una biblia. Tratábamos entonces de resolver unos problemas algebraicos en el marco de un estudio que estábamos realizando en la geología de los Andes peruanos.
Allí conocí a su famoso Baldor, uno de los tratados de álgebra más famosos del continente, que en nuestro país es sin embargo poco conocido. Solo alguna vez me crucé con un ejemplar en los puestos de libros viejos del Parque San Martín.
Este manual es célebre por su colorida tapa que muestra a un riguroso árabe de turbante rodeado de textos antiguos y con un fondo de ciudad oriental de las mil y una noches. El autor del libro es A. Baldor a quién se lo relaciona con el árabe de la tapa que figura bajo su nombre pero que en realidad se refiere al matemático persa del siglo IX, Al Juarismi.
Es que Baldor parece un nombre árabe pero no lo es. Supe luego que se trataba del matemático y abogado cubano Aurelio Ángel Baldor (1906-1978) quién publicó su libro en México en 1941.
Con la revolución cubana, Baldor partió al exilio y se perdió todo lo que había desarrollado en la Isla para los estudios de la matemática. El libro tuvo luego decenas de ediciones, cientos de miles de ejemplares vendidos y es el texto más popular en la mayoría de los colegios y escuelas de América Latina.
Mi colega peruano lo tenía como libro de cabecera y lo atesoraba desde sus años preuniversitarios porque había sido y le era una herramienta fundamental para sus consultas. Y me comentó que ese era un sentimiento extendido de generaciones de estudiantes peruanos que habían tenido siempre al Baldor como libro de texto.
Pero ¿A qué viene todo este comentario? Recordé la anécdota a raíz de un artículo que escribió el periodista Andrés Oppenheimer titulado “Las olimpiadas de las que nadie habla” y que ha tenido bastante repercusión en internet.
Allí Oppenheimer comenta que pasó casi desapercibida la Olimpíada Internacional de Matemáticas (OIM) que se llevó a cabo entre el 4 y el 16 de julio en Mar del Plata. Muy al contrario de lo que está pasando con los juegos olímpicos de Londres. A Mar de Plata, cuna del trascendente evento internacional, no asistió ni el propio ministro de educación, mientras que estaban presentes numerosos medios de los países asiáticos para ver el desempeño de sus estudiantes.
Finalmente el oro se lo llevaron los equipos coreanos y chinos, seguidos de americanos, rusos, canadienses, tailandeses y singapurenses. Muy parecido a lo que está pasando también en los juegos olímpicos de Londres con una distribución similar del medallero.
Un joven de Singapur, Lim Jeck, de 17 años, fue el ganador de la medalla de oro individual con puntaje perfecto. Entre los países de América Latina, el mejor equipo fue el de Perú, que ocupó el puesto número 16, seguido por Brasil (19), México (31), Colombia (46), Costa Rica (46), Argentina (54), Chile (59), Venezuela (91) y Cuba (95).
Una gran diferencia
Mirando este ranking me vino a la memoria la historia de Baldor al ver como Cuba, la que expulsó a su eximio matemático de la Isla, ocupa un lejano puesto 95, mientras que Perú que lo adoptó como texto universal lo hace en el puesto 16, habiéndose consagrado el equipo peruano como el mejor de Latinoamérica.
Vistos esos guarismos parece que el fantasma de Baldor se pasea buscando su desquite. Para algunos esto no pasa de una competencia cuasi lúdica. Sin embargo ella está demostrando el nivel y los estándares generales de la educación en los distintos países del globo.
Y tal como reflexiona Oppenheimer existe una relación directa entre la enseñanza de las matemáticas y las ciencias y el progreso de los países. En este sentido el país ganador de la olimpíada matemática de este año, Corea del Sur, que tenía hace cincuenta años un ingreso per cápita mucho menor que casi todos los países latinoamericanos, registró 13.500 patentes internacionales en el Registro de Patentes y Marcas de Estados Unidos en 2011, contra apenas 500 patentes de todos los países latinoamericanos juntos.
Y estos sí que son fríos números. Detrás de esas cifras están todas las innovaciones tecnológicas e informáticas, las nuevas medicinas, más y mejores alimentos,
transportes seguros, modernos, ecológicos y eficientes, en fin un sinnúmero de adelantos para lograr una mejor calidad de vida. Hace poco los diarios comentaban de una batalla legal entre los gigantes Apple y Samsung por un negocio de 350 mil millones de dólares en torno a la tecnología de celulares.
Precisamente una de estas empresas es de Corea del Sur, la ganadora de la mayor cantidad de medallas de oro en Mar del Plata, y también con una muy buena performance olímpica en Londres 2012. Lo cierto es que hay una batalla educativa y por el conocimiento entre oriente y occidente, donde los ganadores serán los futuros jefes y los perdedores los futuros empleados.
Y eso sí que resulta grave. Nuestro país que solía figurar entre los países con mejor educación de América Latina gracias a sus raíces sarmientinas está situado hoy cerca de los últimos puestos en las pruebas estandarizadas internacionales PISA de matemáticas y ciencias para estudiantes de 15 años, muy por detrás de Chile, Uruguay, México, y Colombia.
Una sola clase de héroes
No hay nada de malo en la masiva cobertura de las Olimpíadas de Londres. Pero cuando centramos toda nuestra atención en las competencias deportivas, e ignoramos casi por completo los torneos de matemáticas y ciencias, estamos creando solo una clase de héroes, los deportivos, y estamos dejando de glorificar a quienes probablemente harán los descubrimientos científicos que permitirán mejorar nuestra calidad de vida, o encontrar una cura para el cáncer.
En caso contrario se habrá cumplido la temida profecía de Dante Panzeri quién sostenía que “cuando el héroe del estadio pasa a ser el héroe de la nación es porque la nación se ha quedado sin hombres”. O la sentencia maldita de Borges sobre aquello de que “el fútbol es popular, porque la estupidez es popular”.
Tal vez sea hora de que glorifiquemos a los campeones olímpicos de matemáticas y ciencias de la misma manera en que glorificamos a los campeones olímpicos de lanzamiento de jabalina o natación.


lunes, 6 de agosto de 2012

El Nevado de Acay






                                                               Ricardo Alonso
                                                         Dr en ciencias geológicas
                                                                Unas Conicet

El Acay forma parte de las cadenas montañosas altas que flanquean la Puna en su borde oriental.

Su presencia, sus hielos y su ubicación geográfica llevaron a que los incas la consideraran una montaña sagrada.

Si hay un cerro con una rica historia y geografía en Salta, ese cerro es el Acay. El Nevado de Acay (5.716 m) es una montaña joven con rocas jóvenes, al revés de otros cerros de la región como el Cachi y el Chañi que son recientes, ya que se formaron con los últimos levantamientos andinos, pero que están compuestos de rocas muy viejas. Todos están formados por rocas ígneas plutónicas, a las cuales se las designa generalizadamente como granitos o granitoides. La roca que conforma el núcleo principal del Acay ha sido definida como una monzodiorita y el cuerpo plutónico que le da origen como un “stock”. Quiere decir entonces que el Acay es un stock de monzodiorita o, lo que es lo mismo, un viejo cuerpo de magma cristalizado pero de tamaño reducido cuando se lo compara con los enormes batolitos, masas ígneas plutónicas que superan los 100 km cuadrados tal el caso del granito de Tastil, más conocido por albergar la vieja ciudad preincaica salteña. El Acay forma parte de las cadenas montañosas altas que flanquean la Puna en su borde oriental. Integra la línea divisoria entre el territorio de la Puna al oeste y los valles profundos de la Cordillera Oriental al este. Es a su vez una especie de “gran nudo tectónico” donde se cruza la fosa del Valle Calchaquí, de orientación norte-sur, con el lineamiento transversal Calama-

Olacapato-Toro de rumbo ONO-ESE. Y es a la vez un tronco serrano, donde confluyen y derivan distintos cordones montañosos, entre ellos la sierra de Cachi-Palermo, el cordón de San Miguel y la sierra del Chorro. Estas sierras, filos o cordones derivan hacia el sur a partir del Acay a la manera de un gigantesco tridente y en los cajones que conforman entre ellos se encuentra el Valle Calchaquí con su río homónimo (entre las sierras de Cachi y San Miguel) y la quebrada del río de Capillas (entre las sierras de San Miguel y El Chorro). Hacia el norte la sierra continúa como el bloque montañoso de Altos de la Aguada que va a rematar en el cerro Rosado (5.043 m) cerca de las Salinas Grandes. Es importante señalar que hay un Acay grande o Nevado de Acay (5.716 m) y un Acay Chico, al sureste, de 5.020 metros. Importantes ríos se derivan del Acay como divorcio de las aguas (Divortium Aquarum). Entre ellos ya mencionamos al río Calchaquí que corre hacia el sur hasta confluir con el río Santa María formando ambos el río de las Conchas, que pasará a llamarse río Guachipas en su ingreso al Valle de Lerma para entrar al embalse de Cabra Corral y seguir luego como río Juramento, río Pasaje y río Salado hasta alcanzar finalmente el Paraná a la altura de Santa Fe. Es importante destacar esto porque desde el Acay hasta la desembocadura en el Paraná es el río más largo que corre íntegramente en el territorio argentino a lo largo de 2.355 kilómetros. Otro río que nace en el Acay y drena hacia el sureste es el río de Las Capillas, afluente del río Toro con el que confluye algunos kilómetros al norte de El Alisal. El río Incahuasi drena sus aguas hacia el noreste desde el Acay y se une al río Toro en proximidades de Las Cuevas. Finalmente, otros dos ríos que drenan la ladera occidental del Acay, el Saladillo y Los Patos, se dirigen al interior de la Puna, donde se unen al río San Antonio de los Cobres que dirige sus aguas hacia las Salinas Grandes. Por su altura y por la llegada de los vientos húmedos orientales, el cerro mantuvo una importante cobertura glaciaria que le permitieron su reconocimiento como Nevados del Acay. Hoy esos hielos prácticamente han desparecido y sólo se mantienen glaciares de rocas o suelos congelados periglaciáricos cerca de su cumbre. Sin embargo, en el último máximo glacial del Pleistoceno, la línea de nieves permanentes estuvo a 4.500 m o menos aún y esa es la razón de que se conservan todavía vestigios de circos glaciarios, valles en “U” y depósitos de morrenas en sus principales laderas. Su admirable presencia, sus hielos y su especial ubicación geográfica llevaron a que los incas lo consideraran como una de sus montañas sagradas. Precisamente, los caminos del inca cruzan la región en varias direcciones. Para los conquistadores españoles fue un punto de referencia, ya que permitía unir las tierras del Alto Perú y la Puna con el río y el Valle Calchaquí, donde los nativos lavaban oro.


 

Actualmente, la famosa ruta 40 pasa por el Abra del Acay (4.950 m), un estrecho paso entre los altos cerros Saladillo (5.378 m) y Acay (5.716 m). Como dijimos, es un cerro de referencia y como tal lo observan los viajeros que hacen el recorrido en el Tren de las Nubes a través del ramal C-14 del FFCC General Belgrano; o los que transitan por la ruta nacional 51, ya sea desde o hacia la Puna; o los que suben por la ruta 40, a lo largo del Valle Calchaquí luego de pasar el pueblo de La Poma. La mole del Acay está allí, bien visible, como un enorme y portentoso mojón geográfico. La montaña y sus alrededores cubren un área entre 100 y 150 km cuadrados. Desde el punto de vista geológico, el Acay es como se dijo un intrusivo joven cuya edad se estima en unos 20 a 26 millones de años. La intrusión se produjo en las viejas rocas pizarrosas precámbricas de la llamada Formación Puncoviscana que forma el núcleo de la mayoría de las sierras de esa región. La penetración del magma monzonítico caliente atravesó y “quemó” a las rocas carbonáticas de la Formación Yacoraite, dando lugar a depósitos de “skarn” ricos en hierro magnético. Unos nueve millones de años atrás se produjo una intensa actividad volcánica que dejó depósitos de lavas como grandes manchones en el sector occidental y austral del Acay. Se trata de las lavas de la Formación Negra Muerta. Las rocas rotas por la fuerte tectónica andina sumado a la intrusividad del stock del Acay y la intensa actividad volcánica regional generaron el marco propicio para la inyección de soluciones calientes mineralizadas que formaron depósitos de sulfuros de plomo, plata, cobre, zinc y oro. Muchos de ellos fueron explotados por los españoles durante la época colonial, tal el caso de las minas de San Francisco. Algunas de ellas generaron conflictos entre los indígenas y los españoles como los que incitara Pedro Bohórquez, el falso inca. Entre las minas con registros actuales se encuentran Encrucijada, Saturno, Huaico Hondo y Milagro, algunas con más de un siglo en el catastro minero. Nadie sabe exactamente el significado del topónimo Acay, aunque para José V. Solá es voz cacana y significa “escoria de metal” (lo que se correspondería con las abundantes minas a su alrededor), mientras que Atilio Cornejo sostiene que es quechua y significa “estiércol”. Otros sostienen que viene del quechua pero de la voz “jacay” que significa “aquel”. Sea como sea, sigue siendo un preciado ícono y gran mojón de referencia de la geografía física de los Andes del norte argentino.