domingo, 28 de agosto de 2011

La energia

La energía en Argentina y Brasil: ayer, hoy y después
5RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)

lunes 29 de agosto de 2011 Opinión
RESERVAS VISTA DE UNA CUENCA PETROLERA DE BRASIL.



“Brasil, a mediados del siglo XX, no tenía literalmente ni una gota de petróleo”.

“En el país los hallazgos de petróleo fueron en aumento desde aquel de Fuchs, en 1907, en Comodoro Rivada via”.

“Brasil tiene hoy enormes reservas de petróleo, cuando hace 60 años no tenía ni una gota; y Argentina, viceversa”.

Antes, y también durante el tiempo del tratado del Mercosur, Argentina y Brasil han tenido evoluciones divergentes que han acrecentado las asimetrías entre un país y el otro. No vamos a comenzar aquí con el remanido discurso de que fuimos una potencia mundial a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, porque eso es ya historia antigua. Tal vez valga la pena remontarse a solo 50 ó 60 años atrás para empezar a ver dónde estaba Brasil y dónde estábamos nosotros. La idea de este ensayo es tomar solamente algunos parámetros, sin entrar a discutir cuestiones históricas, sociales o de territorio. Vamos a comenzar con el petróleo.

Brasil, a mediados del siglo XX, no tenía literalmente ni una gota de petróleo. Obviamente el continente se había explorado y se habían encontrado rocas prometedoras, e incluso algunas rocas madres. Pero el hecho de ser cuencas en un ambiente geodinámico epirogénico y situadas sobre un basamento cristalino no prometía nada de interés. Aclaremos. Las cuencas epirogénicas son aquellas que se forman cuando la región se hunde y se depositan sedimentos de ríos, lagos o pantanos, los que a su vez contienen capas de materia orgánica que puede madurar para dar hidrocarburos.

Luego, las regiones se elevan y millones de años después vuelven a hundirse. En este “sube y baja” vertical se van acumulando rocas sedimentarias de numerosas edades geológicas, algunas de ellas con potencial para la generación de hidrocarburos. Pero para que estos maduren se necesita calor y presión que no siempre se alcanza y entonces las potenciales rocas madres quedan convertidas en esquistos bituminosos de petróleos inmaduros.

Esto pasaba en el Brasil continental, donde numerosas “bacias” (cuencas) yacen sobre rocas precámbricas y arcaicas cristalinas con más de 1.000 millones de años de antigedad. Mientras tanto, en nuestro país, los hallazgos de petróleo venían en aumento desde aquel de Fuchs de 1907 en Comodoro Rivadavia y luego con la creación de YPF se ampliaron las cuencas productoras desde Tierra del Fuego hasta Jujuy. Neuquén, Santa Cruz, Chubut, Mendoza y Salta pasaron a ser importantes reservorios de hidrocarburos, unos más ricos en petróleo y otros más ricos en gas. Campo Duran y Loma de la Lata fueron algunos de los gigantes descubiertos en el último medio siglo. Luego se sumaron los campos de Tierra del Fuego, Formosa (con su campo de Palmar Largo) y Jujuy (con su campo de Caimancito).

Brasil seguía en la misma condición, pero mientras tanto hacía fuerte a su empresa nacional Petrobras. El tema era que si bien el continente tenía sólo trazas de petróleo, el fondo del mar podía llegar a almacenar grandes reservorios como pasaba con la costa opuesta de Africa, separadas ambas por la deriva continental y con posibles yacimientos gemelos a uno y otro lado del Atlántico. Pero en Brasil, al parecer, estaban más profundos y había que contar con una tecnología de perforaciones y plataformas que recién estuvo disponible en las dos o tres últimas décadas. Los hallazgos costa afuera (off shore) de Brasil son hoy espectaculares y aseguran el crudo para el futuro del país. Mientras tanto, los campos argentinos se fueron secando paulatinamente por sobreexplotación y por falta de inversiones en nueva exploración.

La situación se ha invertido: Brasil tiene hoy enormes reservas de petróleo, cuando hace 60 años no tenía ni una gota; y Argentina, viceversa. En minería pasó algo parecido, pero no igual. La Argentina, de la mano de Manuel Savio, desarrolló una industria siderúrgica a pulmón, con yacimientos de hierro de baja ley, como los de Zapla en Jujuy o Sierra Grande en Río Negro. Un solo yacimiento de carbón en la Patagonia Austral, Río Turbio, no era ni es suficiente para atender una demanda de acería fina. Mientras tanto, Brasil puso en marcha sus famosos yacimientos proterozoicos del cuadrilátero ferrífero de Carajás y creó (nacionalizó) la megaempresa minera Vale Do Río Doce (VCRD).

Este emporio minero ha diversificado sus objetivos hacia otros minerales ferríferos, no ferríferos, preciosos e industriales, alcanzando ingresos de 50 billones de dólares y una planta de 130 mil empleados. Solamente en el negocio del potasio, están invirtiendo en Mendoza (Argentina) unos 4 billones de dólares para la explotación por disolución de las sales de silvita y carnalita marina que se encuentran a 1.200 m de profundidad. El interés del potasio, elemento esencial de los fertilizantes junto al nitrógeno y el fósforo, viene de la mano de los biocombustibles de los cuales Brasil busca transformarse en potencia luego de los acuerdos firmados entre George W. Bush y Lula Da Silva.

Pero para expandir la frontera de los biocombustibles hay que buscar tierras aptas y libres, lo que llevó a que el gigante de América del Sur destine grandes extensiones para estos cultivos. La energía es esencial para el desarrollo de cualquier país y en especial de Brasil que forma parte del ascendente BRIC. Por ello, y aprovechando la gran cantidad de ríos, han construido también un gran número de presas hidroeléctricas. A la misma latitud de Salta, existen en Brasil decenas de presas importantes. Hay que tener en cuenta que el 90% de la matriz energética brasileña proviene de represas con turbinas hidroeléctricas. Otro punto de interés es la energía atómica.

La Argentina fue pionera en el tema desde la creación de la CNEA por parte de J. D. Perón en 1950, al punto de formar hoy parte del selecto club de naciones atómicas del planeta. Para ese entonces, Brasil ni soñaba con este desarrollo científico y tecnológico. Durante el gobierno de Menem todo el esfuerzo atómico del país se dejó de lado y fue entonces que se perdió una década crucial. Brasil comenzó a interesarse a fines de la década de 1960 con la planta Angra-1, en los setenta construyó Angra-2 y ahora está construyendo Angra-3, en un plan que abarca no menos de ocho centrales nucleares.

Para ello, cuenta con capacidad profesional, fondos económicos, buenos yacimientos de uranio en su territorio y lo que es más importante, una política de Estado en el tema nuclear. La Argentina, en cambio, tiene su plan atómico casi estancado y todos sus yacimientos de uranio inactivos. Esta evolución comparada de petróleo, minería, biocombustibles, presas eléctricas y energía nuclear sirve para tener una idea de cómo nuestro país desaceleró y fue perdiendo el tren de la historia.

viernes, 26 de agosto de 2011

lunes, 22 de agosto de 2011

Libros del Dr. Ricardo N. Alonso

1. Alonso, R.N. 1995. DICCIONARIO MINERO. Glosario de voces utilizadas por los mineros de Iberoamérica. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ISBN 84-00-07545-5, 263 p. Madrid.

2. Alonso R.N., 1998. Los Boratos de la Puna. Con Prólogo del Dr. José A. Salfity (CONICET-UNSa). Edición Cámara de la Minería de Salta. ISBN 987-43-7960-X, 196 pp. Salta (Tesis doctoral del autor publicada por interés del sector minero).

3. Alonso, R.N., Navamuel, E., y Taruselli, E., 2000. Cabra Corral: Geología, Arqueología e Historia, 144 p., ISBN 987-542-007-7, Ed. Gofica, Salta.

4. Tomassini, A. y Alonso, R.N., 2000. Esteco, el viejo (1566-1609). ISBN 987-542-020-4, 116 p. Ed. Gofica. Salta

5. Alonso, R.N. y Sorich, A.D., 2001. Joseph Redhead y la ciencia colonial. ISBN 987-542-042-5. Ed. Gofica, 39 p. Salta

6. Alonso, R.N., 2003. Las Cordilleras del Poniente. Con prólogo del Dr. Florencio G. Aceñolaza. UNSa-CONICET, ISBN 987-20953-4-5, 110 p., Ed. Crisol. Salta

7. Alonso, R.N., 2004. Minería y Medio Ambiente. Con prólogo del Ing. Jorge Fillol Casas. Cámara de la Minería de Salta, ISBN 987-20953-8-8, 150 p. Salta

8. Alonso, R.N. (Ed.), 2004. La Provincia de Salta: Enfoques y Perspectivas. Crisol Ediciones, ISBN 987-1209-01-0, 174 p. Salta

9. Alonso, R.N., De los Hoyos, L., y González, C.E., 2004. Minería. Propuestas y reflexiones sobre una actividad productiva esencial. Cámara Minera de Jujuy, ISBN 987-21420-1-7, 223 p., Salta (Declarado de Interés Legislativo. Legislatura de Jujuy. Resolución 23/04. 23 de Setiembre de 2004. San Salvador de Jujuy).

10. Alonso, R.N., 2005. Los Antiguos Mineros. Ensayos para una Historia de la Minería de Hispanoamérica. Crisol Ediciones, ISBN 987-1209-11-9, 168 p. Salta. Tercera Edición: Alonso, R.N., 2010. Los Antiguos Mineros. Ensayos para una Historia de la Minería de Hispanoamérica. Mundo Editorial, ISBN 987-1618-42-2, 196 p. Salta.

11. Alonso, R.N., 2006. Historia Geológica de Salta y Reflexiones sobre los Andes. Breve ensayo sobre filosofía de la geología. Con prólogo del Dr. Victor A. Ramos. UNSa-CONICET, Crisol Ediciones, ISBN 10 987-1209-16-9; 13 978-987-1209-16-3, 125 p. + ilustraciones, Salta (Declarado de interés por el Gobierno de la Provincia de Salta, Decreto Nº 958, Poder Ejecutivo, 19-Marzo-2007). También segunda edición y primera de Mundo editorial: Alonso, R.N., 2010. Historia Geológica de Salta y Reflexiones sobre los Andes. Breve ensayo sobre filosofía de la geología. Con prólogo del Dr. Victor A. Ramos. UNSa-CONICET, Mundo Editorial, ISBN 978- 987-1618-08-8;, 128 p. + ilustraciones, Salta.

12. Alonso, R.N., 2007 (Comp., y Ed). Minería de Salta. Prospección, Producción y Exportaciones. Gobierno de Salta, Crisol Ediciones, ISBN 978-987-1209-17-0, 284 p. + ilustraciones, Salta. (Declarado de interés por el Gobierno de la Provincia de Salta, Decreto Nº 1626 del Poder Ejecutivo, 16-Junio-2007).

13. Alonso, R.N., 2007 (Comp., y Ed). Actividad Minera en Salta (2005-2007). Gobierno de Salta, Crisol Ediciones, ISBN 978-987-1209-39-2, 337 p. + ilustraciones, Salta.

14. Alonso, R.N., 2007. Dinosaurios: Salteños y Argentinos. Un Fascinante Capítulo en la Historia de la Tierra. Con prólogo del Dr. Fernando Novas. U.N.Sa-CONICET, Crisol Ediciones, ISBN 978-987-1209-330, 180 p. Salta (Seleccionado por el Gobierno de Salta para ser presentado en la Feria del Libro 2009, Bs.As.).

15. Alonso, R.N., 2008. Rocas y Fósiles del Cerro San Bernardo. Una historia de 500 millones de años. Con prólogo de Gregorio Caro Figueroa. U.N.Sa-CONICET. Crisol Ediciones, ISBN 978-987-1209-41-5, 156 p. Salta.

16. Alonso, R.N., 2008. La Puna Argentina. Ensayos históricos, geológicos y geográficos de una región singular. Con prólogo de la Dra. Teresa E. Jordan. Crisol Ediciones, U.N.Sa-CONICET, ISBN 978-987-1209-58-3, 320 p., Salta. Segunda Edición: Alonso, R.N., 2010. La Puna Argentina. Ensayos históricos, geológicos y geográficos de una región singular. Con prólogo de la Dra. Teresa E. Jordan. Mundo Editorial, Ediciones del Bicentenario, U.N.Sa-CONICET, ISBN 978-987-1618-32-3, 360 p., Salta.

17. Sorentino, C.M.R. y Alonso, R.N., 2009. Propiedades de las piedras, alquimia y recetas médicas en un manuscrito del siglo XIX. Quebrada de Humahuaca, Jujuy. Instituto de Investigaciones en Antropología Médica y Nutricional (La Plata-Salta). Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-01-9, 116 p. Salta.

18. Alonso, R.N., 2009. Geología del Paisaje. Salta y su Patrimonio Natural. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-24898-9-2, 208 p. Salta.

19. Alonso, R.N., 2010. Breve Historia de la Geología de América Latina. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-04-0, 120 p. Salta.

20. Alonso, R.N., 2010. Minería para No Mineros. Lecciones básicas sobre Minería y Medio Ambiente. Ediciones del Bicentenario. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-17-0, 184 p. Salta.

21. Alonso, R.N., 2010. Historia de la Minería de Salta y Jujuy, siglos XV a XX. Mundo Gráfico Salta Editorial, Ediciones del Bicentenario, ISBN 978-987-1618-19-4, 332 p. Salta.

22. Alonso, R.N., 2010. Los fósiles y el tiempo profundo. Reflexiones en torno a la filosofía de la Paleontología. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-46-0, 168 p. Salta.

23. Alonso, R.N., 2010. Riesgos geológicos en el Norte Argentino. Terremotos, volcanes, avalanchas, inundaciones, desertización y otros fenómenos naturales. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-50-7, 244 p. Salta.

Para mayor informacion sobre libros y articulos del dr-Ricardo N- Alonso consultar aa las siguientes direcciones de correo electronico: angelesalonsobenavides@gmail-com y angelines43@gmail.com

Biografia del Dr Ricardo N. Alonso

Ricardo N. Alonso




Ricardo N. Alonso nació en Salta el 22 de Septiembre de 1954. Se graduó de geólogo en 1978 y de Doctor en Ciencias Geológicas en 1986, en ambos casos en la Universidad Nacional de Salta (UNSa). Se desempeña como Investigador del CONICET y profesor de la UNSa. Su principal tema de estudio lo constituye la geología de los depósitos de boratos, además de los aspectos sobre la formación de los salares, el origen, evolución y metalogenia de la Puna, y la tectónica y el clima de los Andes Centrales. Fue investigador visitante en la Cornell University (Nueva York), en 1986 y 1992; y en la Universidad de Potsdam (Alemania) en 2001, 2002 y 2003. Dirigió tesis de licenciatura y doctorales en las universidades de Salta, Córdoba, Buenos Aires, Arequipa y Nueva York. Realizó investigaciones geológicas en varios países de América, Europa, Asia e inclusive la Antártida y las Islas Canarias. Fue conferencista y realizó visitas científicas a universidades e instituciones de Perú, Bolivia, Chile, Brasil, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Noruega, Italia, España, Francia, Inglaterra Australia y Turquía. Es autor de más de 200 trabajos de investigación en congresos y revistas especializadas, además de unos 500 artículos de divulgación científica y periodística. Ha colaborado en numerosos proyectos de la National Geographic, la Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NSF), la Universidad de Cornell (Nueva York, programa INSTOC-NASA), la Universidad de Nebraska, el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, la Universidad de Barcelona, la Universidad de Potsdam de Alemania, la Universidad de Izmir de Turquía, entre otras instituciones. Fue invitado como Profesor de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Santander, España, 2002). Su actividad científica y académica le valió ser galardonado con numerosos premios y distinciones provinciales, nacionales e internacionales. Entre ellos se destacan el Premio Nacional de Ciencia “Dr. Bernardo Houssay” (Bs. As., 1987), el Premio Nacional de Geología Económica “Dr.Victorio Angelelli” (Bs. As., 1996), el Premio Nacional de Periodismo en Cultura e Historia “ADEPA” (Bs. As., 1999), el Premio Nacional de Minería (“Minero del Año”, Bs. As., 2007), y el Premio “Asociación Geológica Argentina” 2010. Fue distinguido internacionalmente como “Fellow” de la Geological Society of America y “Fellow” de la “Society of Economic Geologist, esta última, entidad que agrupa a los geólogos mineros del mundo. Es autor de 30 libros o capítulos de libros en su mayoría publicados en el extranjero. Entre ellos se destaca un “Diccionario Minero” (265 páginas) publicado en Madrid en 1995 por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España. Desde febrero de 2005 a diciembre de 2007 ocupó el cargo de Secretario de Minería y Recursos Energéticos del Gobierno de Salta. En 2009 fue elegido Diputado Provincial de Salta.

domingo, 21 de agosto de 2011

Articulo dr. Alonso, diario El Tribuno, 22/8/2011

Los minerales comunes en la vida diaria
RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)


lunes 22 de agosto de 2011 Opinión

Resulta imposible ponderar la cantidad de minerales que utilizamos en la vida diaria. Y no estamos hablando de los metales preciosos (oro, plata, platino); ferrosos (hierro, níquel, cromo); no ferrosos (cobre, plomo, zinc, estaño, antimonio); nucleares (uranio, torio) o rocas de aplicación (mármoles, granitos). Nos vamos a referir aquí a los llamados “minerales industriales”, mayormente los no metálicos que incluyen un centenar de especies útiles para distintos usos cotidianos.

La baritina, por ejemplo, es un sulfato de bario. Su principal característica, además de ser una fuente de bario, es el alto peso específico. Los principales yacimientos de la Argentina están en el norte del país (Salta y Jujuy), en vetas asociadas a minerales de plomo y también en la provincia de Neuquén como capas evaporíticas de origen marino, en este caso asociadas al sulfato de estroncio (celestina). Sus usos son múltiples, pero el más importante es en los lodos de perforación de pozos petroleros y gasíferos.

También se usa para hacer los papeles pesados tipo ilustración para libros, para darle carga a las pinturas, como pigmento blanco y en medicina, en los jarabes pesados que se ingieren para obtener placas radiográficas del aparato gastrointestinal. Los boratos son un grupo de minerales de sodio, calcio o magnesio. Algunos son solubles en agua, como el bórax, y otros lo son en ácidos. Los principales yacimientos del país están en la Puna argentina, donde yacen como capas de origen evaporítico en terrenos neógenos o cuaternarios. Los minerales de mena son, además del bórax, la ulexita o borato común, colemanita, hidroboracita e inyoita.

Sus usos son muy diversos y van desde los vidrios especiales para hornos de cocina (Pyrex), parabrisas, ópticas y lunetas de automóviles, pasando por todo tipo de vidriado o esmaltado de cerámicas (vajilla, sanitarios, azulejos, etc.), hasta detergentes, jabones, fibras de vidrio, micronutrientes para el agro, ácidos bórico técnicos, farmacéuticos o nucleares, octoboratos, perboratos, a través de más de 1.500 usos o aplicaciones. En farmacia se lo usa para las gotitas de los ojos (oftalmológicas), talcos para pies y en enjuagues bucales.

Todos los boratos son reconocidos fundentes que bajan el punto de fusión de los metales. Un uso interesante es el de la hidroboracita, que se utiliza como fundente para separar las menas de hierro y titanio, provenientes de las arenas de magnetita y minerales titaníferos de playas marinas (en la Argentina, en la costa atlántica bonaerense de la bahía de San Borombón y aledaños).

El titanio se usa para aleaciones de aceros livianos para la industria aeroespacial, mallas de reloj, clavos para unir huesos, pigmento blanco, curtiembres, etc. También se usan el boro o los boratos para fabricar sustancias casi tan duras como el diamante (carburos de boro), telas especiales de chalecos antibalas, blindaje de tanques de guerra, combustibles espaciales, etc. El yeso (sulfato de calcio hidratado) es otro mineral abundante. Se trata de un material blando y blanco, que aparece en capas de origen evaporítico (viejos lagos o mares secos).

Es muy común en muchas formaciones del país, sobre todo de Edad Terciaria (Mioceno), en el Noroeste argentino y de origen marino en Mendoza y Neuquén. Lo primero que viene a la mente sobre su uso es el yeso utilizado para inmovilizar las quebraduras de huesos de piernas o brazos. También el que se usa en construcción para la terminación de paredes o apliques.

La variedad alabastro, en la realización de obras de arte. Sin embargo, los usos más importantes corresponden a la fabricación del cemento, donde se consumen decenas de miles de toneladas, y en el agro, para la mejora o corrección de suelos con problemas. Un uso moderno muy importante es la fabricación de paneles de construcción realizados por numerosas capas prensadas tipo “emparedados” de yeso y cartón, con los cuales se fabrican paredes divisorias en edificios. Tienen la ventaja de ser livianos, ignífugos, térmicos, con un buen acabado y rápida colocación.

En Estados Unidos se fabrican casas completas en un par de días utilizando estos mecanos de paneles de yeso tipo Durlock. El azufre es otro de los minerales comunes. Los principales yacimientos ocurren en los altos volcanes cordilleranos donde los gases sulfurosos precipitaron el mineral por sublimación, esto es, el paso directo de gas a sólido.

La mina Julia, del establecimiento azufrero La Casualidad, en Salta, fue el yacimiento más importante del país. Lo necesitamos cuando se presenta un tortícolis y hay que pasar por el cuello la “barrita de azufre”. Tiene muchos usos en medicina (talcos, cremas, etc.). Su principal uso se da en la fabricación del ácido sulfúrico, con el cual se preparan decenas de otros químicos. También en la pólvora negra, para el agregado en los suelos, en la cura de las vides, detergentes, pigmentos, explosivos, etc.

El azufre biogénico, precipitado por bacterias, tiene gran valor en el mundo moderno para los cultivos orgánicos o ecológicos. La halita, sal común o cloruro de sodio, es uno de los minerales más comunes y el único comestible. El país tiene numerosas salinas continentales en la Patagonia, la Pampa, salinas del Bebedero (San Luis), las Salinas Grandes de Córdoba y Santiago del Estero y todos los salares de la Puna.

También se encuentra en grandes espesores de capas marinas, principalmente en Mendoza y Neuquén, formadas en todos los casos por evaporación. Junto con la sal o halita, en las capas marinas de la cuenca del río Colorado, se encuentran a 1.200 m de profundidad, importantes espesores de sales potásicas (silvita) y potásico-magnesianas (carnalita). La silvita es fuente de potasio, elemento indispensable para fertilizantes, ya que, junto con el nitrógeno y el fósforo, forman el triángulo de los N-P-K. La sal común tiene muchos usos, además del culinario, como es la fabricación del ácido clorhídrico, el descongelamiento de rutas, la conservación de carnes o cueros, la fabricación de PVC, entre varios más.

El caolín es otro mineral de gran uso. Este se forma por la alteración de rocas ricas en feldespatos. Hay grandes yacimientos en la China y por eso también se lo conoce como “China clay” (arcilla china) y su uso es famoso en las porcelanas y otras cerámicas. También se lo utiliza como carga en la elaboración del chocolate, en la fabricación del papel satinado, mezclado con pectina como antidiarreico, en el caucho, talcos, pinturas, etc. Las zeolitas se utilizan como intercambiadores iónicos y de allí su valor en el ablandamiento de las aguas (natrolita). También se utiliza en el proceso de refinación del petróleo (estilbita).

Un uso interesante es para la fabricación de los geles de sílice, que absorben la humedad ambiente y son muy útiles en los lugares donde se guardan computadoras (estuches), medicamentos y otros objetos que puedan alterarse por la humedad. Estos son unos de los poquísimos ejemplos del amplio universo del uso de los minerales en la industria moderna y en la vida cotidiana. Aunque nos los veamos los minerales siempre están, tal vez por aquello de que “lo esencial es invisible a los ojos”.

lunes, 15 de agosto de 2011

Articulo del dr. Alonso

Sedimentología y recursos naturales
RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet)

lunes 15 de agosto de 2011 Opinión


Las montañas se desgastan y producen fragmentos rocosos. Estos fragmentos son arrastrados por los ríos.

Los glaciares arrastran desde megabloques hasta harina de rocas y los depositan en forma de morrenas.

En mayo de 2012 se llevará a cabo en Salta la XIII Reunión Argentina de Sedimentología. Ello constituye una oportunidad para que científicos de muy distintas ramas del conocimiento expongan y debatan sobre esta importante disciplina, a la cual están relacionados innumerables aspectos de la técnica y de la economía; esto es desde las aguas subterráneas a los suelos agrícolas, desde los variados recursos minerales a los reservorios de petróleo y gas, desde el sostén de las obras civiles hasta los fósiles conservados por cientos de millones de años.

Entremos en tema explicando aspectos básicos y esenciales. Las montañas se desgastan y producen fragmentos rocosos. Estos fragmentos pueden ser arrastrados por los ríos, los glaciares o el viento hasta ser depositados (sedimentados) en depresiones, llanuras, lagos o en el océano. Sedimento (del latín sedimentum) es aquella materia que, habiendo estado suspendida en un líquido, se posa en el fondo por su mayor gravedad.

La entrada de los ríos en los lagos o en el mar forma importantes deltas. El delta del Río de la Plata es el receptor de todos los ríos que drenan el frente andino del Noroeste Argentino y que confluyen en el Paraná, antes de descargar en el Atlántico. Los materiales pétreos, de muy distintas granulometrías, desde grandes bloques hasta partículas de arcillas, se movilizan por los agentes meteóricos en función de la gravedad. El viento acumula las arenas formando dunas en el interior de los continentes o médanos en las zonas costeras marinas.

Los glaciares arrastran desde megabloques hasta harina de rocas y los depositan en forma de morrenas. Las playas marinas retrabajan las arenas por el constante flujo y reflujo de las aguas litorales. Los ríos realizan todo un proceso de selección granulométrica desde las altas montañas, corriente abajo, y divagan a través de valles y llanuras dando lugar a canales de gravas, bancos de arena, depósitos de limos y de arcillas que se organizan en meandros, cauces anastomosados, planicies aluviales, terrazas y otras estructuras de la morfología fluvial.

Todos los sedimentos hasta aquí tratados provienen de rocas que se rompen en fragmentos, esto es en “clastos” (del griego clastos = roto), y por lo tanto son sedimentos clásticos. Si esos materiales fragmentados provienen de una ceniza volcánica, entonces son piroclastos (del griego pyros = fuego). Si los materiales corresponden a materia orgánica como pueden ser fragmentos de conchillas el depósito será bioclástico (por bio = vida).

Ahora bien, hay otros tipos de sedimentos que se forman por procesos químicos, tal el caso de los carbonatos para dar las calizas, o el de los sulfatos para dar los yesos, o el de los cloruros para dar la sal. Existe un amplio conjunto de sedimentos químicos o evaporíticos, esto es los formados por la evaporación de las aguas en las regiones áridas. Toda esta temática se estudia en el marco de la ciencia llamada “sedimentología”, que por definición es: “El estudio científico, interpretación y clasificación de los sedimentos, los procesos sedimentarios y las rocas sedimentarias”. El apilamiento de capas de sedimentos, unas sobre otras, durante miles y miles de años, logra que por carga litostática los materiales se aplasten, pierdan los fluidos intersticiales y se vayan cementando para dar las rocas sedimentarias.

Entre las variedades de rocas sedimentarias, o sea aquellas provenientes de los distintos tipos de sedimentos mencionados, se tienen entre las más importantes rocas clásticas, piroclásticas, químicas, evaporíticas y biogénicas. Muchos de estos sedimentos sueltos, o las rocas sedimentarias tienen valor en sí mismos como áridos para construcción, calizas para cal, sales diversas, carbones, granulado volcánico, diatomitas, y demás materiales de dicho origen.

Pero también muchas rocas sedimentarias actúan como reservorio de distintos fluidos, tal el caso del agua subterránea que se mueve en acuíferos contenidos en arenas o gravas; o el petróleo y el gas que se encuentran entrampados a miles de metros de profundidad en areniscas porosas y permeables, selladas a su vez por arcillas impermeables.

Los sedimentos finos, especialmente arenas, limos y arcillas forman los suelos, los que de acuerdo a su naturaleza, ubicación y condiciones agroecológicas van a servir para sostener distintos cultivos (vid, tabaco, caña de azúcar, soja, trigo, maíz, etc.). A su vez el suelo, en sentido amplio, constituye el basamento para la construcción de las distintas obras civiles, sean estas carreteras, casas, edificios, canales u otras.

Los suelos varían de un punto a otro de acuerdo a las rocas primigenias que les dieron origen. Las arcillas pegadas a la planta de un zapato pueden estudiarse para seguir la escena de un crimen como lo hace el novísimo campo de la geología forense. Las rocas sedimentarias pueden contener a su vez una enorme variedad de minerales metalíferos, no metalíferos y nucleares. Depósitos de hierro, cobre y uranio son comunes en terrenos de origen sedimentario y han dado lugar a yacimientos de explotación económica. A su vez, muchos de los minerales que acompañan a las arenas pueden convertirse en sustancias de valor económico.

Es el caso de los diamantes, oro, platino, zafiros, rubíes, zircones y muchos más. Las arenas de playas marinas pueden concentrar importantes cantidades de circón (ej. Australia), minerales de hierro y titanio (costa atlántica argentina), platino (Tierra del Fuego). Los ríos de montañas pueden ser portadores de pepitas de oro y dar aluviones enriquecidos llamados “placeres”. Las rocas sedimentarias son además las portadoras de los fósiles y sus tumbas pétreas. Los fósiles son restos de animales o plantas que vivieron en el pasado y se han conservado gracias a condiciones muy especiales de enterramiento. Gracias a los fósiles podemos saber si los sedimentos que conforman las rocas provienen de un ambiente marino o continental.

También la edad relativa de esos terrenos y la era a la que pertenecen. Y viceversa. Hay una sinergia a la hora de las interpretaciones, ya que el fósil puede dar mucha luz sobre el ambiente en que se formaron esas rocas en el pasado remoto y, por otro lado, los sedimentos y las estructuras sedimentarias acompañantes pueden ayudar a la interpretación de cómo, cuándo, dónde y porqué quedó atrapado y fosilizado el organismo pretérito. Incluso se sospecha que las arcillas pudieron tener mucho que ver con el propio origen de la vida en la Tierra. Las rocas sedimentarias pueden conservar también las marcas del viejo oleaje (ondulitas), marcas de gotas de lluvia, grietas de desecación de los antiguos barros, y también las pisadas de animales (ej., dinosaurios, aves, mamíferos e invertebrados).

Este último campo, el del estudio de las pisadas fósiles, se conoce como icnología o paleoicnología, y es de gran ayuda para reconocer los ambientes del pasado geológico. Los sedimentos son el resultado del juego constante y dinámico entre las energías interna y externa de la Tierra.

Ellos están presentes desde al menos unos 4.200 millones de años, cuando el planeta superó el llamado tiempo Hádico. Desde entonces la evolución de la vida, la formación y transformación de los continentes, la llegada del hombre, y la civilización en su conjunto, han estado estrechamente relacionados con los sedimentos. De allí el valor intrínseco de la sedimentología como una ciencia actual y esencial.



lunes, 8 de agosto de 2011

HELECHOS FOSILES


Los falsos helechos fósiles de Salta




Ricardo Alonso, Doctor en Ciencias Geológicas (Unsa - Conicet)

lunes 08 de agosto de 2011 Opinión

Las figuras arborescentes en lajas son finas cristalizaciones de óxidos de manganeso con un crecimiento dendrítico.

Las dendritas de manganeso salteñas provienen de capas rocosas que se explotan para laja en la sierra de Mojotoro.

Muchas de las paredes de Salta están revestidas por lajas blanquecinas o amarillentas que muestran, en algunos casos, un manchado ocre o rojizo, producto de los óxidos de hierro que las impregnaron. A veces se observan algunas figuras como anillos concéntricos. No deja de ser la laja salteña común a la que estamos habituados. Sin embargo, cada tanto llaman la atención unas figuras negras que tienen claramente el aspecto de ser hojas de helechos. Y como hojas de helechos han sido consideradas por largo tiempo por muchos de nuestros comprovincianos, que incluso las han buscado especialmente en las canteras de lajas de los cerros vecinos para adornar interiores.

A pesar de su enorme parecido no tienen nada que ver con helechos. Las rocas que las contienen son sedimentos marinos depositados en antiguas playas o plataformas, hace casi 500 millones de años. Los helechos son plantas continentales que habrían de aparecer decenas de millones de años después. ¿Qué son entonces? Dichas figuras arborescentes son finas cristalizaciones de óxidos de manganeso con un crecimiento dendrítico. Se las conoce como “dendritas de manganeso” y se las ha encontrado en muchas formaciones rocosas de las distintas épocas geológicas en todos los continentes.

Precisamente la palabra dendrita viene del griego y hace referencia a árbol, arbóreo o arborescente. Como las dendritas de las neuronas, del hielo en un copo de nieve o como el diseño de una red fluvial vista desde el espacio. Las dendritas de manganeso salteñas provienen mayormente de las capas rocosas que se explotan para laja en la sierra de Mojotoro. Estas lajas, humildes por cierto, son un material noble que todavía embellece las veredas y paredes de algunas de las casas de la ciudad y que fueron el principal recurso que se usó para la construcción en la vieja Salta. Son el resultado de la sedimentación marina de un océano pretérito que cubrió gran parte de lo que hoy es América del Sur en el Paleozoico inferior, más precisamente en el período Ordovícico.
Para aquella época se depositaban fangos y arenas, según la profundidad y la distancia a la costa. Los animales invertebrados que vivían en ese mar, principalmente artrópodos, braquiópodos, gasterópodos y bivalvos, al morir se depositaban en el lodo del fondo y con el tiempo se convirtieron en fósiles. Los trilobites son un buen ejemplo de ello. Esos fangos petrificados y fosilíferos se presentan en rocas hojaldradas, las que son muy comunes en el cerro San Bernardo y otros promontorios de la serranía de Mojotoro, al este de la ciudad de Salta. Por su parte las arenas blanquecinas, formadas por finos granos de cuarzo, formaban camadas que se superponían en capas separadas por superficies planas, dando paquetes o estratos que contenían varias unidades lajosas internas.

Esas superficies lisas sirvieron para la migración de fluidos minerales, concretamente óxidos de manganeso, los que comenzaron a cristalizar con una geometría fractal y arborescente para dar las conocidas dendritas de manganeso. El crecimiento geométrico fractal es similar al que forman las hojas de los helechos. Las ramas de los helechos tienen la misma forma que cada una de las hojas individuales, y cada una de las hojas está compuesta por hojas más pequeñas. A su vez, estas lo están por otras más pequeñas todavía, de manera tal que si miramos una parte reproducimos el todo. No importa la porción que miremos, ya que las estructuras son similares sea cual fuere nuestra escala de observación.

La geometría fractal, de la cual las dendritas y los helechos son buenos ejemplos, fue un gran avance realizado por Benoit Mandelbrot en 1975. Esta geometría, no euclidiana, describe y cuantifica las formas irregulares que presentan los objetos en la naturaleza. La complejidad morfológica se pondera mediante el parámetro dimensión fractal, que indica la eficiencia con que un objeto llena el espacio en que está contenido. Matemáticamente se expresan como dimensiones fraccionarias, por lo tanto no son ni 1 (la línea) ni 2 (la superficie) ni 3 (el volumen); pero sí pueden ser 1,7 o 2,4 o cualquier otro número fraccionario. Las dendritas de manganeso son entonces una delicada película negra sobre la superficie lisa de una roca, sea un plano de estratificación o una diaclasa (fisura).

Se pensaba que el óxido de manganeso que las formaba era la pirolusita, pero nuevos estudios la han descartado por otros minerales manganesíferos indistinguibles a simple vista. Está claro entonces que no son fósiles en el sentido de restos de animales o plantas fosilizados, sino acumulaciones de óxidos minerales con un particular crecimiento geométrico: dendrítico. De allí que se las clasifica también como “pseudofósiles”, o sea, fósiles falsos. Al no tener valor de fósiles verdaderos, pueden ser comercializadas como simples piedras, que es lo que son. Los coleccionistas de minerales las compran y venden legítimamente por catálogo alrededor del mundo y se cotizan hasta 20 dólares por pieza de acuerdo con su calidad. Personalmente las he comprado en Brasil, donde las enmarcan y las venden a los turistas.

Dada la abundancia de estas dendritas en Salta se podría comercializarlas de igual manera para venderlas como recuerdos locales en los corredores turísticos. Y no solamente aparecen estas bellas dendritas en las lajas que se explotan en las canteras de nuestra serranía, sino que también hay hermosos ejemplos de dendritas negras sobre fondo blanco en el ónix que viene de la Puna. El ónix se vende para artesanías y las dendritas podrían darle mayor valor agregado. También se han encontrado dendritas en las lajas de pizarra que forman las rocas del antiguo basamento precámbrico y que están ampliamente distribuidas en el norte argentino; lo mismo que en las calizas cretácicas de la formación Yacoraite, y en otras variadas rocas con las condiciones de poseer superficies planas por las cuales hayan circulado las aguas cargadas con óxidos de manganeso. Las dendritas son entonces pseudofósiles con forma de helechos fósiles.

También hay verdaderos

Ahora bien, es interesante remarcar que en Salta se han encontrado también helechos fósiles verdaderos. Estos provienen de capas acumuladas en ambientes cálidos y húmedos, pantanosos, de las viejas selvas que hubo en la Quebrada del Toro y el Valle Calchaquí, unos cinco millones de años atrás. Precisamente el ambiente selvático que hoy está retirado hacia el este como es el caso del Baritú, estaba adosado al borde de la Puna antes de que comenzaran a elevarse las montañas que fueron frenando los vientos húmedos del Atlántico y desertizando los valles occidentales. Pero estos helechos sí son de valor científico y patrimonial legal. Las dendritas no lo son y en tal sentido pueden ser una nueva fuente de ingreso para artesanos y pequeños mineros que realicen una minería social.

viernes, 5 de agosto de 2011

LAS DOS TAPAS DEL LIBRO MINERIA PARA NO MINEROS

 

 
Posted by Picasa

MINERIA PARA NO MINEROS

 
Posted by Picasa

RECUERDOS SALESIANOS

 
Posted by Picasa

ESTUDIOS SOBRE EL CERRO SAN BERNARDO

 

 
Posted by Picasa

ACTIVIDAD MINERA EN SALTA

 

 
Posted by Picasa

MINERIA Y MEDIO AMBIENTE

 
 
Posted by Picasa

MINERIA

 

 
Posted by Picasa

DINOSAURIOS

 

 
Posted by Picasa

LOS FOSILES Y EL TIEMPO PROFUNDO

 

 
Posted by Picasa

LIBROS DE MINERIA

 

 
Posted by Picasa

martes, 2 de agosto de 2011

Salta y las cenizas volcanicas

Salta, sepultada por cenizas volcánicas en la prehistoria
lunes 13 de junio de 2011
Opinión RICARDO N. ALONSO (Dr. en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet),
El Tribuno

La erupción del volcán Puyehue, en el Cordón Caulle, en la XIV Región del sur de Chile, mostró en toda su magnificencia el mefistofélico espectáculo que ofrece la naturaleza cuando se produce este tipo de fenómenos. Una enorme columna de cenizas elevándose a decenas de kilómetros en las capas altas de la atmósfera, rompiéndose como un gigantesco hongo atómico, acompañada por un espectacular despliegue de fuertes descargas eléctricas y chorros de material incandescente, reveló el paroxismo del evento.

Las cenizas comenzaron a viajar arrastradas por los vientos de altura y en pocos días habían alcanzado cientos y miles de kilómetros desde su lugar de origen. Cubrieron los techos de las casas poniendo en peligro las estructuras por el peso acumulado, ensuciaron y contaminaron las aguas potables, afectaron la flora y la fauna, suspendieron los vuelos, colapsaron la actividad turística, entre otros daños y perjuicios.

Nos olvidamos muchas veces de que vivimos en una región volcánica. Es más, los Andes Centrales, de los cuales formamos parte, es una de las regiones volcánicas más importantes del planeta.

En nuestra región cordillerana se encuentran más de 1.000 volcanes, entre ellos los más altos del mundo (Llullaillaco, Ojos del Salado, Socompa, etc.); los cráteres o calderas volcánicas continentales más grandes del mundo (La Pacana, Galán, etc.), y el campo de lavas ignimbríticas más extenso del planeta con más de 500 mil kilómetros cuadrados.

Muchos de los volcanes están activos o dormidos, aunque la mayoría ya están apagados o extinguidos. Cualquier volcán que haya tenido erupciones en los últimos diez mil años se considera que puede estar activo o dormido. Los activos han tenido erupciones frecuentes en los últimos siglos. Uno de los ejemplos más espectaculares tuvo lugar en enero de 1600 en el sur del Perú cuando entró en erupción el volcán Huaynaputina en la región de Moquegua y no solo voló los mil metros superiores de su cono sino que además produjo una columna de cenizas “plinianas” (por el romano Plinio) que dieron la vuelta al mundo y enfriaron el clima del planeta. Luego hubo otras erupciones, en otros volcanes andinos, registradas desde la época de los conquistadores hasta tiempos recientes. Sin ir más lejos, las últimas erupciones del volcán Lascar en la frontera con Chile, que dejaron una fina película de cenizas en nuestra ciudad en 1986.

Sin embargo, antes de esto, en el pasado prehistórico, lo que hoy es el territorio salteño fue sepultado por caídas de cenizas de los volcanes cordilleranos. Más aún, en los últimos 15 millones de años se registran decenas de eventos de volcanismo explosivo que han dejado su registro en las capas sedimentarias de ríos y lagos que se depositaban en las viejas llanuras al pie de los Andes a medida que estos evolucionaban hasta su situación actual. Esas capas de cenizas nos recuerdan por un lado su origen volcánico y por otro tienen un enorme valor para determinar la edad de las rocas que las contienen. Esto en razón de que las cenizas tienen incorporados minerales formados expresamente durante la expulsión del magma fundido de las profundidades los que se comportan como pequeños relojes atómicos, que guardan en su interior isótopos radioactivos, cuyo conteo permite saber la edad en que ocurrió el evento volcánico original.

Entre esas capas es notable una de ocho millones de años de antigedad y que alcanza varios metros de espesor. Hoy día puede aprovecharse para fabricar el famoso cemento puzolánico de los romanos con el cual construyeron coliseos y acueductos que siguen en pie luego de dos mil años. Las cenizas volcánicas, aún cuando son un trastorno en la medida que afectan a las ciudades y su normal desenvolvimiento, son por otra parte el mecanismo que utiliza la tierra para fertilizar los suelos en forma natural. Los suelos de la pampa húmeda y la llanura chaco paranense han sido fertilizados durante milenios por las cenizas volcánicas cordilleranas y han enriquecido también la fertilidad de los suelos salteños. En el período Cuaternario, esto es en el último millón de años, Salta fue sepultada al menos en cuatro oportunidades por cenizas volcánicas. Obviamente que hubo centenares de eventos que no dejaron un registro que podamos sopesar por sus evidencias en el terreno. De esas últimas erupciones, hubo dos de naturaleza catastrófica que ocurrieron hace 100 mil años la primera y hace solo 5.000 la segunda. Téngase presente que hace 5.000 años ya el hombre vagaba ampliamente por el territorio argentino en oleadas de cazadores recolectores. Esos paleoindios debieron sufrir las consecuencias de la última gran caída de cenizas. Cenizas que hoy las encontramos como un manto de materiales blanquecinos a la vera de los caminos o en las barrancas de algunos de los ríos, quebradas y arroyos del NOA. Es lo que la gente de campo conoce como “puloil”, en recuerdo de una vieja marca de polvo limpiador, y que ellos juntan en bolsas para usarlo en la limpieza del tiznado del fondo de las ollas en los lugares donde aún se cocina con leña. Esto gracias al poder abrasivo de las cenizas, formadas esencialmente por vidrio volcánico. Es el poder abrasivo que podría destruir en minutos las turbinas de un avión y esa es la razón de que se suspendan los vuelos cuando se producen estas erupciones que pueden convertir a un fenómeno geológico en un desastre natural. Importa destacar que dicha ceniza caída en territorio salteño cinco mil años atrás provino de la erupción catastrófica de uno de los grandes volcanes de la alta cordillera que nos separa de Chile. Los vientos trajeron las cenizas hacia el este y sepultaron gran parte de la Salta prehistórica con un grueso manto de cenizas blancas que alcanza en el Valle de Lerma a medio metro de espesor compactado o sea que debió tener un espesor mayor durante la caída original. Téngase presente que en la gran erupción del volcán Quizapu o Descabezado en Mendoza en 1932, las cenizas alcanzaron Buenos Aires, Río de Janeiro y cruzaron el Atlántico hasta la costa de Africa. Mientras que en Buenos Aires se depositó una película milimétrica, en Mendoza se acumularon hasta 60 cm de ceniza. Dichas cenizas llegaron a Salta como fuera reportado en los diarios de la época. Una erupción de la envergadura de las descriptas sería hoy desastrosa para la economía de la región por los daños que acarrearía. De allí la importancia que tiene el monitoreo permanente de la actividad sísmica y volcánica en una región que se caracteriza por la peligrosa potencialidad de ambos fenómenos.